Profesora universitaria, investigadora y periodista, con un doctorado por la Universidad Nacional del Cuyo, de Argentina.
Los resultados preliminares de la consulta popular y del referendo del pasado domingo indican lo que expreso en el título de esta columna: el pueblo ecuatoriano votó las 11 preguntas tras validarlas o negarlas conforme su reflexión y decisión. No hubo la plancha del “once veces no” propiciada por el correísmo y otros colectivos. Tampoco obtuvo el “voto todo sí”. Hubo una diferenciación en las respuestas del soberano y esto es digno de celebrarlo. Pues muestra a un pueblo que duda de la propaganda, de las cantaletas y de los sermones simplistas. Probablemente, también hubo indiferencia, credulidad y confusión en ciertos electores.
Un dato que debería ser evaluado por los gobernantes, el empresariado y los creyentes en el mercado como máximo –y a veces único- árbitro de la realidad es que, en todas las provincias del país, sin excepción, el no ganó en las preguntas que auscultaban sobre el trabajo por horas y a plazo fijo. En algún panel escuchaba a uno de los participantes que recordaba como la Ley de Apoyo Humanitario, aprobada en la pandemia de la COVID en Ecuador, y luego eliminada, fue usada en ciertas circunstancias para despedir injustamente a trabajadores. Ese comentarista afirmaba que aquella experiencia seguramente pesó en el no a la pregunta sobre la reforma laboral consultada. ¿Qué llevó a que el no fuera la respuesta mayoritaria a la pregunta sobre el arbitraje internacional?
Sin embargo, los comicios en las tres jurisdicciones del extranjero dan otros números a las preguntas sobre el arbitraje y el contrato laboral. En las tres ganó el sí, con más amplitud en las jurisdicciones correspondientes a Canadá y Estados Unidos, y a Latinoamérica, el Caribe y África.
¿Por qué los compatriotas que dejaron el Ecuador apoyaron esos cambios? Una conjetura es que allende los mares o más allá de las fronteras, el trabajo por horas es una realidad y una posibilidad deseada y buscada muchas veces, y el arbitraje mediado por organismos internacionales es una expresión de seguridad jurídica: una protección.
Aparte de lo señalado, hay tres provincias con resultados muy distintos a los de la mayoría de las localidades ecuatorianas, al menos según la información no definitiva divulgada por el CNE. Esto vuelve muy llamativos los datos del referendo y de la consulta en Manabí, Sucumbíos y Orellana.
En Manabí gana el no en la pregunta C del referendo, sobre la creación de judicaturas especializadas para otorgar garantías jurisdiccionales, y por supuesto arrolla en la D y en la E. El sí pierde en las preguntas J y K de la consulta, que permitirán la entrega de armas usadas en la comisión de delitos a la fuerza pública, y la extinción de dominio de bienes de origen ilícito, respectivamente. Con mucho más ímpetu, el no triunfa en Sucumbíos en cuatro de las cinco preguntas del referendo. El sí solo es vigente en la pregunta A. Igual sucede en la consulta. Solo la pregunta F alcanza el sí. En Orellana el no gana en las preguntas C, D y E del referendo y en la pregunta K de la consulta.
¿Por qué? Indagar las motivaciones es clave para enfrentar la lucha en favor de la seguridad nacional pues al conocer las razones y contextos el estado y la sociedad podrán encararlas desde perspectivas sociales y no solo represivas. Hay muchas inquietudes que se me ocurren, pero la que más me resuena es si en esas regiones hay una fuerte presencia de los grupos de delincuencia organizada y si, por ello, sus intereses han permeado esas sociedades. Investigar y auscultar los porqués luce necesario y urgente.
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