
Dice Shulamith Firestone que los hombres también quieren amor y que se preguntan cómo van a conseguir que alguien los quiera sin que le exijan a cambio una entrega igual a la de las mujeres, es decir, que buscan cómo lograr recibir mucho amor sin entregarlo en la misma proporción. Las investigaciones sobre vínculos amorosos en la juventud hoy nos muestran que los hombres tienen una disposición mucho menor a la renuncia total, al sacrificio personal y a la entrega. También concluyen que el hombre espera que la mujer ponga los intereses de él sobre los de ella misma y le dé la atención que requiere. Tal vez llega el momento de ponerle una lupa a los vínculos amorosos como reproductores de las desigualdades y en ocasiones …de la violencia.
Los varones, al igual que en la vida y como fruto de la educación que han recibido —que incluye también saber quiénes son en relación con las mujeres y cómo tienen que actuar— llegan al amor con unas expectativas que son más difíciles de cumplir hoy que en décadas anteriores. Las mujeres cada año tienen menos predisposición de ponerse al servicio de sus maridos.
Nos extraña que ahora que se ha incrementado el número de hombres que se consideran aliados feministas, se nieguen a romper, masivamente y como grupo, el pacto que nos sigue asfixiando, y pedimos que demuestren que quieren ser parte de culturas civilizatorias e inclusivas mediante su rechazo a la violencia contra las mujeres
Hace unos treinta años que se habla a nivel académico de nuevas masculinidades (sería más correcto hablar de la deconstrucción de lo masculino y lo femenino como forma de asignar personalidad) que intentan comprender las raíces de lo masculino genérico y contribuir a crear relaciones más igualitarias y con menos violencia y jerarquías entre hombres y mujeres, y entre ellos mismos. Se trabaja para construir ahora a un «hombre nuevo», ese que renace tras las revoluciones, una tarea nada fácil entre más bien pocos referentes y con un entorno de iguales y aparato político, económico y cultural que sigue mostrando los valores masculinos como los positivos, como símbolo de éxito, como lo que configura a un ser humano por excelencia. Elegir lo que reclama la justicia social hoy y desprenderse de privilegios es lo que se les pide desde el feminismo.
Nos sorprende la falta de participación de los hombres en las denuncias públicas a otros hombres acosadores, la falta de grandes y tumultuosas manifestaciones donde los hombres digan que ya está bien, que hasta aquí llegaron con su violencia, que se ponen del lado de las mujeres de una vez y para siempre y que no permitirán ningún comportamiento abusivo, machista ni violento entre sus grupos de iguales. Nos extraña que ahora que se ha incrementado el número de hombres que se consideran aliados feministas, se nieguen a romper, masivamente y como grupo, el pacto que nos sigue asfixiando, y pedimos que demuestren que quieren ser parte de culturas civilizatorias e inclusivas mediante su rechazo a la violencia contra las mujeres.
*María José Gómez es directora de la Fundación Forge desde 2016. Es licenciada en Educación Social y en Ciencias Sociales, ambas por la Universidad Pontificia de Salamanca. Posee una Maestría en Cooperación Internacional por la Universidad Complutense de Madrid, Postgrado en Políticas Públicas por FLACSO Argentina y Maestría en Violencia de Género por la Universidad de Valencia.
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