De conformidad con las estadísticas del Banco Central, las exportaciones FOB por continente, área económica y país de destino, determina que para el periodo enero septiembre de 2020, las exportaciones ascienden en total a 14. 658, 2 millones de dólares, monto del cual el 25,1% (esto es USD. 3.678,9 millones) corresponde a los Estados Unidos. Le sigue el Asia con 24,9% del total de las ventas al mercado mundial, destacando principalmente la China con el 15,6%. A continuación, Europa con 23,6% (de esto la Unión Europea concentra el 16,6%). De su parte la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) agrupa un 23% y la Comunidad Andina con 5,9% del total de las exportaciones.

Como vemos, si bien se han realizado esfuerzos por ampliar el destino de los productos ecuatorianos, a través de la identificación de nuevos mercados, sin embargo la estructura de la canasta de bienes no ha podido diversificarse aún en términos satisfactorios y seguimos siendo una economía primaria exportadora, es decir, dependiente de nuestras materias primas y, por lo mismo, sujeto a la demanda y a los vaivenes en los precios internacionales lo cual condiciona la disponibilidad de recursos para atender las creciente demandas de una sociedad que exige respuestas en sus diversos frentes.

Cuando miramos la balanza comercial ecuatoriana, para el periodo enero septiembre 2020, advertimos que la tasa de crecimiento de las exportaciones fue de -12,2%, es decir, por efectos de la pandemia se experimentó una notable contracción de este rubro. De su parte, las importaciones se redujeron en 24,6%. Para igual periodo en 2019, las exportaciones crecieron en 2,5% y las importaciones en 0,1%.
No obstante, si analizamos la balanza comercial no petrolera esta se presenta deficitaria lo cual implica que las importaciones han sido mayores que las exportaciones, con excepción de un año atípico como el 2020 donde las importaciones caen significativamente, por lo que se tiene un saldo positivo de USD. 558, 3 millones.

Esta información es fundamental tener presente para entender los principales desafíos que tiene nuestro sector externo en cuanto a potenciar la venta de los productos ecuatorianos y con ello generar los necesarios dólares para nuestra economía y garantizar además la suficiente liquidez para un esquema monetario rígido y anclado al dólar.

Y una de las tareas fundamentales que tendrá el próximo gobierno será de cambiar la tan mentada matriz productiva, incorporando bienes elaborados, es decir, que hayan sido transformados y que, por lo mismo, incluyan valor agregado, además de dar espacio a la generación del conocimiento como una de las fuentes inagotables de riqueza en este mundo de la ‘mente-factura’ a la que se refería Alvin Toffler.

Asimismo, resulta necesario encontrar nuevos nichos de mercado para los productos ecuatorianos. Ecuador ha anunciado la firma con EE. UU de un acuerdo comercial bilateral de prima fase, a suscribirse el próximo 7 de diciembre y que abriría el espacio para una agenda comercial mucho más dinámica entre ambas naciones.

Pero desde luego, la firma de acuerdos comerciales implica el análisis de las llamadas líneas rojas y, por lo mismo, reconocer las asimétricas relaciones comerciales y de poder existentes entre los países negociadores, especialmente en lo concerniente a sectores sensibles como el agrícola, textil, etc., lo que obliga a defender los intereses nacionales más allá de las presiones propias de las mesas de negociación.

De no hacerlo se ratificaría aquella sentencia de Eduardo Galeano, quien, al referirse a la división internacional del trabajo, decía: ‘unos países se especializan en ganar y otros en perder’.
Sin duda, hay que abrirse a los mercados sin sesgos ideológicos, pero de una manera inteligente y, sobre todo, con un alto sentido de patriotismo.

@giovannicarrion