
El voto útil no existe, es un sofisma inventado por los genios de la consultoría política para dirigir un tramo del electorado a candidatos cuyos recursos ponen en la punta de las encuestas. Luego, se inventaron el concepto “out sider” para justificar los resultados que no aparecían en sus previsiones.
Parafraseando al Dr. Rodrigo Borja en su Enciclopedia de la Política, el outsider es un término inglés de la hípica para el caballo por el que nadie querría apostar; trasladado a la política, el término define al candidato que participa por primera vez en una elección, que no surge de un partido y que a menudo reniega de los políticos como una buena razón para calar en el electorado. Este “caballito perdedor” suele aparecer en las encuestas con pocas (o ninguna) oportunidad de enfrentar a los favoritos y provoca dudas en el apostador sobre lo que puede perder, ignorando lo que tenga por ganar.
En primera vuelta su voto es tan inútil que no merece ni la angustia a la que se somete viendo los debates. La obligación de votar es una mera especulación estadística
Ahora bien, ni las elecciones son una carrera, ni su voto vale medio centavo. En primera vuelta su voto es tan inútil que no merece ni la angustia a la que se somete viendo los debates. La obligación de votar es una mera especulación estadística hasta que usted se libera de la carga de elegir entre enemigos y decide, otorgarle su rayita insignificante a quien considere lo más cercano a un amigo y, si ninguno le convence, siempre estará el nulo como una posibilidad de expresar descontento, y eso ya valen la pena y el par de horas de su domingo.
Si a estas alturas de la campaña, usted ya le vio las orejitas a un caballo que le gusta, vote sin culpa, elija otorgarle valor a su carnet obligatorio, libérese de los conjuros y premoniciones, recuerde que de las filas de atrás salieron Fujimori, Bukele, Collor de Mello, Correa, Morales, Merkel y una larga lista de presidentes de toda tendencia y para cualquier gusto.
En esta tragedia democrática, razonar fuera de la caja nos puede dar un disgusto, pero también alguna buena sorpresa, lea los programas de gobierno, siga sin complejos a su candidato en la red que prefiera, no vea las encuestas y sobre todo, ignore las profecías dramáticas; esas nos las reservamos para segunda vuelta, en donde la apuesta será a cara o sello.
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