PhD. Sociólogo. Catedratico universitario y autor de numerosos estudios políticos.
La inmediatez de los acontecimientos impide ocuparse de lo más relevante. La muerte cruzada dispuesta por el presidente Lasso tiene un hondo significado. Alberto Acosta, ex presidente de la Asamblea de Montecristi, explicó las razones de su inclusión en la Constitución vigente. La experiencia de los derrocamientos de tres presidentes -Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez- llevó a los asambleístas constituyentes a inventar esta atribución para evitar que, en casos como los citados, el desenlace de una crisis política diera lugar a la intervención militar. Así, serían los propios actores políticos, dentro de los límites establecidos por la democracia, los que procesarían el impase y establecerían un mecanismo constitucional para remontarlo.
Esto es precisamente lo que ocurrió con la decisión presidencial. La última Asamblea Nacional fue un campo de batalla entre un bando golpista y una masa disponible de asambleístas. Las razones jurídicas fueron escamoteadas bajo el argumento de que lo que se trataba era de un juicio político. En efecto, no pudieron los asambleístas demostrar el cometimiento de peculado por el presidente Lasso. No era eso lo que les importaba. Querían tumbar a Lasso, no necesitaban de pruebas. Desde el correísmo se daba por hecho que el presidente carecería de valentía para decretar la muerte cruzada. Menospreciaron a su adversario cometiendo así un grave error político.
No obstante circunscribirse el juego conspirador al ámbito parlamentario, sus instigadores provocaron bajas en las filas de sus ocasionales aliados. Pachakutik quedó dividido, también la Izquierda Democrática. Jugaban los conspiradores a dos cartas. Si Lasso era destituido, si se contaba con los votos suficientes, su sucesor, el vicepresidente Borrero habría quedado en la esfera de influencia del socialcristianismo. Si el presidente se decidía por la muerte cruzada, ante la eventualidad de que a última hora los votos en contra de la destitución cambiaran, Rafael Correa daba por sentado su triunfo en las elecciones anticipadas. Otro error político.
Con la muerte cruzada Lasso demostró ser capaz de jugarse no por él sino por la estabilidad democrática. Se discute si los resultados para el gobierno habrían sido mejores si el presidente tomaba esta decisión cuando gozaba de alto apoyo político.
En todo caso, el escenario post muerte cruzada no es del todo favorable para quienes provocaron todo este embrollo. En la reunión para la elección del coordinador de Pachakutik, Leonidas Iza usó medios ilegales y la violencia para imponer su voluntad. Mario Santi demostró sagacidad táctica e Iza declinó su postulación presidencial.
La decisión del movimiento CREO de no participar en las elecciones de agosto suscita reacciones diversas. Hay quienes juzgan que esta decisión supone “botar la toalla”. Otros como Juan Fernando Flores, ex asambleísta y actual asesor político de Lasso, sostienen que se trata de un desprendimiento. Sea de ello lo que fuere, CREO tiene el desafío de avanzar en la construcción de un verdadero partido. Ello sería un gran aporte para la práctica política que no se sustenta en organizaciones debidamente constituidas. Demostraría además que CREO no tuvo por único objetivo llevar a Lasso a la presidencia.
Lo que no se entiende, en cambio, es la toma del gobierno por militantes de CREO en el tiempo que a éste le resta. Este 8 de junio el presidente Lasso, informa la prensa, “decidió cambiar las autoridades de siete gobernaciones del país. Algunos de los reemplazados apenas llevaban un mes en sus funciones” No se deben confundir los planos. Si CREO desistió de intervenir en el proceso electoral no debe recibir como recompensa cargos a última hora en el gobierno. El gobierno no es patrimonio de ningún partido político.
El momento actual es disyuntivo entre dos posibilidades: volver al pasado de un liderazgo atrabiliario o avanzar en la construcción de un liderazgo democrático. El primero aparece ahora con doble cara: la de un rostro femenino-Luisa González- y la del lobo feroz-Jan Topic.
El segundo sufre una peligrosa atomización en la que el desprendimiento brilla por su ausencia. Hay una alianza ideológica alrededor de la candidatura de Yaku Pérez. Una candidatura beligerantemente anticorreísta de Fernando Villavicencio. Una candidatura con buen perfil técnico de Otto Sonnenholzner. La de Bolívar Armijos que intenta asumir la representación de los gobiernos parroquiales. Las demás precandidaturas no exhiben mayores credenciales.
La decisión presidencial de la muerte cruzada y la abstención en las próximas elecciones resuelta por CREO evitan que el gobierno se distraiga por los avatares de una contienda electoral precipitada y permiten que las fuerzas políticas democráticas superen la fragmentación para no hacerle el juego a una entente autoritaria que se juega a dos cartas, con el propósito de cogobernar a cambio de la impunidad.
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