El lugar que ocupa el candidato Lenin Moreno en algunas encuestas pertenecería más al mito que a la realidad. Desde antes de que se iniciase el proceso electoral, ya se había producido la fantasía de ser el primero e incluso de ser el único candidato capaz de dirigir al país, de estar a la altura política y administrativa de Correa. Solo él haría que la “década ganada” se convierta en centuria. De esta manera la refundación del país dejaría de ser parte de una mitológica delirante para devenir realidad inequívocamente palpable.
En un maravilloso cuento de M. Ende, el ventrílocuo, de tal manera se aleja de sí mismo y se esconde en el muñeco que habla, que finalmente logra que el muñeco termine convencido de que posee vida propia, de que es él quien piensa, quien habla, quien analiza en toda su profundidad el presente y predice el futuro inevitable de la pequeña compañía circense. Jo-Jo, el muñeco, es historiador y visionario, predicador y profeta. Ya no es el producto del ventrílocuo sino, al revés, la razón de ser del mismo.
¿Cuántos de AP se han opuesto a los decretos, leyes, reglamentos y más dictados por el presidente? ¿No han sido todos y cada uno parte definitiva de ese teatro popular organizado y sostenido en su capacidad de ser muñeco indispensable para un ventrílocuo? Cuando alguien pretendió no ser eco, sencillamente fue sacado del escenario y arrojado al depósito de los cachivaches.
Entonces Jo-Jo se convierte, no solo en el héroe de la historia, sino en la historia misma. Alianza País no es más que eso: pura repetición. ¿Qué ha acontecido cuando alguno de sus miembros pretendió tener voz propia, producir un discurso personal y enunciarlo para así diferenciarse del pensar y sentir de los otros? Suicidio.
Alianza País es el nombre puesto a la egolatría. Quien lo maneja, nunca se refiere a ese supuesto partido o movimiento político sino a sí mismo, a su estupenda obra, a su década ganada. A Alianza País pertenecen los desfalcadores, los que salieron del país y no regresan a pagar las deudas, los que huyeron con millones de millones. Los comecheques, los que prestan dinero a extranjeros. Los que necesitan muchos días para dictar una orden de captura al que se lo encuentra con las manos en la masa y que lo hacen sino cuando se han cerciorado muy bien de que el delincuente se ha puesto a buen recaudo. Uno y tan solo uno es la palabra y la voz, los otros son Jo-Jo del cuento de Ende. Entonces, sí se entiende la historia de su deseo de ser indefinidamente reelegido y su manera de cambiar hasta la misma Constitución para conseguirlo. En el hipotético caso de que Moreno ganase las elecciones, ¿estaría dispuesto a dejar de ser Jo-Jo? Tarea imposible o tremendo misterio imposible de resolver ahora.
¿Por qué Rafael Correa dio un paso al costado y no se presentó a la reelección? ¿Por cansancio de diez años de estar al frente de un país al que ha gobernado a su arbitrio y bajo la égida de su voluntad e incluso más allá de las leyes ya adecuadas a sus deseos? ¿Por qué cuando él y los suyos no cesaban de repetir, una y mil veces que, de lazarse, triunfaría en una sola vuelta y con índices incomparables de popularidad y aceptación? Tremendo misterio diría Kierkegaard. Entonces, Lenin Moreno toma la posta e ipso facto se apropia del primer puesto como de un lugar que le pertenece de suyo, aunque probablemente sea falso.
La primera y fundamental razón por la que estará en duda la ganancia de Lenin Moreno es por su estatus de sustituto, porque sabe muy bien que, de ganar, no le correspondería realizar ningún otro papel que el de ser el muñeco del ventrílocuo, como lo han hecho todos los que han pertenecido y pertenecen a Alianza País. Por eso esa actitud de perdedor obvio que a veces asume y que no logra disimular pese a que las encuestas teledirigidas por el gobierno.
Al comienzo, resultó una buena movida psicológica construir un primer puesto para Moreno y asirlo al mismo de tal manera que nada ni nadie pudiese moverlo. Para ello se organizó el decir de las encuestas que pretendieron pasar por encima de la realidad política del país. Quizás, hasta inconscientemente, todos los otros candidatos se colocaron en la fila detrás de ese primer puesto ocupado por un personaje que no correspondía precisamente a la realidad del país sino a la mitología política de un discurso repetido una y mil veces.
La mitología política es sumamente deleznable y frágil. La realidad de un país que soporta una inmensa crisis económica y social no está para tragarse muelas de molino sin atorarse. Económicamente, vivimos mal. No existe justicia independiente. Y, sobre todo, la corrupción ha invadido al goberno de tal manera que ya nadie puede detener que se evidencie su mal olor. Por más que se haga todo lo posible para echar un manto de rosas sobre una tumba, el cadáver seguirá su proceso inevitable de corrupción.
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