
Ex dirigente de la Conaie, comunero de Salamálag Grande y comunicador social, Kichwa y Panzaleo
Las elecciones crean ficciones que desafían las más atrevidas invenciones literarias. No es nada nuevo, lo sabemos. Las promesas electorales de la derecha no hacen sino jugar con las necesidades y los anhelos del pueblo. Guillermo Lasso en su desesperación por conseguir votos dice que abrirá las manos y brazos a los dirigentes y líderes indígenas. Como si no recordáramos que usando el mismo lenguaje que los primeros conquistadores nos llamó bárbaros en octubre del 2019, defendió la República de pocos por encima de las necesidades de las mayorías, y cerró filas con Lenin Moreno. No es diferente de sus aliados políticos y de clase. Jaime Nebot con el mismo tono racista presente en las élites ecuatorianas nos decía que volvamos al páramo.
¿En serio esperan que creamos en sus mentiras? No es sólo una coyuntura electoral. Toda la historia del Ecuador se ha levantado sobre una relación de explotación y expoliación sobre el pueblo, especialmente sobre los indígenas. Esa relación colonial sigue presente, basta mirar quiénes son los vacunados VIP y quienes seguirán muriendo mientras esperan que alguna vacuna gotee hacia abajo. El trato que Lasso y sus aliados socialcristianos pueden ofrecer al pueblo es el mismo trato que le dieron a la población guayaquileña en marzo del 2020. No, tampoco hemos olvidado las decenas de miles de fallecidos. Ni olvidamos a nuestros muertos y la completa indolencia de los de arriba.
La izquierda anticapitalista, el progresismo autocrítico, las organizaciones del movimiento indígena y la clase trabajadora empujamos una agenda con independencia política y autodeterminación. Construimos un proyecto autónomo
No olvidamos que, después de prometer que no iban a incautar las cuentas de nadie, declararon el feriado bancario de 1999 y congelaron los depósitos. La crisis económica, los suicidios y el éxodo migratorio que provocaron todavía marcan a las familias ecuatorianas. Al mismo tiempo usted, según sus propias declaraciones, se fue a la playa a meditar mientras sus hijos jugaban tenis con su entrenador privado ¿Creer que ustedes van a generar empleo cuando fue a nosotros a quienes nos endosaron el costo de la crisis? Claro que no.
En su afán por captar votos se han convertido en ambientalistas, feministas, jóvenes tik-tokeros y ‘amigos’ de los pueblos y nacionalidades indígenas. Pero nuestras diferencias no son meramente simbólicas ni pueden reducirse a promesas de diálogo. Sus intereses como representantes de la banca y de las élites están diametralmente opuestas al pueblo. Basta mirar lo que ganaron los bancos en el feriado bancario y los beneficios que lograron en los últimos gobiernos, indistintamente de sus matices, mientras el resto de la población le arrancaban el sueño para conseguir el pan.
Está claro que con usted nada tenemos que ver, como tampoco con el anterior gobierno calificado de correista. La izquierda anticapitalista, el progresismo autocrítico, las organizaciones del movimiento indígena y la clase trabajadora empujamos una agenda con independencia política y autodeterminación. Construimos un proyecto autónomo que no se identifica con las ilusiones electorales que las clases dominantes venden al pueblo como alternativas. Nos oponemos a las infamias como las del “Club rotario” a quienes usted representa, así como a las pretensiones de los “Nuevos ricos” empeñados en otras candidaturas.
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