
Lo peor de la peste no es que mata a los cuerpos sino que desnuda las almas y ese espectáculo suele ser horroroso. Albert Camus, La peste
Sería como vivir sujeto a u un pararrayos en plena tormenta y esperar que no va a pasar nada. Julio Cortázar, El perseguidor
Bill Gates, el magnate de Microsoft, respecto a la catástrofe sanitaria y humanitaria que vivimos planteó que la única solución es el confinamiento total, que 2020 va a ser un desastre para la economía pero cuanto antes lo hagamos será mejor. De hecho, la experiencia vivida por China para enfrentar al virus es la que mejor ilustra el modelo de sociedad confinada, una sociedad que fue colapsada por los contagios pero que sobre la base de medidas extremas logró atenuar y controlar la pandemia.
En este punto de la historia resulta vital comprender lo que nos sucede como sociedades y como individuos. Nos encontramos en una situación límite. Existen varias lecturas filosóficas, dos de las más sugerentes son la del sloveno Slavoj Zizek y la del surcoreano Byung-Chul Han. El primero plantea que la pandemia es un golpe mortal al capitalismo que provocará un salto cualitativo hacia una sociedad alternativa que podría llevarnos a un comunismo reinventado. En cambio Byung-Chung Han cree que la revolución no la hará un virus y que esta sociedad confinada nos aislará más, fortaleciendo al capitalismo, porque la gente no va a cambiar.
Respecto al control de la pandemia, Chul Han acierta al enfatizar que en estos tiempos el autoritarismo se convierte en virtud porque los países que mejor han enfrentado la pandemia son los de las sociedades orientales basados en Estados que concentran poder y que no son cuestionados por sus ciudadanos, “China, Hong Kong, Taiwan o Singapur tienen una mentalidad autoritaria que les viene de su tradición cultural”.
por otro lado los individuos egoístas seguirán siendo mezquinos y egocéntricos. El capitalismo continuará con su visión acumulativa y especulativa creando abismos económicos
También plantea que “los gobiernos asiáticos son más eficientes porque no requieren militares en las calles, sus mecanismos de control se basan en la vigilancia digital. Las epidemias no sólo son enfrentadas por virólogos y epidemiólogos, sino también por informáticos y especialistas en macrodatos”.
Creo que desde el punto de vista existencial los individuos más generosos y empáticos después de la pandemia saldrán con sus ideales fortalecidos y serán más humanos; por otro lado los individuos egoístas seguirán siendo mezquinos y egocéntricos. El capitalismo continuará con su visión acumulativa y especulativa creando abismos económicos; pero el hecho de haber mostrado tanta vulnerabilidad ante un virus generará una permanente duda sobre la validez de éste sistema, surgirán nuevos proyectos de sociedades menos autodestructivas y más respetuosas del medio ambiente. En algún punto de la historia, no muy lejano, los derechos de la naturaleza no serán letra muerta.
En ética es clave asumir una escala de valores, y obviamente uno se cuestiona qué va primero, si salud o libertad. Entiendo que la cuarentena nos ha demostrado que sin salud no existe libertad y que la salud pública es la piedra angular de toda sociedad. No puede existir un Estado que promueva la libertad mercantil sin cuidar la salud de sus habitantes, es fundamental tener un sistema de salud pública solvente desde lo científico hasta lo ético. Para ello es necesario invertir en infraestructura y en educación. Si se piensa a la salud como un negocio o como un botín político, la sociedad pierde su rumbo, algo que lamentablemente ha sucedido en Ecuador (país con más contagios per cápita de covid19 en Latinoamérica).
Alguna vez Margaret Mead, la famosa antropóloga norteamericana, explicó que el primer signo de civilización en una cultura antigua era un fémur que había sido sanado. Dijo que lo que nos diferenciaba como especie animal era la solidaridad: en el reino animal si te rompes una pierna mueres porque eres fácil víctima de los depredadores. Ése fémur curado era evidencia de que alguien se había tomado el tiempo de quedarse con el herido. Son tiempos difíciles, tiempos donde se aplica esa frase de Camus “solitario o solidario”. Hoy más que nunca desde la cuarentena podemos estar más cerca de nuestro lado humano y vivir un nuevo renacimiento como individuos y como especie.
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