Alguna vez, tomé un curso de paleografía en el que leí un documento del XVIII en el que dos mujeres quiteñas se querellaban por injurias – entre otras cosas, se acusaban de indias la una a la otra -. Una de ellas declaraba algo así como “siendo la mencionada más india que yo…”, como respuesta indignada ante la duda de su sangre. Al menos formalmente, mucho ha cambiado desde entonces. En este país, profundamente desigual y racista, la autodefinición étnica como mestizos es la norma, aunque sea por corrección política. En Quito, en el XVIII, habría habido una pelea por decir quién es indio, quién no lo es o quién lo es en menor grado. Una colonia de castas, al fin y al cabo.
Ahora, en la república, tengo la impresión de que la pelea es por recordar a quien no crea serlo, lo que tiene de indio. Es el mismo tema, pero con otros presupuestos. No es lo mismo partir de que estamos entre los pocos que no son indios, a partir de que todos lo somos y algunos extraviados que creen no serlo. Monarquía y república, a fin de cuentas. Entonces, en Ecuador, si hay algo más insoportable a que nos digan indios, es que alguien venga a decirnos que no lo es. Creo que este solo aspecto marcará el rotundo fracaso de esta nueva ultra derecha quiteña, trasnochada, desfasada, incluso ridícula.
El 8 de febrero, en el diario “El Universo”, apareció una nota de Xavier Reyes, titulada “Ultraderecha ecuatoriana nace y busca alianza con el partido VOX de España y el presidente de Brasil Jair Bolsonaro”. La nota refiere al grupo autodenominado “Nuevo Ecuador”, que en enero de este año publicó en su blog sus principios para un futuro programa político. Al respecto, solo quisiera anotar unas cuantas cosas:
1.- Según el título de la nota, al asociar a este grupo con los exitosos (electoralmente) VOX y Bolsonaro, podría dar la impresión de que seguirán el mismo camino de victorias (y una catástrofe inminente para nuestro catastrófico país). Sin embargo, como se ve en su blog y en la propia nota, el eje básico de articulación e identidad de este grupo es la hispanidad (lo que sea que eso signifique), algo que es apenas una parte de VOX y, ciertamente, es casi inexistente en Bolsonaro (ni él reclamaría algo así como un retorno simbólico al Imperio portugués que sí tuvo como centro a lo que hoy es Brasil).
Como en todas las derechas, por supuesto que existen elementos en común, por ejemplo, el conservadurismo extremo, el antimarxismo feroz, la reivindicación de los “valores” y la familia, la seguridad, etc. Sin embargo, hay que resaltar la obviedad de que los énfasis en cada uno de estos, depende del contexto. Creo que sería imposible pensar la victoria de Bolsonaro sin su discurso contra la inseguridad, el apoyo de élites económicas brasileñas y la coyuntura “post-progresista” (corrupción, crisis económica). En el caso de VOX y el resurgimiento de los ultra en Europa, el factor nacional sí es más importante, sobre todo en el ámbito del desborde migratorio y los estragos de la propia europeidad.
2.-Si el apoyo de las elites económicas fue vital para Bolsonaro, habría que recordar que esta derecha se separa de éstas. ¡Qué mal estarán para que un partido como el socialcristiano no los represente! Si bien, habría que reconocerles cierta valentía e indiferencia a quedar en ridículo, este “buscamos una derecha que no se avergüence de serlo…”, como dice la nota de Reyes, es algo decisivo. Mucho se debate de si la “imprudencia” de Nebot de mandarnos al páramo le costará la Presidencia. Entonces, o este grupo, como partido, no tiene serias aspiraciones electorales o es tan radical en sus convicciones que no renuncia a ellas por la corrección política y los réditos electorales.
Yo creo otra cosa. Parecería que este grupo es un parapeto para que unos pocos integrantes logren, alguna vez, algún tipo de representación – legisladores, concejales, etc. – y lleguen a engrosar la lista de burócratas bien pagados, sin ningún tipo de aspiración efectiva como partido. Uno se pregunta ¿si sus ideales de desconocimiento de diversidades sexuales, autodeterminación de pueblos y nacionalidades, derechos reproductivos, etc., es lo que persiguen, por qué no se quedan en casa, si los legisladores ecuatorianos los representan bastante bien? Mucho no han cambiado las cosas.
Parecería que este grupo es un parapeto para que unos pocos integrantes logren, alguna vez, algún tipo de representación – legisladores, concejales, etc. – y lleguen a engrosar la lista de burócratas bien pagados, sin ningún tipo de aspiración efectiva como partido.
3.- Dos de los éxitos relativos del sistema político alemán están asociados al sistema electoral y de partidos. La primera es la inclusión de la Sperrklausel o umbral electoral, adoptado también en Ecuador, por el que partidos que no obtienen un mínimo de votos durante elecciones sucesivas deben desaparecer. Otra es la proscripción de los partidos extremistas del espectro ideológico. Ni comunistas ni fascistas. Esto ayudó a consolidar a la República en la posguerra. Esto, aunado a una distribución de ingresos más equitativa (a lo campana de Gauss), ayudó a que partidos con discursos más socialdemócratas y republicanos forjaran una tradición y un sistema de cuatro o cinco partidos consolidados.
¿Qué tiene que ver esto con nosotros? La respuesta es la prohibición legal. Y esto aplica para nosotros, tanto constitucionalmente, como en el Código de la Democracia. Este es un Estado republicano, de garantías y derechos, que desconoce la discriminación y esto también se refleja en el título quinto del Código de la Democracia. Así visto, parecería inviable o fácilmente objetable la inscripción de un partido de tales características – suponiendo que alcancen los otros requisitos objetivos.
4.- Quiero volver al inicio. La verdad, no veo la diferencia de ver a gente con la bandera de la Cruz de Borgoña, gritando loas a un rey muerto hace un millón de años o al rey español actual (que parece no tener muchas ganas de serlo), y una broma noticiosa de El Mercioco. Este “pequeño desliz” pro-monárquico, racista, excluyente no les costará nada, porque para perder algo, se debe haberlo ganado antes. En la propia España, la cuestión está dividida. Según una encuesta del 2019, el 50,8% de los españoles es monárquico, pero más que nada, entre hombres mayores de 55 años. ¿En serio esperan que alguien vote por gente que sostiene estas cosas que parecen una mala broma? Si la leyenda negra de la conquista, instaurada por Bartolomé de las Casas y continuada por los culturalistas y postcolonialistas, está bien consolidada como sostienen los propios miembros de “El Otro Ecuador”, difícilmente tienen alguna oportunidad. Y claro, uno se pregunta, nuevamente ¿qué persigue esta gente?
5.- Luego viene el problema de la diversidad de derechas. La tal identidad hispánica sería insostenible para el libertario más simple (un grupo más peligroso, creo yo). Los grupos de derecha con mayor presencia electoral, difícilmente cederán a las convicciones hispánicas de este grupo (ellos mismo lo evidencian al salirse del PSC). Como diría Millôr Fernandes, lo único que los hace amigos es su odio común a otros (feministas, culturalistas, indigenistas, socialistas, animalistas, etc.). Tampoco creo que el pueblo llano se identifique o le preocupe la hispanidad así vista. Con tantos enemigos ¿a quién creen representar?
Si el racismo y el machismo quiere triunfar, debe ser al modo Vivos, a lo Bucaram, Nebot, Correa, Febres Cordero, con pistola al cinto, no con la pedantería de las banderas de Borgoña. Si me pusiera “conspiranóico” diría que tanta desubicación no puede ser casual, y que parecen pagados por los socialcristianos para mitigar su propio racismo, una treta de Nebot para decir que estos racistas trasnochados no encuentran seno en la derecha tradicional – que solo lo es económicamente. Pero no lo creo, yo soy seguidor de Ockham y no de Foucault. Creo que la explicación más simple es su falta de perspectiva.
Sin embargo, a pesar de sus primeros pasos burdos, algo de preocupante habrá aquí y habrá que poner atención a ello. Por ahora, otros posibles racismos que nos atañen son más urgentes y peligrosos ¿algo habrá de ello en el separatismo de Cumbayá y Tumbaco de Quito?
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