
En esta columna no busco señalar ‘culpables’… trataré de hacerles entender que no solo el Ministro del Interior y el Secretario de Seguridad son los que no tienen idea de lo que hacen en su cargo, sino que la estructura y formación policial son un desastre, pues hicieron del machismo, su espíritu, fuerza, torpeza y muestra de poder.
Ahora nadie puede negar que a los cadetes se los instruye a mirar para otro lado cuando una mujer pide auxilio, se les enseña que la violencia no es más que un simple “problema marital” en el que no deben meterse, porque el “hombre es hombre” y puede hacer lo que quiera, o, ¿en serio creen que un esposo hubiera podido pasar a esas horas de la noche? Belén pasó porque nadie podía evitar que el oficial, el macho alfa reciba a su mujer.
¿Qué pueden pensar los cadetes cuando escuchan al Ministro del Interior, tratar a la desaparición como un “error humano”? ¿Acaso ese no es un mensaje solapador, que minimiza la violencia cuando proviene de uniformados y que solo son femicidas los civiles?
Imagínense a esos oficiales en formación viendo a las mujeres que protestan (¡porque las desaparecen a diario!), ser tratadas como desestabilizadoras por el Secretario de Seguridad. Corríjanme si me equivoco, pero ese misógino, no entiende que, si una mujer entra a una institución del Estado y desaparece a manos de un agente del estado, no solo es un acto institucional, es un acto que demuestra un error estructural: una formación machista que derivó en una desaparición.
¿Qué pueden pensar los cadetes cuando escuchan al Ministro del Interior, tratar a la desaparición como un “error humano”? ¿Acaso ese no es un mensaje solapador, que minimiza la violencia cuando proviene de uniformados (…)?
Vuelvan a imaginar a los mismos cadetes, ver el proceso desde sus cómodas camas, observando que el teniente que dijo “no te metas, son problemas maritales”, también es un mero observador, un observador que ¡sabía que María Belén estaba en la institución y no lo reportó!, que conoció de la agresión y no hizo nada, que podía evitarlo y prefirió no hacerlo. ¡Cómo iba a meterse!, si así también lo formaron, solo entiende que el “espíritu de cuerpo”, es más importante que la vida de una mujer.
Los policías en formación, saben que un General no entrará a la habitación donde derramaste sangre, que no te perseguirán, que te dejarán escapar, que un microtraficante tendrá más vigilancia que un femicida, cuando el femicida es un oficial; ya conocen que, si tienen que elegir entre la impunidad o el deterioro de la imagen institucional, deberán escoger la impunidad.
Esos mismos cadetes, ahora saben que las cartas van a jugar a su favor, porque una desaparición involuntaria, siempre será mejor que una desaparición forzada. Tras telones, contemplan que a la hora de la hora, a la Fiscalía se le olvidó que no fue un civil quien desapareció a su esposa, se le olvidó que la desaparición no se dio en una casa, sino en una institución policial.
Al final, que podemos esperar de los cadetes cuyo máximo líder se compara con un rey.
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