
Me alegro que los nuevos inquisidores y los maestros morales no acostumbren leer libros. Si lo hicieran la obra completa de Henry Miller ya habría sido retirada de circulación por el elocuente lenguaje de lo sucio que interpreta como un hablante nativo; García Márquez habría sido proscrito de las escuelas por hacer gala de los idiomas secretos increpados por amantes en carretas de gitanos, hoteles baratos, o ferias ambulantes; Shakespeare habría terminado con su rostro en un mural lapidario, en medio de una marcha progre, por haberse atrevido a describir el infierno personal de una mujer a quien su marido, perteneciente a un grupo étnico distinto al suyo, (alerta de spoilers) termina asesinando en un ataque de celos.
Los nuevos tribunales de la moral están invariablemente conformados por personas sin talento, que reemplazan sus limitaciones con una poderosa coraza ideológica. Estos no parecen ser eficientes descubriendo líneas inadecuadas en las bibliotecas (que jamás frecuentan) pero han hecho un muy buen trabajo intimidando escritores jóvenes. Como resultado, los periódicos, las revistas, y las librerías han sido permeadas por una suerte de meta-lenguaje. Un idioma en el que solamente es posible decir cosas amistosas, inclusivas, correctas y encadenadas a un sistema ético artificial delineado por el alto comité de lo políticamente correcto. Pero la especie humana habla como resultado de la complejidad de su estructura mental, no por imposiciones ideológicas. El lenguaje no puede ser sometido, es fatalmente libre.
El trabajo de Fernando Escobar Páez tiene el mérito de definir, dentro del ámbito de lo literario, aquella constelación de sensaciones que son comunes a todos nosotros ¿Cómo expresar una relación sexual accidentada? ¿De qué manera definir el purgatorio de la separación? ¿A qué tipo de modales se debe recurrir para agradecer una acrobacia erótica que ha culminado con particular precisión? Ninguna de esas circunstancias puede ser expresada en la jerga de lo políticamente correcto. Solo un lenguaje viviente, sin freno de mano y feral puede darnos los significantes adecuados para articular una verdadera experiencia literaria. Ese es precisamente el mérito de los libros de Escobar Paéz. El autor nos otorga, una obra repleta de palabras que lograron fugarse del diccionario de la censura moral. Una especie de fuga masiva, como las que usted, lector, protagonizó en el colegio.
Invitación
Este viernes 22 de junio a las 19 30, Fernando Escobar Páez realizará el lanzamiento de su última obra: "Tu retorno con aliento a biberón, peluche y verga ajena". El evento tendrá lugar en "La Carnicería, Amazonas y Granja (frente a la entrada principal del centro comercial El Jardín). Tendré el privilegio de presentar su libro. Están invitados.
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