
PhD en Educación por la Universidad Católica de Lovaina, Maestro en Estudios Culturales y Desarrollo, Graduado en Economía. Ex gerente del Proyecto de Pensamiento Político de la SNGP. Docente universitario.
En el año 98 vivía en Manabí, y trabajaba en las escuelas rurales ubicadas en las “tabladas” del cantón Junín. Cada mañana subía a un monte diferente con un pelotón de docentes y cada cierto tiempo nos reuníamos los 150 profesores en talleres de capacitación. Espacios de aprendizaje y de diversión. En medio del aislamiento provocado por El Niño, se vivía la segunda vuelta electoral entre Mahuad y Noboa, evento que provocaba adhesiones cómicas entre mis colegas. Unos entre risas coreaban y bailaban tomados de los brazos las canciones de su favorito: “Jamil Jamil Jamil, Jamil el presidente…” y eran respondidas por la barra de sus contrincantes ¡Alvaritooo, Alvaritoo, Alvaritooo! Luego de esa pantomima de rivalidad, volvíamos al trabajo y reinaba la camaradería de siempre.
La final electoral se reducía más bien a un ritual lúdico. Nada de discusiones ideológicas profundas, ni fanatismos como el que puede verse en pro o en contra de cierto político del siglo XXI. “Es que, Don Alexis, gane quien gane, nos toca seguir trabajando. El que gane nos va a joder, de una u otra forma”, me decía Don Libardo. Por qué no votan nulo, le replicaba. “Eso tampoco, hay que definirse. Esto es como en el fútbol, o se es de Barcelona o de Emelec. Uno ganará y otro perderá…”, acotaba Don Guido. Ese adscripción futbolística me recordaba a los coptos que respetan al mahometano y al judío, pero desprecian al ateo (para mi suerte ya era emelecsista).
Me viene a la memoria esa vivencia en estos días electorales donde tenemos una veintena de candidatos que provocan tristeza, vergüenza ajena, lástima, rabia… Hay candidatos que se presentan sabiendo que no tendrán ningún chance, pero que lo hacen para que no muera su partido, para recibir unos dólares del CNE, o para lograr asambleístas que negocien prebendas con el nuevo gobierno. Hay quienes miran a esta, como su última oportunidad de cumplir su sueño de vida. Unos cuantos, como Lasso y los socialcristianos, nos quieren hacer creer que no cogobernaron con Moreno y a algunos más no les importa aquello.
La torpe jugada de Pachakutik que puso un candidato sin seguir un debido proceso con la participación de la CONAIE, organización de la cual es su brazo político, le restó un amplio apoyo de los diversos sectores de la Confederación. A eso se suma el impasse en la designación vicepresidencial que en el “deshoje de margaritas” le hizo perder votos de zurdos y diestros. Con ello, esta candidatura, que según la revista Vistazo, estaba en la segunda vuelta, se alejó de esa final (¿alguna vez Yaku estuvo cerca de ella?).
El que varios líderes de derecha hayan desistido de participar, a nombre de no fragmentar más esa tendencia, como si hubieran hecho caso a un video esperpéntico que circulaba en redes, podría dirigir (los votos no se endosan) unos cuantos miles de votos hacia el candidato que persiste en su ambición de ser presidente, el banquero Lasso. Sin embargo, aún no consigue el apoyo determinante: el del dueño del PSC, quien se lava las manos dejando que sea su candidata quien negocie aquello. Un apoyo crucial para Lasso, recordemos que en la elección anterior la candidatura de Viteri, favoreció directamente a su oponente. Esto, sin embargo, no me parece que se cumpla, al menos en primera vuelta. El debilitado PSC, más golpeado aún por el COVID y la corrupción, tiene que mostrar presencia para por lo menos reflotar en su bastión local y conseguir una buena bancada de asambleístas.
Lasso, el conservador cuasi Opus Dei, quiere gobernar. Él, quien siempre se ha aprovechado de las medidas gubernamentales para incrementar su patrimonio, tanto en sucretización, como en feriado bancario o las remisiones de Correa y Moreno, quien ha cogobernado con Lenín y cuya bancada ha apoyado todas las medidas neoliberales y que sin tapujo, dice que las profundizará, y parece ser uno de los finalistas de la segunda vuelta.
Más del modelo que en pocos meses, bajo la batuta del COVID y sobre todo del nefasto ministro Martínez ha hecho que crezca la miseria y que se agrande la brecha entre ricos y pobres. Pero Lasso insiste que de esa forma mejorará la economía y es hábil en centrar su discurso en ello.
Sí, más neoliberalismo, más flexibilización laboral, más libre comercio, más reducción del aparato del Estado y más despidos; más privatizaciones, menos subsidios. Más del modelo que en pocos meses, bajo la batuta del COVID y sobre todo del nefasto ministro Martínez ha hecho que crezca la miseria y que se agrande la brecha entre ricos y pobres. Pero Lasso insiste que de esa forma mejorará la economía y es hábil en centrar su discurso en ello.
Es que la mejora de la economía es la preocupación más grande de los ecuatorianos, que ven perder sus empleos cada día, que viven en deflación y con una deuda que se negocia para abultarse otra vez. Es entonces la mejora de la economía el eje discursivo que los candidatos más avispados han tomado como bandera.
Es por eso que el otro partido que podría llegar a la segunda vuelta, gracias a su voto duro, centra su discurso en esto y coloca a un economista, heterodoxo él, para presidente y a otro que viene desde Bélgica como su vicepresidente, si es que el CNE o el Sistema de Justicia de justicia se lo permiten. Y si, Correa, no estará omnipresente, como, líder, guía y estratega, moviendo los hilos del presidenciable ex ministro, ex subsecretario y ex director del gobierno del “mashi”. Un cuadro joven, de esos que gustan al caudillo, aquellos que hacen su voluntad sin chistar. Arauz plantea de entrada que su gobierno será feminista, para hacernos creer que será la antíitesis de su mentor. Plantea que no seguirá la receta neoliberal para ganar los votos de esa izquierda que simpatizaba con Iza y que le son necesarios para complementar su voto duro (18% aproximadamente) que no tiene muchos chances de crecer. ¿Será una propuesta antineoliberal y a la vez antiextractivista? ¿Dirá no a la minería multinacional y a la explotación petrolera indiscriminada, o seguirá los pasos que diera en esta materia su caudillo? ¿Cómo manejaría la abultada deuda externa y los duros condicionantes de los prestamistas chinos? ¿Dinamizará las Pymes o seguirá favoreciendo a los grandes grupos económicos, como lo hiciera durante 10 años su mentor? Estas son preguntas claves para saber el rumbo que nos plantea y que trascienden el discurso de barricada “revolucionario ciudadano”. Preguntas cuyas respuestas podrían darle muchos votos, en especial en segunda vuelta.
Hay muchos factores que determinarán los finalistas, uno importante: la campaña electoral que despliegan y que desde la comunicación política les permita capturar esos votantes que por ahora están indecisos y quieren anular la papeleta. A menos que aparezca, luego de una brillante campaña, ese famoso outsider, que crecería meteóricamente y que parece que se esfumó con la ausencia de Otto, los finalistas parecen ser el banquero y el delfín correísta. En ese escenario, cabría de nuevo la frase que surgiera en la elección del 92, pero con nuevos nombres: “te odio Lasso, por hacerme votar por Arauz…”, aunque capaz que en el cubículo y mirando los cuatro rostros sonrientes, “ no da el cuero” y para que no se resienten se pone la cruz a ambos lados de la papeleta.
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