Abogado por la PUCE; LL.M. En American University, WCL. Docente universitario; defensor de derechos humanos y derechos de la naturaleza.
Engaño, fraude, persecución, arbitrariedad, difamación, fueron las herramientas que utilizaron durante 10 años para frenar la iniciativa popular de poner a consideración del pueblo ecuatoriano la decisión de explotar o no el bloque 43 dentro del Yasuní. Correa, Moreno y Lasso las utilizaron, cada uno a su particular manera. Los que en su momento fueron aliados, nos decían ingenuos, los que alguna vez quisieron elevar su imagen con el Yasuní, nos invitaban a olvidarnos de la causa. En 2019 alguien dijo, con gran prosa, que los Yasunidos habían muerto por suicidio político. Desde la izquierda y derecha, dependiendo del interés de turno, se burlaban, y agredían a los defensores de la naturaleza.
Fueron varios procesos administrativos, varios juicios en el Tribunal Contencioso Electoral, en la Corte Constitucional, que de a poco íbamos ganando y que al final permitieron llevar a las urnas, luego de 10 años, la consulta popular por el Yasuní.
Lasso, a pesar de sus múltiples declaraciones, puso toda su carne en el asador contra la consulta. Mandó abogados de Presidencia para que se sumen a los de Petroecuador, a los del Ministerio de Energía y Minas, a los abogados del Ministerio de Ambiente, de la Procuraduría, del Ministerio de Finanzas, para convencer a la Corte Constitucional que no dé paso a la consulta. Fracasaron, por falta de argumentos y razón.
Aceptada la pregunta, y ante la oportunidad de tener un serio debate sobre el extractivismo en este país, ya que los habitantes del Chocó Andino también lograban a la par que se pregunte a Quito si quieren o no minería en su territorio, Lasso llamaba a la muerte cruzada, y una consulta tan esperada corría el riesgo de opacarse ante una elección general adelantada.
La campaña no iniciaba pero la esperanza de tener un debate serio y responsable ya se iba esfumando ante la arremetida de cifras falsas y retóricas exageradas por parte de los intereses petroleros. De 120 millones saltaban a los 1200 y luego a los 16.000 millones de titular en titular.
Exautoridades, ahora funcionarios de organizaciones mineras lanzaban la mentira de la desdolarización; algunas personas, vaya usted a saber con qué incentivos, estuvieron dispuestos a jugarse su credibilidad académica, lanzando mentiras y exageraciones. Se instaló una campaña de terror. Entre las mentiras más icónicas de la campaña, fue aquella a la que nadie le quiso poner firma: el Perú nos robará el petróleo. Tampoco, al serles útil el argumento, tuvieron la decencia de desmentirlo oficialmente.
Desde una organización descentralizada, colectivos ciudadanos en todo el país se organizaron, desde sus respectivos cantones y provincias, para enfrentar la campaña. Lejos de partidos políticos hablábamos de biodiversidad, de los pueblos originarios, del deseo de avanzar a una economía post extractivista, a una sociedad más justa y solidaria. Se desmantelaban las mentiras, con frontalidad e inteligencia se dieron alternativas a los ingresos del ITT. Debatimos más que cualquier otro candidato presidencial. Tratábamos de darle a la consulta la profundidad que se merecía. Los obstáculos: el tiempo, los recursos, el gobierno y las falacias. Los aliados: organizaciones sociales, medios locales y digitales que, con gran independencia y responsabilidad, daban el ejemplo, a los medios tradicionales “nacionales” de Quito y Guayaquil, de independencia y profundidad.
Al final triunfamos, el Yasuní obtuvo más votos que los dos candidatos presidenciales finalistas juntos. Nos impusimos a la campaña del miedo y la mentira. El mundo publicó, luego de mucho tiempo, noticias positivas provenientes del Ecuador. Hemos dado un ejemplo concreto y efectivo de cómo combatir el cambio climático. En Quito el Chocó Andino y su lucha antiminera arrasaron. La sociedad ecuatoriana se pronunció a favor de alternativas económicas sostenibles y alejadas del extremismo extractivista que se quiere imponer violentamente en el Ecuador, ahora con la amenaza de que si no los dejamos vendrá otro tipo de extractivismo ilegal.
Esto no ha acabado, solo hace unas horas, el Ministro Santos Alvite salió a decir que no iba a respetar los resultados de la consulta, causando una ola de indignación que forzó al gobierno a desmentir oficialmente. La Cámara de Minería, cual bravucón de barrio, ha dicho que sin importar los resultados seguirá apoyando la minería en Quito. De manera grosera, abogados con supuesta trayectoria han salido a confundir entre figuras como consulta popular y consulta previa, o a ignorar el dictamen de la Corte Constitucional. Sabemos que los esfuerzos de aquellos que han medrado históricamente de la corrupción petrolera seguirán intentando hacerle un nuevo fraude a la voluntad popular. Los lobistas del petróleo seguirán diciendo que cualquier problema económico será causado por no explotar el Yasuní. Sin embargo aquí estaremos para defender esta consulta y para insistir en un futuro diferente, más justo y solidario en Ecuador.
Finalmente, es importante pedir que ambos finalistas presidenciales se comprometan a respetar los resultados de la consulta y no sucumbir a los caprichos personales de políticos que se sienten personalmente atacados por este resultado, caso Correa, o a los intereses de la plutocracia de donde provienen, caso Noboa.
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