
Consultor de organismos internacionales en temas de fortalecimiento de capacidades, políticas públicas, procesos educativos y de gestión ambiental. Con estudios de filosofía y antropología y autor de publicaciones sobre temáticas ambientales.
Se sabe que durante el último mes, tanto China como India han incrementado sus compras, con un descuento de hasta un 30%, del petróleo ruso. Y con el aumento de los precios, pese al descuento, el ingreso bruto para Rusia por la exportación de los hidrocarburos probablemente no habrá disminuido.
Todo esto en el contexto de una decisión de boicot de la Unión Europea para dejar de financiar a Putin su invasión a Ucrania. Según algunos cálculos, solamente las compras europeas de gas, petróleo y carbón, significan a la Federación Rusa un ingreso aproximado de mil millones de dólares diarios.
La explotación de los combustibles fósiles está en directa relación con dos fenómenos de afectación global: el cambio climático y las autocracias. Y habría que añadir uno más: la guerra. Y parecería que no hay suficiente conciencia acerca de la dramática urgencia de cambiar la matriz energética mundial.
La guerra en Ucrania ha colocado al cambio climático en un segundo plano y los altos precios de los combustibles fósiles hacen todavía más atractiva su explotación.
Pero “tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata”, porque si las autocracias y las grandes transnacionales extraen los combustibles fósiles es porque miles de millones de personas los consumimos todos los días. La voracidad por los combustibles fósiles no está disminuyendo a la velocidad esperada, pese a los importantes avances en ciertas regiones del mundo.
La dependencia de Europa del carbón, petróleo y gas rusos, es de tal magnitud que, ciertamente, constituye su Talón de Aquiles. Esta dependencia, además, implica un elemento de fragilidad en la construcción de la unidad europea
California, por ejemplo, con más de 40 millones de habitantes, logró hace pocos días, aunque por poco tiempo, la autosuficiencia energética con las renovables solares y eólicas. El 100% del consumo de energía eléctrica del Estado se consiguió con este tipo de energías. Un magnífico logro, más todavía si se toma en cuenta que resultará muy difícil, a cualquier aspirante a dictador, controlar la energía del Sol o la energía del viento.
La dependencia de Europa del carbón, petróleo y gas rusos, es de tal magnitud que, ciertamente, constituye su Talón de Aquiles. Esta dependencia, además, implica un elemento de fragilidad en la construcción de la unidad europea.
Y con la invasión a Ucrania seguramente las metas mundiales de control de las emisiones de gases de efecto invernadero deberán diferirse. EEUU anunció hace dos meses que liberaría más de 60 millones de barriles de crudo, para aliviar el mercado y contener los precios. Y todos los países europeos están buscando nuevos mercados para sostener el boicot a Rusia, y la Federación ya está colocando sus combustibles fósiles en otros mercados. En fin, un elemento adicional que, literalmente, coloca gasolina en el fuego.
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