
Abogado y periodista guayaquileño. Ha colaborado en medios impresos y radiales de su ciudad. Actualmente cursa una maestría en Derecho de Empresa.
Sin caer en la tentación de comentar sobre la coyuntura, me permito esta semana dedicar este espacio para rendir justo homenaje de gratitud a mi ciudad, Guayaquil que este nueve de octubre celebra 194 años de independencia.
La aurora gloriosa de octubre de 1820 ratificó la vocación por la libertad de nuestra ciudad y su gente, pero esa gesta histórica fue solo el inicio de una lucha constante. La tarea de defender la libertad no tiene fecha de caducidad para los guayaquileños que seguimos conquistando día a día la libertad con trabajo constante y espíritu guerrero.
Hoy Guayaquil es sinónimo de progreso en libertad, una ciudad que construye, suma, une, multiplica y progresa sin odios y sin miedos. Este puño de mujeres y hombres hace bastante tiempo aprendimos a ser parte de la solución y no del problema, comprendimos que solo se progresa siendo libres y solo se es libre luchando.
Ciudad de corazón generoso y amplio. No puede comprenderse a Guayaquil sin la filantropía. Debemos sentirnos orgullosos porque somos faro y puerto de la solidaridad latinoamericana. El espíritu solidario de los guayaquileños se ha manifestado en múltiples formas y ocasiones. Instituciones emblemáticas de esta ciudad han sido consecuencia y testigos clave de nuestra generosidad y alta sensibilidad por quienes más lo necesitan.
Los guayaquileños miramos a los ojos y hablamos con honestidad. Este es un pueblo que abraza con gratitud y cariño a quien lo sirve; pero no duda en castigar, con firmeza, a quien lo ofende. En palabras del ex presidente Carlos Julio Arosemena: “ser guayaquileño es tener una actitud ante la vida y una resolución ante la muerte."
Hablar de las guayaquileñas significa recordar un sinnúmero de canciones que intentan describirlas, como aquella de don Julio Jaramillo, que acertadamente llamó “Guayaquileña” y que me atrevo a citar en una de sus estrofas: “Guayaquileña linda florcita de primavera, de los jardines la más bonita por ser morena, guayaquileña te entrego toda mi vida entera, con mi canción también te dejo el corazón.”
El espíritu guerrero lo llevamos los guayaquileños desde la cuna hasta la tumba, por ello suscribo las palabras del Alcalde Nebot quien hace un par de años dijo: "Podemos y debemos seguir soñando. La meta es un Guayaquil donde las plagas del odio y del miedo no malogren la cosecha de libertad y progreso. Un Guayaquil de máximo bienestar, cuya magnitud física solo sea superada por la magnitud del orgullo y la felicidad de sus habitantes. Un Guayaquil capaz de aceptar cualquier desafío, de alcanzar cualquier objetivo, y de vencer a cualquier enemigo.”
Guayaquil es una ciudad que mira el futuro con optimismo y convierte en realidades sus sueños. Guayaquil siempre por la Patria, pero sin dejar de ser también Guayaquil por Guayaquil, una ciudad que seguirá defendiendo su derecho a progresar en libertad: sin odio, sin miedo y sin violencia.
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