
Profesor universitario, analista político y económico. Escribe para varios medios en América Latina.
El último sha de Persia inició una modernización con logros y fracasos que culminó cuando la revolución chiíta instaló la República Islámica del ayatolá Jomeini en 1978. El rechazo a la intervención de las potencias extranjeras en la era del sha y la exclusión de los beneficios del desarrollo alentaron al apoyo de una gran porción de la población. A partir de allí, la religión se convirtió en el centro de la vida política y social de Irán. Max Weber calificó al islam como confesión puritana. El islam integra el mundo religioso con el privado llevando a una absoluta teologización de todos los aspectos de la vida. Bajo el islam político se configura el poder y la política internacional. Las políticas de seguridad nacional de Irán se fundan en la confrontación con los enemigos externos, en esencia Estados Unidos e Israel.
En la actualidad, la economía del país depende de los ingresos petroleros y del gas natural. En los últimos años la economía tuvo serias complicaciones. Además está la presión por las sanciones de EE.UU. La opinión pública no es favorable y han alimentado fuertes protestas contra el régimen por el desempleo, la escasez y las denuncias de corrupción. Según algunas organizaciones más de 450 personas han sido asesinadas en la represión del gobierno tratando de poner orden. Por lo que existe una fuerte presión interna sobre el régimen para reorientar su política internacional para mejorar sus condiciones económicas. Pero ello significa cambiar los principales dispositivos que sostienen su actual marco ideológico y probablemente cambiar las relaciones de poder interno.
Según algunas organizaciones más de 450 personas han sido asesinadas en la represión del gobierno tratando de poner orden.
Este contexto es importante para comprender la situación actual. La eliminación del general Soleimani fue una medida inesperada del gobierno de Trump. Las alarmas se encendieron en todo el mundo ante una posible escalada del conflicto. Pese a las declaraciones de lado y lado, la respuesta de Irán fue un bombardeo sin víctimas, aunque los medios iraníes y los vinculados a la izquierda destacan más de ochenta muertos el gobierno de EE.UU. confirmó que no existe una sola víctima. Al parecer el gobierno iraní intenta calmar los ánimos internos y evitar una escalada que en cualquier caso es muy riesgoso para el régimen. La capacidad militar de EE.UU. es un potente disuasor.
El combate al terrorismo, el control de las armas nucleares, los intereses económicos, geopolíticos, el apoyo a Israel y la competencia de las potencias por la influencia en la región, se suma el desafío que lanza Trump. Los últimos mensajes del presidente estadounidense parecen colocar sobre la mesa de negociaciones una sola pregunta directa al régimen de los ayatolas: ¿guerra o paz? ni más, ni menos.
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