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21 de Octubre del 2014
Ideas
Lectura: 11 minutos
21 de Octubre del 2014
Andrés Ortiz Lemos

Escritor y académico.

Idi Amín y su simpático bufón de contrabando
La verdad es que a los Nicholas Garrigans, los Bob Astles y a otros funcionarios mercenarios, solo les interesa complacer de manera acrítica los caprichos del autócrata tropical que los ha contratado. Ellos conocen bastante bien que los regímenes autoritarios tarde o temprano terminarán lacerando las libertades básicas de las sociedades donde se enquistan, pero esto a ellos no les interesa. Después de todo están gozando de privilegios que jamás habrían soñado fuera del brazo protector del déspota que los ha traído a disfrutar de las mieles del poder.

En 1998 el periodista  Giles Foden escribió ¨El último rey de Escocia¨ una entretenida novela  que posteriormente fue llevada al cine. En esta obra se narran las peripecias de Nicholas Garrigan, un joven escocés recién graduado de medicina que viajó a Uganda en busca de aventuras, y terminó convirtiéndose en un incondicional funcionario del sanguinario dictador Idi Amin. La trama, cómica y siniestra por demás, podría haber pasado como una simple obra de humor negro de no ser porque el personaje que la inspiró fue real. Se llamaba Bob Astles y hacía gala de un servilismo tan exacerbado que no tardó en inspirar la leyenda del ¨mono blanco de Amín¨. 

Idí ¨Dada¨ Amín, el brutal líder ugandés, no se ganó el título de ¨carnicero¨ de la nada. En su descontrolado ejercicio de poder, asesinó a  cientos de miles de personas, torturó a todos sus críticos, y en caso de que quedase alguna duda de su ferocidad, exterminó a todos los elefantes de Uganda pues estos no le dejaban concentrarse adecuadamente durante el acto sexual. Idí era una persona de corazón sensible, deseaba ser admirado y reconocido, así que no dudaba en transmitir por televisión las decapitaciones de sus enemigos en caso de que a alguien se le pudiese olvidar quien estaba al mando de su pequeño imperio tropical. Dueño de un muy refinado sentido culinario, Amín era un ferviente practicante de la antropofagia (canibalismo) y recurrentemente incluía generosas porciones de carne humana en su abundante dieta.

Su delirante megalomanía (no carente de un peculiar sentido literario) lo hizo acreedor a fantásticos títulos nobiliarios (creados y otorgados por el mismo) como: ¨El último rey de escocia¨,  ¨El Conquistador del imperio británico¨, y ¨El señor de todas las bestias de la tierra y todos los peces del mar¨. Además, siendo líder de una nación que había abandonado recientemente la dialéctica colonial, Idi Amín tenía una peculiar necesidad de ser adulado por servidores europeos. En varias ocasiones ordenó que una comitiva de hombres blancos lo trasladen sobre su trono, como si fuesen esclavos medievales, ante las aclamaciones histéricas de sus seguidores. Pero representarse a si  mismo como un caudillo que había subyugado a los colonizadores, no era el único interés de Amín. El necesitaba legitimar sus políticas desde la ¨experticia¨ de asesores occidentales venidos del viejo continente.

Idi Amín tenía la costumbre de humillar a sus ministros en vivo a través de la televisión. En algunas ocasiones (como en el caso de su poco afortunado Secretario de Relaciones Exteriores) los reprendía severamente en público, para asesinarlos unas horas después, luego de la respectiva sesión de tortura. Varios funcionarios ugandeses honestos y preocupados por establecer mejoras en los servicios públicos de su patria, fueron perseguidos y tuvieron que exiliarse, como en el caso del Ministro de Salud Henry Kyemba, quien logró huir del país para salvar su vida y así evitar convertirse en la merienda del sangriento caudillo.

Pero mientras varios de los intelectuales y profesionales ugandeses estaban poco dispuestos a legitimar a través de su trabajo a esa orgía de sangre y brutalidad en la que se había convertido su país, Idi Amín siempre podía contar con una nutrida dotación de funcionarios mercenarios. Estos no tenían ningún problema en colaborar con el régimen criminal del ¨Carnicero de Uganda¨ a cambio de privilegiadas posiciones en la burocracia gubernamental y generosos bonos económicos.

Así pues mientras el ¨Ultimo Rey de Escocia¨ estaba sentado a la mesa degustando una suculenta rebanada de mano humana asada al ajillo, este no  tenía más que chasquear los dedos para que su servil colaborador británico Bob Astles le lea un informe acerca de las ventajas de expulsar a los habitantes de origen asiático del país (cosa que efectivamente ocurrió en 1972). Si Idi Amín chasqueaba sus dedos dos veces, Bob le aconsejaba con soltura las mejores maneras de esgrimir un efectivo discurso antisemita (en una singular ocasión, el jefe, dijo públicamente que Hitler no había matado suficientes judíos). Si Idi Amín chasqueaba sus dedos tres veces,  Bob Astles daba un alarido inaudito, saltaba sobre una silla y bailaba desaforadamente, con el rostro desencajado,  al ritmo de un acordeón de fantasía, ante los aplausos generosos del dictador, quien todavía estaba degustando las deliciosas médulas óseas de algún opositor.

Por supuesto servir a un tipo como Amín era peligroso como jugar a las manitos calientes con un tigre de bengala. Tanto Nicholas Garrigan,  el personaje de la novela de Fode, como Bob Astles el sujeto real que inspiró el relato, veían con espanto los excesos de su criminal jefe. Pero ambos desoían estoicamente los gritos desgarrados de su conciencia a cambio de un nivel de vida extraordinario que jamás hubieran podido tener en sus lugares de origen. Así pues Garrigan era un simple médico, recién graduado, que de haberse quedado en Escocia hubiera tenido que acceder a los puestos más bajos del escalafón y permanecer trabajando en turnos nocturnos de hospitales provinciales, durante varios años, antes de poder acceder a una posición más remunerada. Por otro lado Bob Astles no era más que un soldado raso, que de haber permanecido en Gran Bretaña hubiera tenido que conformarse con ser guardia de seguridad en algún banco de provincia o a lo mucho ser quebrantahuesos en la puerta de alguna discoteca de mala muerte. Pero ahí, junto a su líder, él se había convertido en un hombre importante. Llegó a ser director del servicio aéreo de Uganda y uno de los asesores más influyentes y poderosos de Amín. Por supuesto el líder valoraba y pagaba muy bien por el servilismo acrítico.

Desde luego la asesoría servil de este tipo de funcionarios, más preocupados en complacer y entretener al delirante caudillo que en el destino de Uganda, generaron innumerables catástrofes. Así pues la expulsión de ciudadanos de origen asiático devastó la vida comercial del país; la persecución de intelectuales críticos aniquiló el sistema de educación de Uganda; la intimidación de gestores de opinión pública destruyó los medios de comunicación;  la intimidación encarcelamiento y tortura de estudiantes erosionó gravemente el frágil apoyo popular del régimen; y las torpes aventuras antisemitas del gobierno causaron sonados chascos,  como el fallido secuestro de  un avión comercial lleno de civiles judíos, en el aeropuerto de Entebbe, que dejó en ridículo al Ejército ugandés. Finalmente, estrangulado por su propia deformidad, y gracias a la ayuda internacional, el régimen de terror de Idi Amín Dadá colapsó en 1979.

La verdad es que a los Nicholas Garrigans, los Bob Astles y a otros funcionarios mercenarios, solo les interesa complacer de manera acrítica los caprichos del autócrata tropical que los ha contratado. Ellos conocen bastante bien que los regímenes autoritarios tarde o temprano terminarán lacerando las libertades básicas de las sociedades donde se enquistan, pero esto a ellos no les interesa. Después de todo están gozando de privilegios que jamás habrían soñado fuera del brazo protector del déspota que los ha traído a disfrutar de las mieles del poder.

En 2010 Eneko Compains Silva, vinculado al brutal grupo terrorista ETA, fue contratado para viajar a Venezuela a fin de  asesorar al gobierno de Hugo Chávez en temas jurídicos. Eneko iba a prestar sus  eruditos servicios desde la polémica fundación CEPS, misma que habría recibido  al menos 3,7 millones de euros del Gobierno de Venezuela (El PAIS 17-07-2014). Al final este simpático etarra no pudo cumplir su sueño de soltar conmovedores alaridos de alegría y bailar alegremente sobre la mesa tocando un acordeón de fantasía para su nuevo jefe, pues la policía (que siempre vigila) ¨le puso el guante¨ colocando su humanidad a buen resguardo en una cárcel común, justo antes de consumar su anhelado viaje.

Desde luego no voy a comparar al buen Hugo Chávez con Idi Amín, no sería justo, y los casos son totalmente distintos. Lo dejo claro. Pero si puedo comparar a Eneko Compains Silva (quien pretendía dar cátedra de derecho constitucional, en un país del tercer mundo, sin haber acabado su programa universitario) con Bob Astles, fungiendo como asesor principal de un presidente desde su formación de soldado raso. De hecho la región andina ha acogido generosamente a varios personajes de estas características. 

En caso que al amable lector le interese saber como termina nuestra historia, bástese decir que Eneko, el etarra soñador, tenía muchos amigos en su polémica casa club (CEPS) los cuales sí llegaron a completar sus viajes y prestar las anheladas asesorías en varios países latinoamericanos. Probablemente uno de los más prestigiosos sea el elocuente Pablo Iglesias, conocido líder del grupo político Español ¨Podemos¨. Su rostro es bien conocido, usted puede encontrar fácilmente fotografías suyas donde departe alegremente con importantes personalidades políticas de diversos países.

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