
El correísmo atraviesa el pico más alto de su indolencia. 180 agresiones en contra de mujeres activistas, 1400 violaciones a la libertad de prensa, y más de 300 dirigentes criminalizados en 9 años de gobierno, es el saldo de la naturalización de la intimidación en la política. Se suman los más de 170 diferentes insultos que el presidente Correa profiere al año en sus sabatinas en contra de sus críticos y otras afirmaciones que mezclan ofensas, burlas y amenazas.
Cada sábado, desde su tarima, ordena prisiones, dicta sentencias, define la política pública, gobierna el Estado y actualiza su breviario moral de obligatorio cumplimiento para todos. También embiste con galantería a sus funcionarias y fustiga toscamente a sus críticos, sobre todo si se trata de asuntos de administración. ¿Qué nos pasa como sociedad si aceptamos sin indignarnos?
En estos últimos días la indolencia salpicó a los enfermos con cáncer, al brutal asesinato de las mendocinas en Montañita y a la salud de los jubilados. El primer mandatario aseguró que no le interesa la crisis de SOLCA. Que la deuda de 130 millones de dólares que el gobierno mantiene con esta fundación no es tal y que ellos mismos, los directivos de esta institución, antes de dirigirle la palabra, deberán reconocerse como mentirosos antes pedir una reunión con él.
Pero eso no es todo. En la última sabatina, el presidente Correa calificó como “absolutamente ilegítima”, “privatizadora” y “torpe” la ley que consagra la atención en salud a los jubilados. El presidente se preguntó: “¿Por qué el gobierno central tiene que pagar la atención de salud de los jubilados?”.
A las universidades Andina y FLACSO también amenazó con retirar el aporte estatal de 32 millones de dólares o a los gobiernos seccionales, el 85% de sus rentas. Para ambos casos utilizó el calificativo de “ilegítimos” por recibir este aporte del Estado. Lo dicho significaría que no son legales estas contribuciones hechas por los ciudadanos a través de los impuestos y entregadas de forma obligatoria por el Estado.
Si el mal ejemplo viene precisamente de quien tiene el encargo de gobernar, como era de esperarse, sus adeptos aportan ninguna lucidez y más indolencia. Cristina Rivadeneira, la renunciada subsecretaria de Turismo justificó el cruel asesinato de las turistas argentinas “por andar solas”. Jorge Jurado, embajador de Ecuador en Berlín, dijo que exasperar a la opinión pública con este tema es parte de una “conspiración en contra de la revolución ciudadana”. Betty Carrillo, asambleísta correísta, afirmó que los pacientes con cáncer no podrían morir por la falta del aporte estatal, sino “porque están enfermos”.
¿Qué nos obliga a todos a acostumbrarnos a esta indolencia, machismo, misoginia, clasismo, prepotencia y frivolidad de unos pocos enquistados en el poder?
El presidente ahora dice que no le interesan estos sectores porque son ilegítimos. Entonces ¿qué es legítimo, señor presidente? ¿Que los ecuatorianos paguemos por las carreteras y la infraestructura más costosa del mundo moderno? ¿Que financiemos al tercer gobierno más ineficiente en términos de crecimiento de la región, según la CEPAL? ¿Que estemos en el sótano del desarrollo acompañados de Brasil y Venezuela, países cuestionados por sus pésimo manejo económico y por las denuncias de corrupción en contra de sus gobiernos?
80 mil pacientes son atendidos al año en SOLCA, muchos de los cuales son referidos por las clínicas y hospitales del sistema público de salud. Solo el núcleo de Cuenca recibe 20 pacientes diarios, desde el Ministerio de Salud. En menos de 25 años, únicamente el núcleo de Quito ha atendido a cerca de 50 mil pacientes. En el núcleo de Loja ya es un año desde que la institución no recibe las asignaciones para la compra de medicinas.
Pero al presidente Correa le irrita que le muestren esta realidad y se sulfura con las presiones de los enfermos, de los jubilados, de los gobiernos locales o de los universitarios. Que “está cansado del país”, dijo, y que ya no le preguntemos más de estas cosas, que no le interesan y que si eso no nos gusta “¡pues qué pena!”.
Así es el indolente. Así mismo son sus aprendices.
@ghidalgoandrade
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