“Intifada Revolution, there is only one solution.”
(Consigna de estudiantes universitarios en Estados Unidos)
Una estudiante de tez blanca, delgada, pelo lacio y rasgos finos es sujetada del brazo, esposada y subida a un patrullero. Su rostro refleja indignación y angustia. Aunque es frágil y está a punto de llorar, el brillo de su mirada conserva decisión y rebeldía. Este rostro de inocencia encarna el conflicto entre democracia y poder; entre resistencia y miedo. Desde el inicio de la intifada estadounidense, más de 2500 estudiantes han sido apresados en las multitudinarias protestas a favor del pueblo palestino y en contra del genocidio israelí. Los estudiantes de Estados Unidos han despertado, se enfrentan a una democracia que criminaliza la protesta cuando se va en contra de los intereses económicos hegemónicos.
Miles de estudiantes y profesores de más de sesenta universidades norteamericanas sorprendieron al mundo, hace dos semanas, al iniciar protestas pacíficas en contra de la ocupación en Gaza. El valor simbólico de esta protesta es incuestionable porque se trata de un segmento letrado, conocedor de política, historia, sociología y antropología que tiene claro el brutal manejo geopolítico de Biden y la OTAN al financiar un genocidio en nombre de la democracia. La avalancha pacifista de los estudiantes universitarios, tiene algunos elementos similares a los del movimiento estudiantil, de inicios de los setenta, en contra de la guerra en Vietnam. Aquí también los jóvenes han instalado campamentos dentro de predios universitarios para recordarle al mundo que es imposible guardar silencio ante la locura bélica del imperialismo.
Mientras las banderas palestinas flamean en los campamentos universitarios, las autoridades han amenazado a los estudiantes movilizados con expulsiones y retiro de becas. La policía de New York ha desalojado por la fuerza a los estudiantes que ocupaban el campus de Columbia quienes se entregaron pacíficamente. Por otro lado, los estudiantes de UCLA han manifestado que resistirán hasta que termine la ocupación en Gaza. Los paradigmas sobre libertad de expresión, derecho a la resistencia, inviolabildad de predios universitarios nuevamente han sido irrespetados por el gobierno, que intenta demonizar a miles de estudiantes tachándolos de vándalos y cómplices de terroristas.
Biden y Trump acusan al movimiento de ser antisemita. Lo real es que los jóvenes se oponen a una ocupación violenta de Israel en Palestina que lleva décadas impulsada por el supremacismo sionista. La reacción de jóvenes proisraelíes en contra de los estudiantes que apoyan la libertad en Gaza ha sido violenta, lanzando gas pimienta y fuegos artificiales a las tiendas de campaña en UCLA y otras universidades.
El dinero de nuestras colegiaturas es el mismo que compra bombas para acabar con Gaza ha señalado una de las integrantes del movimiento propalestina. La contradicción del gobierno de Biden es total: asigna más de 30 billones de dólares al sionista Netanyahu mientras continúa cobrando cuantiosas deudas a los becados universitarios. El mensaje de los estudiantes para el gobierno norteamericano es claro, inviertan en educación, no en genocidio. La distopía de lo que sucede en Gaza ha removido la mente de una generación de estudiantes que se sienten respaldados por la mayoría de jóvenes en el mundo, algunas universidades europeas ya han replicado a la sorprendente intifada norteamericana.
El movimiento propalestina estadounidense conmueve y al mismo tiempo nos obliga a tomar una posición más activa en contra de una guerra cobarde, con la que el sionismo ha segado la vida de más de 35000 inocentes. Ser joven no es solamente tatuarse, subir vídeos a TikTok y escuchar reggaetón. Ser joven es una condición de permanente cuestionamento frente a la injusticia. Lo que sucede en Gaza no es guerra, es fascismo puro, por parte de Netanyahu, Biden y los gobernantes europeos que siguen burlándose de la ONU y del derecho internacional. La democracia occidental es un simulacro, los paradigmas de libertad, igualdad y confraternidad están desapareciendo. Los estudiantes universitarios de la intifada estadounidense no son terroristas, son seres sensibles que han despertado y todavía tienen la valentía para romper el silencio de una civilización distópica y enferma.
Mayo suele ser el mes de la rebeldía estudiantil, lo fue en París de 1968, ahora la antorcha la recibe Estados Unidos.
Dios no existe, Gaza sí.
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