
En el 2013, el entonces candidato a la presidencia Guillermo Lasso en una entrevista en radio Águila anunciaba: “He planteado que en mi gobierno no explotaremos el Yasuní ITT. En Ecuador seremos responsables.” Declaraciones que en su momento marcaron un hito en el debate público, pues el país se encuentra atravesado, para bien y también para mal, por el desarrollo económico basado en el extractivismo petrolero principalmente. Es necesario recordar también que, durante el último proceso electoral, el hoy presidente Lasso señalaba en una reunión con el colectivo Frente al Ambiente que en caso del Yasuní se crearía una veeduría ciudadana para evaluar el impacto de las actividades desarrolladas durante los gobiernos anteriores y que si la consulta popular sobre el Yasuní tenía vigencia él la “respetaría”.
Sin embargo el tiempo cambia y desafortunadamente las promesas también. La semana pasada el presidente Guillermo Lasso anunció el inicio de la explotación petrolera en el campo Ishpingo A, dentro del bloque ITT en el Parque Nacional Yasuní. Ishpingo es el tercer yacimiento y el más importante del conocido como Bloque 43. En este lugar el gobierno tenía previsto desarrollar 10 plataformas, ocho de las cuales se encuentran en la Área de Amortiguamiento de la Zona Intangible Tagaeri Taromenane (ZITT), una franja de diez kilómetros que protege a la ZITT y en consecuencia el hábitat de los pueblos indígenas aislados que habitan en el Yasuní.
Sostener un discurso populista y falaz, que intenta entretener y distraer a la ciudadanía con la ilusión de que se puede duplicar la explotación de crudo en el país, no solamente es un desatino sino una falta de respeto a los ecuatorianos que, equivocados o no, le dimos nuestro voto
En 1989, la región del Yasuní fue declarada Reserva de Biósfera por la UNESCO, y comprende el Parque Nacional Yasuní como su zona núcleo, el territorio de la nacionalidad Waorani como su reserva étnica y la zona intangible Tagaeri Taromenane, hogar de estos dos pueblos aislados. Se la considera como una de las zonas con mayor biodiversidad del planeta, en la cual, pese a que la academia ecuatoriana ha hecho un esfuerzo muy importante por investigarla, conocemos aún muy poco.
Queda claro que la riqueza de la Amazonía en general, pero en particular en la Amazonía del Ecuador se encuentra sobre la tierra y no en el subsuelo; el planeta entero debate en este momento la necesidad urgente de mantener los combustibles fósiles bajo tierra, en especial en lugares tan únicos como el Yasuní. Sostener un discurso populista y falaz que intenta entretener y distraer a la ciudadanía con la ilusión de que se puede duplicar la explotación de crudo en el país no solamente es un desatino sino una falta de respeto a los ecuatorianos que, equivocados o no, le dimos nuestro voto creyendo en su palabra.
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