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23 de Marzo del 2015
Ideas
Lectura: 7 minutos
23 de Marzo del 2015
Cristina Burneo Salazar

Docente de la Universidad Andina Simón Bolívar. Trabaja en Letras, género y traducción.

Jauría, no rebaño
Cada una de esas personas sabe que su protesta fue legítima y relevante. Y en cada grupo minoritario que estuvo en las calles de muchas ciudades durante ese día y esa noche, este Gobierno ha tenido presos. Todos hemos perdido algo. A todos nos han dado un golpe bajo. Por eso, las minorías se unen.

A pesar de no venir del mismo lugar y no compartir una misma historia,
tengo la sospecha de que es posible apelar a un “nosotros”, pues todos
tenemos alguna noción de haber perdido a alguien. 

Judith Butler

Las minorías no son insignificantes, estúpidas, manipulables ni irrelevantes. Tampoco son silenciosas por ser minorías, todo lo contrario, lanzan su voz desde lo colectivo, se mueven en jauría, no en rebaño. En la jauría, cada uno reconocerá a los suyos, escribe Gilles Deleuze, y en ese andar de lobo que sabe y que busca, nos encontramos a medio camino unas personas con otras por voluntad propia. Deleuze también escribe que cuando estamos en jauría, quien tome la voz o la palabra necesariamente hará de ello un acto colectivo, y lo que diga será necesariamente político. Cada quien encontrará su propio tercer mundo para responder desde allí y para hermanarse con otros terceros mundos. Las voces de la jauría se suman y acuden, no obedecen. Las minorías son vindicativas por naturaleza, porque se saben contrariadas por el Estado, que homogeniza, coerciona y busca una fuerza universal que las controle. Las minorías están hechas de seres vulnerables, las unen su precariedad y su necesidad urgente de legitimación. Ahí está su enorme fuerza. Nuestra fuerza está en lo que nos falta, que es lo que demandamos.

Los cuatro pelagatos, que en verdad sumamos cientos de miles, conformamos minorías plurales y  múltiples hechas en la indignación. Lo valiosísimo del 19M, que no nos pueden quitar los discursos destemplados y desesperados, es que esas minorías pactaron en el espacio público y se hicieron visibles. Cada una de esas personas sabe que su protesta fue legítima y relevante. Y en cada grupo minoritario que estuvo en las calles de muchas ciudades durante ese día y esa noche, este Gobierno ha tenido presos. Todos hemos perdido algo. A todos nos han dado un golpe bajo. Por eso, las minorías se unen.

Cuando el mandatario se queja, con la serenidad y apertura democrática que lo caracterizan, de que las demandas de la población son “dispersas y contradictorias”, no quiere leer en esas demandas el descontento general, ¡por eso son tantas y tan distintas! Su estado de negación es realmente preocupante, así como su autorreferencialidad, por llamarla de alguna manera. Los actos en Riobamba sólo le sirvieron para hacer apresar a dedo a varios jóvenes y para ponerse en el centro de la escena que, relataba él mismo en la sabatina, era como de película. Yo en el centro. Yo en una escena de una película de acción. El Correamóvil de fiesta, música, hermandad, y aparece una turba enardecida con botellas, de la nada. El relato en la sabatina se pone épico. El héroe se ve amenazado, no le han advertido que los jóvenes criminales vienen por él. Cárcel para once es la próxima escena. Y un regaño a su Sancho, José Serrano, por no haber sido suficientemente represivo en Quito. ¿Cómo así que no hay detenidos? Pero hay veinte que están siendo investigados, aclara la garganta el ministro y explica que sí, que sí hizo su trabajo.

El 19M salieron las organizaciones de trabajadores, la Conaie, los movimientos indígenas, que nos convocaron. Salieron los estudiantes secundarios, a los que, simbolizados por el Mejía, el ministro Augusto Espinosa desafió a ser “machitos” para aceptar las sanciones por manifestar en septiembre. Las madres y los padres de esos mismos estudiantes se arrodillaron frente al Estado para pedir clemencia. Salieron los médicos. El gobierno, que busca la dignidad propia en la deslegitimación de su ciudadanía, amenaza a esta comunidad todo el tiempo con la importación de médicos cubanos, que “sí trabajarán” por cualquier salario con sacrificio y entrega. Discurso perverso y beato que enfrenta a nacionalidades migrantes con la fuerza laboral ecuatoriana y abusa de todos: de quienes necesitan migrar y de quienes necesitan trabajar. Impecable explotación de la xenofobia por parte del Estado. Salieron los activismos ambientales, en donde hay presos, comunidades sitiadas, el engaño de la Iniciativa Yasuní ITT, que quiso utilizar a los jóvenes, “creer en ellos”, en discursos con lágrimas y todo. Salieron los migrantes retornados, que se llamaron a sí mismos “retornados abandonados”, trofeos de la tierra prometida. Salieron grupos de jubilados, que no deberían estar preguntándose cómo carajos van a comer mañana, cuando les sigan recortando la jubilación. Salieron las mujeres, perseguidas y burladas sistemáticamente por discurso oficial tan burdo que este artículo, por ejemplo, lo califica de misoginia de Estado. Salieron amas de casa, madres de perseguidos políticos, madres y familiares de personas presas.

Incluso, salió gente que históricamente no ha tenido necesidad de manifestar y que quizás no se siente minoría. Preocúpense, señores del gobierno, si gente que no vive en la precariedad de la mayoría de la población, que tiene recursos contra la pauperización, decide salir a las calles. Preocúpense si salen hasta quienes no tendrían por qué salir, a pesar de las dudas que tengamos frente a los privilegios que percibimos. De seguro, en esas familias habrá jubilados perjudicados; mujeres que han sufrido varios tipos de violencia; personas con discapacidades que el Estado no sabe incluir. Todos estamos perdiendo algo.  

Pero, sobre todo, preocúpense porque los grupos históricamente organizados en este país no tienen miedo y nos mantienen despiertos. Las tretas del desalojo de la Conaie; la insistencia en manipular a las comunidades amazónicas queriendo “desarrollarlas”; la coerción a los servidores públicos; el endeudamiento permanente; el desprecio sin nombre a las mujeres; el abuso de poder; el autoritarismo; el control de la opinión pública, que los obsesiona; la persecución; el hecho de hacer pagar a la ciudadanía el gasto público desaforado, nos juntó ese día en las plazas. No nos manipuló nadie, no somos cientos de miles de infiltrados. Somos jauría, no rebaño.

[PANAL DE IDEAS]

Alexis Oviedo
Juan Carlos Calderón
Rodrigo Tenorio Ambrossi
Consuelo Albornoz Tinajero
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Diego Chimbo Villacorte
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