Estados Unidos ha pasado en cuatro días de la máxima tensión y abatimiento a una euforia renacentista que contrasta con el frío otoñal y la pandemia. La razón: el triunfo del candidato demócrata Joe Biden. Biden, quien no entusiasmaba mucho a sus simpatizantes por su falta de carisma, se levantó como la única opción para enfrentar a una de las tendencias fascistoides más peligrosas del siglo XXI, la del flamígero Donald Trump, el presidente populista-nacionalista, racista, anti ciencia y ecología. El mundo ha respirado, en medio de tantos avatares causados por la COVID-19, porque ha triunfado un candidato que todavía cree en la ciencia y en las instituciones democráticas.
Claramente la opción Biden fue un voto anti-Trump porque el ex presidente republicano manejó caóticamente la pandemia, minimizando los riesgos del coronavirus, “coronavirus es una gripe”, “tómense cloro”, fueron alguna de las frases pronunciadas por éste. Tanta irresponsabilidad respecto a un virus poco conocido provocó un caos sanitario en la nación más poderosa del mundo, por ello Estados Unidos es el país con más contagios y defunciones por COVID-19 en todo el mundo. Por citar algunas cifras al azar: en Rusia 30.000 personas han fallecido a causa del coronavirus; en EE.UU. la cifra asciende a 250.000 víctimas por la “gripe” tan menospreciada por Trump. Si Trump no quiso escuchar a científicos que formaban parte de su gabinete como Fauci, debió escuchar al magnate Bill Gates quien lo dijo enfáticamente: 2020 es un año perdido para la economía, hay que cerrar la economía. Trump no lo hizo, se burló del uso de la mascarilla, igual que Bolsonaro y otros presidentes de la región. ¿Quiénes pagaron la cuenta de tanto desprecio a la ciencia? Miles de millones de habitantes, que entre aturdidos y agotados recibieron mensajes extremadamente contradictorios y confusos. Trump no entendió que éste era el momento para unir a la humanidad, a través de la comunidad científica, la única que podía trazar líneas algo seguras para evitar tanto sufrimiento.
2020 ha sido un año de quiebre de muchos paradigmas, la naturaleza frente al extractivismo descomunal del homo sapiens ha reaccionado con un nuevo virus que tiene que ser asumido, entendido y enfrentado. Los primeros en asumir esta batalla deben ser los gobernantes, por ello burlarse del cambio climático o devastar la selva amazónica no son actos aislados de presidentes, son políticas anti ecologistas que generan más peligro para nuestra especie. Trump era un oscuro exponente del capitalismo protestante con su “maximun bonum” como religión. Si el máximo líder de la nación más poderosa se burla de las medidas de bioseguridad y apuesta todo a la “inmunidad de rebaño” obviamente se darán más contagios y más fallecidos por COVID-19.
Giordano Bruno decía que ignorancia y arrogancia son dos hermanas inseparables en un solo cuerpo y en una sola alma. Creo que Trump conjugaba bien ambas características, era un millonario mafioso que agotó la paciencia de más de la mitad de su país con su forma de gobernar.
Giordano Bruno decía que ignorancia y arrogancia son dos hermanas inseparables en un solo cuerpo y en una sola alma. Creo que Trump conjugaba bien ambas características, era un millonario mafioso que agotó la paciencia de más de la mitad de su país con su forma de gobernar. Trump era el paradigma de una américa anti-ciencia, racista, machista y que para colmo estaba quebrada porque Trump no pensó en distribuir la riqueza durante su gobierno, los abismos económicos crecieron. Contra esa América ignorante y prepotente es la que 75 millones de votantes dijeron: basta. Y aunque la diferencia es solo de 5 millones de votos, reflejando una grieta política y cultural profunda, existe la posibilidad de una nueva era donde el respeto a la ciencia se constituya en la piedra angular de cualquier decisión política y económica.
Para la victoria de Biden fue fundamental la participación de grupos feministas, ecologistas, anti racistas (Black lives matter) y sobre todo de la academia y sus científicos. Recordemos que Scientific American, una de las más prestigiosas revistas, apoyó a Biden.
Uno de los primeros anuncios de Biden, después de la victoria electoral, fue regresar al “Acuerdo de París” sobre el cambio climático. El otoñal líder demócrata junto a su binomio Kamala Harris podrían ser el renacer de una Norteamérica más humanista y con políticas a favor del medio ambiente y el combate a la pandemia desde una perspectiva de máxima cooperación entre naciones. Soñar no cuesta nada.
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