
Economista y Magister en Estudios Latinoamericanos.
@giovannicarrion
Hemos de coincidir que la Asamblea Nacional es una de las instituciones que mayor crítica ha recibido en los primeros cien días de su gestión. El actual parlamento, hasta el momento, muy poco se diferencia del legislativo anterior el cual alcanzó niveles de aceptación increíblemente bajos.
Recordemos que, al momento de la posesión de los asambleístas, hubo el ofrecimiento de cumplir un trabajo eficiente, transparente y apegado a lo que dispone la Constitución en cuanto a sus dos funciones fundamentales: legislar y fiscalizar.
Pero no, la realidad habla de otra cosa. Se han reeditado, según denuncias, prácticas opacas que han colocado en el ojo de la tormenta a varios asambleístas y a sus asesores.
Que una alta autoridad de la función legislativa esté señalada con el dedo índice por una supuesta gestión de cargos públicos, es por demás censurable. Todo esto a pesar que la Constitución de la República en su Art. 127.3 expresamente lo prohíbe. Pero eso no queda ahí. Ahora mismo han trascendido chats en los que, presumiblemente, estarían inmersos otros funcionarios en el ofrecimiento de puestos de trabajo.
Y es que resulta bastante extraño que de la nada aparezcan nombres para ocupar puestos en la administración del estado y de alguna manera estén conectados a la sombra de algún actor político.
Pero claro, lo que se presenta ante la ciudadanía es que tal o cual designación fue producto de la evaluación del ministro o ministra del ramo, que está en función de los méritos excepcionales del candidato o candidata, cuando todos sabemos que en este país donde la democracia es de oropel y la meritocracia vale menos que un bolívar venezolano, lo que predomina es el compadrazgo, el pago de favores políticos, el cobro de diezmos, etc. Lamentablemente, la casa del pueblo no ha estado libre de esos escándalos.
Por otro lado, también queda en la retina de una sorprendida e indignada opinión pública la arenga de una asambleísta con aquello del dislate: ‘si roben, roben bien, justifiquen bien, pero no se dejen ver las cosas compañeros’. Acaso, ¿podemos caer aún más bajo?
No olvidemos que el combate a la corrupción debe ser frontal, por lo que no se deben admitir dobleces o posiciones tibias. Hay muchos casos que deben ser esculcados. Hace poco, el ex presidente Lenín Moreno, salió del país con el justificativo de dictar charlas en una universidad americana. Esperemos que su estadía en la Florida no dure tanto como aquella asistencia a esa ‘célebre’ –y por lo visto animada- boda del hijo de un ex correista ahora con problemas migratorios en los EE.UU.
Quizá lo que la Asamblea Nacional, en estos meses, pueda exhibir como un punto a su favor es la censura, por unanimidad, del ex contralor Pablo Celi, hoy también detenido. Eso es así, pero es evidente que, en ese proceso de fiscalización, en consideración a las pruebas exhibidas, ya nadie quería cargar con el peso de un cadáver político.
¿Quién nos asegura que con menos asambleístas o con dos cámaras: una alta y otra baja, la gestión del Legislativo será más eficiente, más transparente?
Así, frente al desprestigio de la función legislativa se habla de reducir el número de asambleístas o de transformar a la asamblea en dos cámaras, con diputados y senadores, en el propósito de mejorar la calidad del trabajo.
Empero, no podemos caer en el error de creer que la calentura está en las sábanas. ¿Quién nos asegura que con menos asambleístas o con dos cámaras: una alta y otra baja, la gestión del Legislativo será más eficiente, más transparente?
En uno u otro escenario, los legisladores son personas de carne y hueso: hombres y mujeres. Entonces, el punto medular está en la clase de postulantes que los partidos o movimientos políticos presentan al pueblo como sus candidatos. El análisis comienza desde ahí, en cuanto a las credenciales morales, éticas, de competencia y calidad del futuro representante.
Sin duda, nos hace falta mucho camino por recorrer, pero debemos dar el primer paso como ciudadanos responsables. El mejoramiento de la cultura democrática ecuatoriana está vinculado estrechamente a un tema educativo, de formación y cultivo de valores. No lo olvidemos...
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