
Escritora. Es profesora de castellano y literatura y articulista en varios medios de comunicación.
Del informe del presidente al pueblo ecuatoriano el reciente 24 de mayo, se pueden resaltar unos fragmentos: al final de su discurso, la presidenta de la Asamblea Nacional declaró que a la causa, la patria, la revolución, la lucha, perdón, “el proceso”, hay que “ponerle corazón” y, para que se la entendiera mejor, tradujo: hay que “ponerle shungo” al tiempo que se llevaba la mano al pecho: la elocuencia del vacío en su ya conocido tono, el mismo que había empleado cuando se incluyó entre los muchos que no tenían nada, lo que, claro, le hizo citar la canción que manda a “los ricos” a comer mierda.
Pero a la señora Rivadeneira, graduada hace poco con un título de tercer nivel –a ella le llena de orgullo ser una bachiller reciente- le ha sido mucho más sencillo que a millones de ecuatorianos de larga vida profesional o laboral adquirir una mansión de por lo menos 250 mil dólares, lo que evidencia que, a veces, uno debe tragarse sus propias palabras y que estigmatizar a “los ricos” si una lo es, resulta un poquito cínico... Sí, ya se sabe, en tiempos de la revolución ciudadana una casita de esas es propia de la clase media.
Un fotógrafo de modas habría podido hacer un bonito trabajo captando el movimiento cadencioso de la señora presidenta cuando coreaba: “¡Reelección, Reelección” con la mirada puesta en el presidente y, al final, mientras agitaba su brazo izquierdo para gritar la consigna: “¡No queremos y no nos da la gana ser una colonia norteamericana. Sí queremos y sí nos da la gana ser una patria altiva y soberana!”. La demagogia del vacío voceada, de pie, por la multitud de muy bien pagados funcionarios gubernamentales que saben de lo que están hablando.
Hubo, en medio de los discursos oficiales, un desfile de artistas, y no hay duda de lo bonito que cantan los hermanos Miño Naranjo y las Tres Marías y la mujer vieja de hermosa voz que entonó “Pasional”. A ella se le puede perdonar todo... Dejamos fuera de la lista de los buenos intérpretes, –que los hubo no cabe duda- al excepcional Hugo Idrovo, autor de estos versos inmortales: “Tenemos certeza de estar en lo cierto. Vamos en el rumbo, el camino correcto...” ¿Qué es más que la certeza de estar en lo cierto? Cualquier otra línea poética es nada. El tono lírico y épico de la canción dio paso, cuando el público estaba a punto de caramelo, del discurso del presidente.
Si en el discurso presidencial llamó la atención la advertencia sobre nuevos impuestos a quienes hereden propiedades de un valor desde los 35 mil dólares, dejó aun más sorprendido al público el anuncio de que hay corruptos entre los asambleístas del partido de gobierno y que serán ejemplarmente sancionados.
Lo primero, porque ¿no es una desmesura que quienes hereden una casita de algo más de 30 mil dólares deban pagar gravámenes? -piénsese, solo como referencia, en los préstamos que hace el Estado para mansiones-, y lo segundo, porque da la sensación de que un mandatario de régimen totalitario estuviera ordenando la purga de algún traidor o detractor; si bien se puede tratar de alguien que cometió algún acto delictivo, ¿no merece un juicio justo y el derecho a la defensa? ¿Se tiene que anunciar en el informe anual a la nación una medida disciplinaria y/o jurídica de esta índole? ¿Tiene que hacerlo el mandatario de la República?
Todo lo que ha venido después es aun más sorprendente: iniciales de los imputados, fotos trucadas, entrega de pruebas como vídeos captados sin orden de juez y con desconocimiento de los implicados, apresamiento de la asambleísta en cuestión -aunque debiera merecer algún tipo de protección y garantías, por más culpable que fuere- y de otros, a quienes se da solo el nombre de pila, declaraciones del vicepresidente... Expertos dicen que debían actuar otros operadores de justicia para comprobar los delitos y que hay una serie de pasos erráticos, pero parece que ya todo estuviera decidido desde siempre y hasta siempre.
Como se ve, ha habido de todo: pasiones, shungo, consignas de la vieja izquierda antiimperialista ahora instalada en el poder, amenaza de nuevos impuestos, súbito y sorpresivo develamiento de corruptelas secretas que alguien saca a la luz del modo más extraordinario... “La certeza de estar en lo cierto.”
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