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15 de Julio del 2019
Ideas
Lectura: 5 minutos
15 de Julio del 2019
Jean Cano

Periodista de investigación.

La Constitución es la madre del correísmo
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En esa Constitución está el Buen Vivir, que es el concepto base del correísmo. Uno esotérico, armado con retazos de sueños comunistas, de los sátrapas venezolanos y de los opresores cubanos. La felicidad decía Freddy Elhers en esos días.

La Asamblea Constituyente, para Rafael Correa, era el cambio de época, la luz al final del túnel, la mayor esperanza para los pobres de la patria. Cuando empujaba el engaño a los ciudadanos, el prófugo citó al Libertador Simón Bolívar quien dijo que el mejor gobierno es el que da mayor felicidad, y lo haría con la Constituyente, con la nueva Carta Magna. Sentía la Espada de Bolívar, de Alfaro, la inspiración de Eugenio Espejo. Sentía todo…

Luego de que finalizó el trabajo de la Asamblea Constituyente debían buscar aprobar ese mamotreto a través de una consulta popular. Y ganó la revolución ciudadana con un 67%. En septiembre del 2008, Correa, en su momento de mayor poder, recalcó que este era el nuevo país. Que las viejas estructuras de la política y la economía habían sido derrotadas.

Vale la pena recordar unas palabras del expresidente prófugo. “Juntos debíamos avanzar para el cambio. A los que eran los contradictores, siempre que sean sin intereses, podemos avanzar a una sola dirección. Comienza a hacerse realidad el sueño de la revolución ciudadana”.

Alianza PAIS, Pachakutik, MPD, RED, ID, Poder Ciudadano, Movimiento Honestidad, apoyaron. Era la norma que iba a durar 300 años.

En esa Constitución está el Buen Vivir, que es el concepto base del correísmo. Uno esotérico, armado con retazos de sueños comunistas, de los sátrapas venezolanos y de los opresores cubanos. La felicidad decía Freddy Elhers en esos días.

Desde ese entonces, decenas y decenas de códigos, leyes, decretos, resoluciones administrativas, sentencias judiciales, investigaciones penales… se han creado bajo el espíritu de la Constitución de Montecristi. Cambiaron la estructura del Estado para acomodarse. Fortalecieron su blindaje. La Carta Magna es la madre del correísmo. El padre, claro, el prófugo.

Para dar la ilusión de cambio, la Constitución ha mutado en más de 30 puntos. Así los correístas, conversos y ortodoxos, han mostrado magnanimidad. Incluso en el actual Gobierno. Pero el fondo no se toca.

En esa Constitución está el Buen Vivir, que es el concepto base del correísmo. Uno esotérico, armado con retazos de sueños comunistas, de los sátrapas venezolanos y de los opresores cubanos. La felicidad decía Freddy Elhers en esos días.

Los correístas conversos no quieren cambios porque eso es, en verdad, lo que buscaron siempre, una Constitución que les permita convertirnos en un país más pegado al que imaginaron Lula, Chávez, Castro...

Los correístas ortodoxos, y el mismísimo Correa, porque ven la posibilidad de regresar al poder y hacer uso de ese instrumento. Si llegarán de nuevo al poder continuarán la radicalización de la revolución ciudadana.

Algunos personajes, perdidos en la espinosa coyuntura, todavía hacen el juego a Correa. No quieren que nada cambie. El miedo que tienen es al retorno de Correa. Repiten la estrategia de propaganda de Carondelet. Y caen en el juego que tiene como resultado el estancamiento del país.

Para ellos ha sido muy fácil… no se expusieron antes y no quieren exponerse ahora, jamás, ante la ciudadanía. Respaldar a Lenín Moreno es muy fácil, cero esfuerzos. Solo declaraciones. Aplausos y distancia cuando sea necesario.

Por eso, el país cayó en la trampa del actual régimen, al querer dar legitimidad al Consejo de Participación Ciudadana. Lo hizo a través de la consulta popular y proponer que los consejeros sean elegidos por votación popular. Ciegos, los supuestos opositores, bregaron por el Sí. Ahora vemos claramente que se empantanaron en el legado de la revolución ciudadana.

Pero no admiten derrota. Quieren, de nuevo, buscar maquillaje para que el monstruo se vea menos feo con una consulta sobre si quitarle funciones al Consejo de Participación Ciudadana. Absurdo. Mismo error, misma solución.

La Asamblea Constituyente dará al país, ya sin la revolución ciudadana, la posibilidad de conectarse con el mundo, combatir la corrupción, y buscar más prosperidad. Buscar más leyes que beneficien al ciudadano y a su búsqueda de fortuna, en lo familiar y lo económico. Sobretodo, desmontar el correísmo. Mientras tanto, ese nuevo país que soñó Correa sigue vigente y a su servicio. Ese de injustica y corrupción.

 

 

 

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