
Master en Desarrollo Local. Director de la Fundación Donum, Cuenca. Exdirigente de Alfaro Vive Carajo.
El mismo anzuelo con distinta carnada. Así podría calificarse a la consulta popular propuesta por el ex alcalde de Guayaquil. En la tradicional lógica socialcristiana que viene desde los tiempos de Sixto Durán Ballén (cuando abandonó el partido pero no la ideología), se proponen preguntas de relleno para que las de fondo pasen de agache. No resulta difícil detectar esa astuta combinación en la lista de preguntas presentada a la Corte Constitucional. Veamos.
De las once preguntas, únicamente cuatro (5, 6, 7 y 8) evidencian los verdaderos objetivos de la iniciativa: la seguridad social y la minería a gran escala. En efecto, restringirle a las instituciones de seguridad social la posibilidad de hacer inversiones en el sector estatal implica obligarles a invertir en el sector privado, como si este estuviera exento de riesgos. Basta recordar la quiebra de la economía mundial de 2008 para confirmar lo contrario: fueron las grandes financieras privadas las que licuaron los ahorros de millones de familias en los Estados Unidos. ¿Qué nos hace pensar que no podría ocurrir lo mismo con los ahorros de los afiliados al IESS, ISSFA o ISSPOL?
Las preguntas sobre la seguridad social parten de un argumento parcial pero, lamentablemente, convincente: la ineficacia y la corrupción que subyacen a la administración pública, particularmente en el IESS. No obstante, parece que Jaime Nebot no se ha percatado que acabamos de asistir a un juicio en el que se condenó a diez grandes empresarios privados por integrar el engranaje central en la maquinaria de corrupción montada por el correísmo para saquear los fondos públicos del país.
En ese sentido, la verdadera solución a las deficiencias señaladas exige una reforma profunda del sistema de seguridad social, antes que una simple transferencia de dominio a un sector que no brilla precisamente por su incorruptibilidad. Los capitalistas virtuosos son parte de la literatura sociológica de Max Weber para la Alemania del siglo XIX. Por nuestros lares, las cosas funcionan de muy distinta manera: solo toca revisar la gigantesca mora patronal con el IESS para entender la visión que nuestros empresarios criollos tienen respecto de la solidaridad y la responsabilidad sociales.
En la tradicional lógica socialcristiana que viene desde los tiempos de Sixto Durán Ballén (cuando abandonó el partido pero no la ideología), se proponen preguntas de relleno para que las de fondo pasen de agache.
La pregunta sobre la minería, por su parte, define con claridad meridiana la visión estratégica que tiene la derecha respecto del modelo económico que quieren aplicarle al Ecuador. Es más, expresa una total coincidencia con su aliado electoral de turno. Guillermo Lasso no ha ocultado su opción por la denominada minería sostenible, a contracorriente de la consulta popular que nació en Cuenca desde el Cabildo por el Agua y que hoy se tramita en la Corte Constitucional.
Ampararse tras el argumento de la eficacia tecnológica para impedir los impactos ecológicos y sociales de la minería es un sofisma desmontado hace mucho tiempo, al igual que la tesis de la generación de grandes ingresos para el Estado. Ni lo uno ni lo otro está demostrado. Lo único real es que la minería a gran escala constituye un excelente negocio para la empresa privada.
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