
El Proyecto de Opinión Pública de las Américas (LAPOP por sus siglas en inglés), es una institución académica adscrita a la Universidad de Vanderbilt que desde el 2004 lleva a cabo, cada dos años, una encuesta denominada Barómetro de las Américas que en la actualidad cubre 27 países del Norte, Centro, Sur América y del Caribe. El proyecto estuvo a cargo hasta 2013 de Mitchell A. Seligson, prestigioso politólogo estadounidense. En la actualidad su directora es la politóloga Elizabeth J. Zechmeister, también estadounidense. Seligson se mantiene como Asesor Principal del proyecto.
Para sus encuestas, LAPOP utiliza una rigurosa metodología, empleando muestras nacionales estratificadas diseñadas cuidadosamente de un mínimo de 1.500 personas por país que sean realmente representativas a nivel nacional, incluyendo áreas rurales y urbanas, además de brindar un intenso entrenamiento a encuestadores. Así, el margen de error que manejan sus encuestas lo ubican en ± 2.5, lo que las hace sumamente acertadas. Muchos evaluadores externos coinciden con esta apreciación. Los resultados se presentan luego en forma de un informe regional y uno por cada país y se permite el acceso en línea a todos los datos de forma gratuita.
En los estudios de LAPOP se define a la legitimidad política en términos del apoyo de los ciudadanos al sistema político y la tolerancia de éstos a los derechos políticos y la participación de otros, formula desarrollada por Seligson y el politólogo John A. Booth en su obra conjunta The Legitimacy Puzzle: Democracy and Political Support in Eight Latin American Nations.
De acuerdo con Both y Seligson, el apoyo al sistema contempla variables como la confianza ciudadana, la participación de los partidos políticos y la percepción de que éstos representan los intereses de los ciudadanos, la participación política a nivel local y nacional y el apoyo al Estado de Derecho. Por su parte, la tolerancia política comporta “el respeto de los ciudadanos a los derechos políticos de los demás, en especial, de aquellos con quienes no se está de acuerdo”, constituyéndose en uno de los pilares fundamentales para la sobrevivencia de la democracia. Así, la intolerancia tiene efectos funestos para la calidad de la democracia, ligándosela al apoyo de políticas que buscan limitar libertades individuales y la percepción de falta de libertad entre los que son objeto de esas políticas.
De esa forma, el apoyo al sistema y la tolerancia política tienen efectos importantes en la consolidación y supervivencia de la democracia. Para que una democracia se califique como estable se necesita de instituciones legítimas y ciudadanos que toleren y respeten los derechos de los demás. La fórmula de Both y Seligson contempla cuatro escenarios, el primero se da cuando la mayoría de los ciudadanos demuestran altos niveles de apoyo al sistema y una alta tolerancia, pudiendo esperarse que la democracia se mantenga estable y se consolide, pero si es al contrario, que constituye el segundo escenario, el régimen democrático puede estar en peligro. Una tercera posibilidad denominada de alta inestabilidad se da si la mayoría demuestra altos niveles de tolerancia hacia otros ciudadanos, pero concede poca legitimidad a las instituciones políticas. Finalmente, la cuarta posibilidad es que si en una sociedad los ciudadanos tienen un alto apoyo al sistema político, pero bajos niveles de tolerancia, esto podría llevar a que el régimen cambie hacia un modelo más autoritario.
En días pasados, en la Universidad San Francisco de Quito, los encargados de realizar los estudios en Ecuador, Daniel Montalvo, Gerente de LAPOP para Ecuador, Diana Orcés, Analista de Investigación y Juan Carlos Donoso, Investigador Asociado, hicieron la presentación del informe de Ecuador correspondiente al periodo 2012 -2014 denominado “Una mirada hacia 10 años de estudios sobre opinión pública en Ecuador”, en el que hacen un interesante estudio comparativo de los resultados que han arrojado sus encuestas desde su inicio en 2004 hasta 2014.
El informe señala que para la mayoría de ecuatorianos la economía es el principal problema que enfrenta Ecuador, aunque la percepción de la situación económica nacional ha mejorado sustancialmente en 2014, ocupando en ese rubro el primer lugar de todos los países estudiados; sin embargo, la preocupación por la seguridad ha ido en aumento desde el inicio de las mediciones en Ecuador, posicionándose como segundo problema nacional. En cuanto a la dolarización, como era de esperarse, una gran mayoría de los ecuatorianos (más del 76%), la prefiere por encima de poseer una moneda nacional.
El estudio también trasluce que con el transcurso del tiempo, el índice de aprobación al trabajo del Presidente Correa ha ido subiendo, ubicándose en más del 70% a febrero de 2014. La intención de voto a esa fecha revela que Correa o el candidato de PAIS hubiera ganado las elecciones con un 58.9%, mientras que quienes hubieran votado por algún candidato o partido distinto al del actual presidente apenas ascendían al 22.9%.
En cuanto a la democracia, en relación al nivel de satisfacción con su funcionamiento, éste sigue aumentando sostenidamente desde 2004, siendo el de 2014 el porcentaje más alto desde el inicio de los estudios, mientras que la preferencia por gobiernos de mano dura se mantienen relativamente constantes desde 2010: ¼ de los ecuatorianos los preferiría, sin embargo, el apoyo a posibles golpes de Estado militares es cada vez más bajo. En la misma línea, el 82% de los ecuatorianos no justificaría el cierre de la Asamblea por parte del Presidente. Esto es muy bueno.
Lo preocupante, no obstante, es el alto porcentaje (17,8%), de ecuatorianos que creen que en ciertas circunstancias es preferible un gobierno autoritario, siendo el más alto desde 2006. A esto debemos sumarle que en Ecuador hay un alto apoyo al sistema (59.7%), lo que ha venido aumentado sostenidamente, pero una baja tolerancia a los derechos políticos y la participación política de quienes piensan distinto, niveles que han venido cayendo en el tiempo, lo que, de acuerdo a la formula se Both y Seligson, pone a Ecuador en la categoría de “estabilidad autoritaria o democracia en riesgo”. Tal vez el hecho de tener un presidente con alta credibilidad, pero que en lugar del dialogo promueve la confrontación, mientras desestima y descalifica a quienes piensan diferente, sea una de los factores que más incide en este resultado. Sea como sea, de acuerdo con LAPOP, nuestra democracia está en riesgo.
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