
Las elecciones forman parte consustancial de la democracia. Porque en ellas, primero la nominación de candidatos se realiza desde los partidos y movimientos políticos. Segundo. porque el acto de elegir es libre y forma parte de los derechos ciudadanos. En democracia, las diferentes autoridades locales y nacionales no surgen de la voluntad de algún dirigente sino de la comunidad que los elige.
Sin embargo, luego de lo acontecido en el país, el sentido y los mismos valores de la democracia han sido puestos seriamente duda. Fue indecoroso y falto de toda ética lo acontecido en muchos recintos y en mesas electorales. Se produjo un masivo fraude electoral.
Sin embargo, el país continúa en su vieja cotidianidad, como si nada importante hubiese acontecido. Si algo aconteció, ya pasó y no hay tiempo para detenerse, ni siquiera un momento, para mirar atrás para tratar de entender lo acontecido.
Porque ya han pasado muchos días en los que se debió hablar y denunciar, juzgar e incluso castigar. Y no pasa nada. Este no es nuestro país.
Qué bello nuestro país en el que los del poder pueden cometer todos los delitos electorales, se puede falsificar actas, falsificar firmas, destruir actas y, sobre todo, mentir a sangre fría, y no pasa absolutamente nada.
Se trató de un sistema corrupto destinado a que gane las elecciones un grupo clara y patéticamente definido. Lograr que no gane la consulta fue el objetivo primordial. Al final, queda un país herido y con una democracia en pedazos. Al frente, la antidemocracia y la corrupción celebrando, una vez más
No pasa nada, absolutamente nada en país éticamente farisaico. Esos políticos que se rasgan las vestiduras escandalizadas cuando miran la paja en el ojo ajeno, pero que hacen fiesta al mirar sus manos ensangrentadas luego de haber asesinado a la ética y a la libertad.
¡Qué maravilloso y ejemplificador observar, en pleno acto electoral, a un expresidente, prófugo de la justicia y sobre el que pesan algunas denuncias penales, juicios y hasta sentencias en firme, verlo eufórico dando órdenes y consejos y, más tarde, felicitar, ahíto de alegría, tanto a los ganadores como a quienes supieron llevar a cabo una excelente campaña, basada en sus sabios, patrióticos y éticos consejos!
Al día siguiente de las elecciones, como si se tratase de una especie de acto mágico, el tema electoral dejó de ser importante, incluso pese a que se han evidenciado ilegalidades e inclusive en actos delictivos. El mundo sigue. El país, ancestral y éticamente débil, asume que hay elegidos o vencedores. Y allí termina todo.
Pero para los actores, cómplices y encubridores de los males que acompañaros a estas elecciones, solo les cabe el apelativo de perversos o de infames. Probablemente, lo uno y lo otro al mismo tiempo.
Se trató de un sistema corrupto destinado a que gane las elecciones un grupo clara y patéticamente definido. Lograr que no gane la consulta fue el objetivo primordial. Al final, queda un país herido y con una democracia en pedazos. Al frente, la antidemocracia y la corrupción celebrando, una vez más, el triunfo del mal.
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