
Profesor universitario, analista político y económico. Escribe para varios medios en América Latina.
El miedo puede ser una enorme pared para la acción y la inteligencia y no hay duda que la incertidumbre produce miedo. En el vaivén de las relaciones humanas dentro de una sociedad las instituciones políticas y económicas producen cierta seguridad. Son las reglas del juego y las normas que rigen y guían las relaciones. Los países prósperos tienen instituciones sólidas y esa es una de las razones por las que son prósperos.
Durante estos dos años del gobierno del presidente Lenín Moreno se ha sembrado una guerra intestina contra todo lo que tenga relación con el “correísmo”. Y para ello se utiliza todo el aparato estatal. No es saludable seguirnos engañando, hay que decirle la verdad a la gente. Estos dos años se han tomado las instituciones políticas con un solo objetivo, perseguir al correísmo y evitar que Rafael Correa pueda regresar. La “histeria anticorrupción” provocada por los grandes medios y el gobierno nacional está arrasando con todas las instituciones bajo la excusa de “descorreizar” el país. El problema es que con ello se está eclipsando el futuro de una sociedad con graves problemas de pobreza, seguridad, educación etc. Al contrario del discurso oficial que habla de prosperidad, las cifras, los hechos y el día a día de la mayoría de ecuatorianos dejan en evidencia un desprolijo manejo del Estado central.
No hace falta aclarar que esto no significa que todas las acusaciones contra el “correísmo” son desechables. No es el papel de la ciudadanía determinar ello mucho menos de quienes hacemos opinión. En un país con instituciones solidas es el sistema judicial independiente el encargado de resolver la culpabilidad o no de funcionarios públicos, y lo tienen que hacer en derecho. Pero resulta que el sistema de justicia es uno de los más afectados por esta situación. El futuro del país es sombrío si las sentencias se resuelven en titulares de periódicos o sendos artículos de opinión de periodistas que asumen el rol de jueces y políticos. En Ecuador es bastante notoria ya la falta de un sistema de justicia confiable e independiente.
La “histeria anticorrupción” provocada por los grandes medios y el gobierno nacional está arrasando con todas las instituciones bajo la excusa de “descorreizar” el país.
Pero el asunto no queda ahí. Una oposición que ofrezca contraposición ideológica es una de las instituciones más necesarias en una democracia saludable. Pero aquí no existe ni la más ligera sombra de ello. Solo oportunismo y agendas personalistas de actores políticos que aprovechan el caos para ganar posiciones. Mientras tanto los indicadores económicos y sociales, así como la seguridad encienden las alertas en un país que está listo para que llegue un nuevo outsider a patear el tablero, o quizá un “viejo outsider”. Es posible que todo este movimiento para anular al “correísmo” al final termine en un vergonzoso tiro por la culata.
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