
Los resultados de la última Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (ENEMDU) a diciembre de 2020, se vieron reflejados en los resultados de la primera vuelta electoral, si consideramos que los niveles de pobreza y pobreza extrema, que alcanzan ocho millones de ecuatorianos (que fácilmente abarca supuesto de 3 millones de votantes), y los desempleados y subempleados, que suman dos millones —que viven una situación de desesperación que les lleva a apostar por el milagro y la búsqueda del mesías que por arte de magia les resuelvan todos sus problemas— coincide con la votación alcanzada por Yaku Pérez y Andrés Arauz, las cuales suman 5'532.134 votos.
Me permito hacer esta conexión porque considero que estos candidatos serían los que mayormente recogieron esta situación de pobreza y desempleo. En el caso de Pérez puede entenderse como esa figura de empatía con los más pobres que alimentaba los sueños de un nuevo Ecuador. Para el caso de Arauz, me parece que más que la figura del candidato son los recuerdos de la bonanza vivida con Correa —siendo irrelevante para este segmento la corrupción y la imprudencia que tenía esa burbuja de prosperidad en términos de la falta de ahorros para hacer frente los ciclos negativos subsiguientes—, por lo que el 32.72% de votos más que el voto duro del correismo, representa la insatisfacción con todas las calamidades que comenzaron apenas bajó el precio del petróleo en el 2015 y que se agudizaron desde el 2019, y que bajo hábiles estrategias comunicacionales, no se le ve como la lógica consecuencia de la imprudencia correista.
Para el mayoritario segmento de gente sumida en la pobreza y la falta de empleo, el regreso de Correa y la barbarie previsible de corrupción, venganza, persecución y el establecimiento de un régimen de corte dictatorial son categorías totalmente ajenas
Esta correlación entre pobreza-desempleo y los resultados electorales me parece que es sustantiva para diseñar la estrategia de la segunda vuelta y tratar de captar esa votación, particularmente de Yaku bajo la caracterización del votante medio antes descrito. Este votante será el que determinará el ganador en la segunda vuelta, asumiendo que el votante de Hervas podría dividirse o hasta inclinarse un poco más por Lasso y que el resto de candidatos que tuvieron una participación minoritaria.
Para este segmento de gente sumida en la pobreza y la falta de empleo, el regreso de Correa y la barbarie previsible de corrupción, venganza, persecución y el establecimiento de un régimen de corte dictatorial son categorías totalmente ajenas. La supuesta venezolanización tampoco les llega mucho, porque vivir con 84 o 47 dólares, significa que ya están viviendo su propia Venezuela. Inclusive la tan mentada amenaza de la desdolarización no pareciera que les asusta mucho, porque esta es válida solamente para quienes todavía tienen los verdes en su billetera. Si no funcionó lo suficiente en la primera vuelta como para dejarle fuera de carrera, no sé hasta qué punto funcione en la segunda.
Poner el foco principal en el crecimiento y el empleo, que si bien es clave para superar la pobreza, no creo que alcance para ganar las elecciones tampoco. Las necesidades de este segmento más pobre son inmediatas y se deben responder con una agenda social de gran impacto en materia de salud, educación, seguridad social, asistencia social... Aquel que posicione mejor esta idea, creo que ganará las elecciones.
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