
Director de Plan V, periodista de investigación, coautor del libro El Gran Hermano.
Tengo una inquietud.
Parece que entre la clase política ecuatoriana resulta normal el uso de la guerra sucia para conseguir sus objetivos. Y es tan normal que incluso es muy posible —y supongo que hasta bien visto— bajarse a una dignidad de un cargo por métodos antiéticos usando recursos como el espionaje, la extorsión, hackeos de correos y cuentas particulares, la divulgación de videos y fotos trucadas o íntimas, campañas de ataque a la reputación, asesinato de imagen... En eso el correismo tuvo dotes de maestría y fue casi una política de Estado, y tuvo a la entonces Senain (hoy CIE) como uno de sus pilares. Sin embargo, por los últimos hechos que el país —que vive en las redes sociales— conoce, estos recursos sucios están cambiando la agenda política e impactando en el mundo real.
Es el caso, por ejemplo, del audio/video donde se escuchó una llamada telefónica de la presidenta de la Asamblea, Elizabeth Cabezas, con María Paula Romo, ministra de Gobierno. Este audio fue sacado ilegalmente del Congreso y difundido también ilegalmente. Se trató de un caso flagrante de espionaje político. Pero resulta que con ese instrumento usado como arma de esta guerra sucia, se ha montado un caso de investigación en la Asamblea contra la presidenta Cabezas. La correísta Amapola Naranjo presentó un pedido al Consejo Administrativo de la Legislatura para que se forme una comisión que juzgue la acción de Cabezas luego de que se obtuviera y difundiera esa llamada. Ilegalmente, insisto. Así que se quiere tumbar a la presidenta de la Asamblea con pruebas obtenidas ilegalmente. Pero eso no importa en la política ecuatoriana, porque la legalidad y la ética solo sirven para cuando nos conviene. ¿Cierto? Según la demanda que Cabezas puso en la Fiscalía General, este acto de espionaje habría sido perpetrado por una legislador correísta.
El primer negocio de la mafia es el dinero sucio; y el segundo es garantizar la protección del negocio y de los capos de la mafia a cualquier costo. Obtenido ya el dinero sucio, ahora toca lo segundo.
Pero resulta que el correísmo se va a salir con la suya. ¿Y cuál es la suya?: tumbarse a la presidenta de la Asamblea —con pruebas ilegales— y tomarse la presidencia de la Asamblea. Viviana Bonilla, correísta, es la primera vicepresidenta de la Asamblea y le toca la Presidencia. ¿Sí saben lo que va a hacer el correísmo cuando obtenga la presidencia de la Asamblea? ¿Lo saben legisladores como los Social Cristianos? ¿O es que tienen un pacto —oculto o de la regalada gana— con el correismo para tomarse la Asamblea y negociar el combo de autoridades de control y de justicia? Bien, si no lo saben, he ahí la estrategia: como no les ha funcionado la toma del Consejo de Participación Ciudadana; como por ahora no les funciona tomarse la Fiscalía o que al menos Diana Salazar no sea fiscal, lo van a intentar vía tomarse la Asamblea. ¿Qué van a intentar?: tumbarse la presidente Moreno y forzar un adelanto de elecciones; deshacer lo hecho por el Consejo de Participación Transitorio; tumbarse a Pablo Celi, contralor encargado, y poner contralor propio; poner fiscal general propio; tumbarse la Corte Constitucional y poner otra que puedan controlar. En fin... La torta es tan buena que incluso los Social Cristianos, o cualquiera, pueden caer en la tentación...
Para ello, los capitanes de la guerra sucia también usan otros métodos de amedrentamiento: una de las máximas de la guerra es intimidar al enemigo, bajarle la moral. Pues eso es lo que están haciendo con los ataques en redes contra los legisladores morenistas (o los pocos que aún son fieles a Lenín Moreno), para torcer su voluntad, o al menos aniquilarla, para cuando se de la toma de la Asamblea. Con ellos toca así, porque con los otros bloques es mejor una negociación para repartir el pastel que está en juego.
Y ahí entran la langosta de Lenín y los sombreros de la primera dama. Luego de este brutal asesinato de imagen del presidente y su familia, ¿quién en sus cabales, en la Asamblea o la opinión pública, se la va a jugar por su estabilidad? ¿Quién lo va a defender cuando se haya repartido ya el pastel y él ya no sea necesario? ¿Cuál de sus paupérrimos legisladores lo va a defender sin regresar antes a ver al ático de Bélgica o al nuevo Cortijo?
La guerra sucia mafiosa es para garantizar la protección de los —según el BID— 70 mil millones se robaron o se despilfarraron en la década pasada. Por si no la sabían, el primer negocio de la mafia es hacer dinero sucio; y el segundo es garantizar la protección —de la mafia y del dinero— a cualquier costo. Obtenido ya el dinero sucio, ahora toca lo segundo.
Para ello vale todo. Y "todo" es la guerra sucia, el espionaje, las fotos hackeadas de la langosta... violar la intimidad de cualquier persona y apostar por la amnesia de los ecuatorianos y su enorme mezquidad, que se refleja en la frase: me solidarizo con Lenin, pero... no dijo nada cuando pasó tal cosa. Seres mendaces y mezquinos, de corazón y de conciencia. Que les dará igual decir: condeno la violación y asesinato de la chica, pero...
Sigue en vigencia ese adagio que el correismo volvió política de Estado: el fin justifica los medios.
Ahí les dejo la inquietud.
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