
Una vez que la densa neblina de los resultados electorales se despejó completamente con el triunfo de Lasso, la incertidumbre comienza a revolotear sobre el ritmo y el tiempo que puede tomar la recuperación de la economía.
El problema número uno de Ecuador es la caída de la actividad económica que viene desde 2015, y aunque la sola presencia de Lasso en la presidencia ayudará a impulsar la inversión por las mejores perspectivas de los hombres de negocios, los grandes proyectos de inversión requieren mucho más que la sola expectativa de un buen gobierno y la generación de un ambiente más predecible para el desarrollo e implementación de proyectos. Por eso, el nuevo gobierno debe dar señales claras de que va a priorizar el crecimiento.
Así, lo primero es empezar a remover todos los obstáculos a la inversión privada mediante una tramitología mucho más amigable con el emprendimiento y los negocios y la certeza de un nuevo marco regulatorio, tributario y laboral que nos enrumbe por el camino de la economía de mercado que es el mejor modelo para promover el crecimiento y el bienestar. Sumado esto al masivo plan de vacunación en los primeros 100 días de gobierno, se pueden convertir en los factores impulsores que están esperando los inversionistas.
Segundo, es preciso anunciar una agenda clara para dar un impulso a las concesiones mediante la figura de las alianzas público privadas, que permitan sustituir la falta de recursos en el Estado para emprender un vigoroso proceso de inversión pública en infraestructura que impulse fuertemente las cadenas productivas y el crecimiento económico.
Tercero, el gobierno también deberá avanzar en el compromiso con fortalecer la sostenibilidad de las finanzas públicas y asegurar la estabilidad macro mediante la renegociación de la deuda externa, una reforma previsional y ajustes fiscales. Los cuales, en cualquier caso, deberán preceder la apertura de la economía y desregulación de la cuenta de capital para evitar que la apreciación del tipo de cambio real por efecto de la demanda interna nos pase la factura al momento de abrirnos al mundo.
Cuarto, no podemos olvidarnos que el próximo gobierno heredara una mochila cargada de dinamita, y no por lo delicado de la situación económica, sino por el alto grado de conflictividad política y social que obliga a rayar la cancha sobre el peso de las demandas sociales de los sectores más vulnerables con la activación de una gran agenda social, a ser cauto con las metas anunciadas y sopesar los ajustes de shock con los ajustes graduales más allá del ámbito puramente económico.
En definitiva, Lasso apuesta a una lluvia de inversiones que redunde en un aumento del producto, para que junto a una buena agenda social, le permita dar consistencia y soporte social al combo macroeconómico, que arregle el desorden heredado de 14 años de la revolución ciudadana y nos aleje definitivamente del fantasma del retorno del populismo por falta de resultados.
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