
Rafael Correa se subió al tablero electoral. Pero lo hizo vía webcam para dar el sí a la candidatura a la vicepresidencia y anunciar a su binomio para Presidente, el economista Andrés Aráuz. No puede pisar el Ecuador porque tiene dos órdenes de captura, pero sus seguidores lo vieron en la pantalla.
Y más allá del debate de los abogados, Correa sí podrá inscribir su candidatura. Lo hará por el Centro Democrático, partido de Jimmy Jairala. En el “Listado de candidatos Inscritos”, que está en la página web de esa tienda política, el nombre de Correa aparece en el casillero de candidato a vicepresidente, pero también en el de parlamentario por Europa, Asia y Oceanía.
Las imágenes de la fantasía hacen pensar a miles que Correa, en el caso que triunfe, podrá ser capturado porque el caso penal continuará y caerá la ‘guillotina’. Otros creen que, en cuatro días más, la Corte Nacional de Justicia rechazará todo argumento de Correa y los demás involucrados en el caso Arroz Verde. Cruzan los dedos. Ponen velas. Difunden artículos de las leyes en redes sociales invocando su deseo. Es la desesperación.
Y eso ya es un triunfo para Correa y sus fieles apóstoles. Ellos saben que muchos apoyaron a su examigo Lenín Moreno, ahora indefendible, y que también los ha traicionado. Cada vez quedan menos aliados, y serán muchos menos mientras nos acercamos a las votaciones del 2021.
Para espantarles un poquito más a los que desean que Correa no regrese por obra y gracia de la santería… el discurso de aceptación de la candidatura Aráuz-Correa (en realidad Correa-Aráuz) estuvo cargado de anuncios, unos a viva voz y otros escondidos entre frases.
El primero, oculto, fue dirigido a los jueces de la Corte Nacional de Justicia que tienen en sus manos el caso Arroz Verde. Quienes han pasado por esa instancia conocen bien que hay demoras extremas, propias del obsoleto sistema judicial ecuatoriano. Un proceso en la etapa de casación puede presentarse y no resolverse durante meses. Pero más allá de la celeridad en el caso Arroz Verde, está la capacidad de conocer el proceso y la prolijidad en la revisión y decisión. Correa, ya de precandidato, hace que la mano titubee más todavía en un proceso que tiene miles de páginas e interpretaciones de cada uno de los abogados defensores. Ellos son esos “infames obstáculos”, a los que se refirió el expresidente. No les resultará, a los jueces supremos, descartar todos los argumentos de un plumazo. Al menos lo pensarán al emitir un fallo inclinado hacia lo político, de un lado u otro.
El siguiente mensaje fue el de la venganza. “No nos olvidaremos de los cómplices de este Gobierno nefasto”, dijo Correa. “Han encarcelado a inocentes”, aseguró. La advertencia está hecha. Incluso a la oligarquía, empresarios… Fue para todos. Si llegan al poder serán implacables. Y todos conocemos de los alcances que tiene el correísmo, en las calles, tribunales, dependencias gubernamentales de control… Incluso en la democracia directa (consulta popular o Asamblea Constituyente) con el pretexto de oxigenar la economía, como en el 2007. Como lo anunciaron para el 2021.
Estuvieron los guiños a toda la izquierda. A los protagonistas del caos de octubre pasado, a las feministas radicales. A los mariateguis. A los ambientalistas sumidos en los límites del marxismo. Apelaron a la unidad el progresismo, que son los militantes de la centroizquierda y la socialdemocracia.
Luego, estuvieron los guiños a toda la izquierda. A los protagonistas del caos de octubre pasado, cuando atacaron a Quito (uno de los primeros protagonistas, y que no ha sido investigado, estuvo sentado detrás de Aráuz). A las feministas radicales. A los mariateguis. A los ambientalistas sumidos en los límites del marxismo. Apelaron a la unidad el progresismo, que son los militantes de la centroizquierda y la socialdemocracia. De hecho, ya hubo gente que respondió favorablemente en redes sociales al coqueteo político…
La estrategia que utilizaron no es una locura. Ni hace nada de gracia. Que busque ir como vicepresidente o legislador es similar a la maniobra que usó la argentina Cristina Fernández, investigada por corrupción. Y ella consiguió el poder para concretar acciones puntuales. Además, no hay que olvidar la cercanía entre Correa y Fernández.
Ella tiene una fijación extrema en cambiar jueces (especialmente, los 38 que conocen sus casos) y autoridades penales. Allá no importa la inseguridad ni la corrupción, sino detener los procesos en su contra y meter preso al expresidente Mauricio Macri. Algo similar puede pasar en Ecuador con el morenismo.
Además, desgasta al presidente Alberto Fernández. El costo de hacerlo presidente de Argentina es demasiado alto como para que él se interponga en el camino de la Vice. Aráuz sufrirá de lo mismo si llega a Carondelet. El peligro, para él, es que se convierta en una marioneta de Correa y sus protegidos, la cúpula correísta. Que llegue al límite de que no importe su renuncia.
Finalmente, al gobierno de Argentina no le importa el crecimiento económico. Para salvarse los pellejos no necesitan de dinero… sino de poder. Como Nicolás Maduro. Argentina atraviesa una de sus mayores crisis, provocadas por la pandemia y las políticas de Fernández. Al punto que ya se habla, fuerte, de dolarizar. Entonces, el resultado sería la radicalización del modelo correísta, el estatismo y el nacionalismo extremo. Que, claro, en el caso ecuatoriano, pone en riesgo la dolarización.
Correa se subió al tablero electoral. Y lo pisoteó. Hasta ahora, su jugada, nos deja ver las primeras estelas. Ahora esperemos el movimiento de la oposición tradicional. La del anticorreísmo. La real.
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