
Master en Desarrollo Local. Director de la Fundación Donum, Cuenca. Exdirigente de Alfaro Vive Carajo.
Saturar la memoria es otra forma de promover el olvido. Circula tanta información que en algún momento nos perdemos en los laberintos del exceso. Es lo que sucede en política con los camisetazos y con los casos de corrupción. Son tantos, y tan frecuentes, que perdemos el hilo y la cuenta.
Tomemos por caso a uno de los personajes centrales del más reciente escándalo de corrupción: el exsecretario jurídico de la presidencia de Rafael Correa.
Alexis Mera fue un conspicuo operador jurídico del exalcalde León Febres Cordero. Es imposible no pensar que en ese entorno se familiarizó con la tristemente célebre politiquería del Partido Socialcristiano. Sobre todo, con una visión reaccionaria y utilitaria de la justicia. La fórmula se resume en tres ingredientes: oponerse a los cambios, favorecer a los amigos y perseguir a los enemigos.
Cuando se enfundó la camiseta verde-flex muchos izquierdosos se inocularon una fuerte dosis de amnesia. De repente, olvidaron el pasado del personaje. Gracias a este olvido oportuno, Mera se convirtió en el nuevo artífice de la jurisprudencia oficial. Así pudo diseñar un esquema de leyes fascistoides que imperaron durante el correato y que, desgraciadamente, perduran hasta ahora. Viniendo de donde venía, no podía hacer otra cosa.
Por eso huele a impostura la indignación con la que ciertos correístas conversos se rasgan las vestiduras frente a las aberraciones legales que nos heredó el gobierno anterior. Como si no supieran que al autoritarismo judicial es una de las bases para el dominio político de la derecha. Solo falta que digan que tampoco sabían que el autoritarismo va siempre de la mano de la corrupción.
A la luz de las últimas revelaciones del caso Odebrecht, es imposible no pensar que Alexis Mera también jugó un papel importante en el esquema de sobornos montado por esa empresa. Los detalles que acaba de dar Luis Mameri, exvicepresidente de Odebrecht, dentro del juicio que se le sigue en Brasil tienen la fuerza del contexto, son convincentes por la condición del acusado más que del acusador. En efecto, Alexis Mera ocupaba un cargo y cumplía una función inmejorables para “ayudar a la empresa en ciertos problemas legales”. Todo encaja a la perfección.
Autoritarismo y corrupción son los mayores acicates para controlar la justicia. El manejo de la justicia da viada en las buenas e impunidad en las malas. Así se entiende la desesperación de socialcristianos y correístas por incrustarse en las nuevas instituciones de control. El modus operandi es similar y sirve a tirios y troyanos por igual, tal como lo ha demostrado Alexis Mera en su dilatada carrera como abogado. La clave es estar adentro a cualquier costo.
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