
La tiranía prolongada destruye hasta la inteligencia de los pueblos, decía Juan Montalvo. Y luego de la salida de Rafael Correa del poder, eso se refleja en Alianza PAIS. Ahora es un movimiento político sin rumbo, sin pastor, sin brújula. Mezquino con el nuevo tiempo y torpe con los objetivos de su flamante líder.
La figura de Correa era tan poderosa que desde el primer día de gobierno de Lenín Moreno ocasionó suspicacias en los militantes. El Presidente dio luces en su discurso de posesión que no sería un Correa edulcorado, no sería un seguidor de Hugo Chávez y no mencionó a los dictadores cubanos.
Dijo que el concepto de verdad cambia con el tiempo, que invitaría a dialogar a los contradictores políticos, que habría que aprender a decodificar mensajes. Que junto con los medios se debía construir el país, que iba a ser un presidente casi invisible. Mencionó la corresponsabilidad. Habló, en definitiva, de hacer política.
Claro que hubo desconfiados en la oposición. Pero lo que no se esperó es que dentro de su propio partido salieran lo más feroces detractores, desde el mismo Correa, los alfiles en la Asamblea Nacional y los militantes fanáticos que piden que tumben a Moreno en redes sociales...
PAIS quedó en evidencia. No es un movimiento. Es un grupo de personas que sigue órdenes, que no sabe hacer política y no sabe de sus herramientas básicas: dialogar y negociar. Sin eso es imposible crear. Además, es un grupo que sólo buscaba réditos políticos con las obras del gobierno, incluso beneficios inmorales e ilegales en algunos casos ya comprobados. Sin Correa pedieron el norte… más bien, el sur dirían ellos...
Por eso no entienden lo que hace su propio líder: iniciar el diálogo con los más antagónicos, trabajar a futuro con los alcaldes, hacer del Plan de Gobierno ‘Las 12 Revoluciones’ un referente más y dejar de perseguir la libertad de expresión.
La respuesta, muy a su estilo pendenciero, ha sido elaborar una estrategia comunicativa para rescatar la figura de Correa, lastimar a Moreno y enlodar a cuatro ministros de Estado que son de la ‘derecha’. La respuesta también fue amenazar al presidente Moreno con abandonar la nave si cruza las ‘líneas rojas’, restregarle los supuestos logros de Correa, darle de tuitazos por que ‘millones’ en PAIS sufren... La respuesta más torpe fue burlarse públicamente de la Primera Dama calificándola de ‘Madrina’ de un plan emblemático del nuevo gobierno.
Ni la oposición más radical, que por cierto no está en los partidos políticos sino en los frentes ciudadanos de resistencia, ha mencionado esos argumentos como parte del debate. No es lerda.
Pero la implosión en Alianza PAIS no inició el día uno de Moreno. Ya lleva tres años. Empezó el 23F cuando perdieron algunas alcaldías importantes, como la de Quito. Aunque en estos dos últimos meses el malgenio y el egomonstruoso de Correa aceleraron la caída.
Moreno ha quitado poder al expresidente en menos de dos meses y eso es imperdonable en las filas correístas. Pero ya nadie puede detener la implosión. Ahora, si los sueños de los fanáticos se cumplen y Moreno se queda solo… pues alguien ocupará ese lugar.
En las filas de Democracia Sí, de Gustavo Larrea, íntimo de Moreno, trabajan para que Lenín sea su candidato en 2021. A la par, los nexos se estrechan al máximo con los Bucaram y los socialcristianos. Ya no está lejano el día que Moreno cumpla con irse de PAIS. Y por eso puede dar la estocada final.
El Ecuador no necesita un Presidente encadenado, ni a PAIS ni a ninguna otra agrupación. Por eso la tabla de salvación puede ser el diálogo nacional que él mismo ha propuesto. Oír a todos, hacer política, crear y no imponer soluciones. Un diálogo de todo su período. Con eso PAIS muere.
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