
La mayoría de medios de comunicación —convencionales y digitales— aún no logra entender los efectos que causan sus ligerezas y sus políticas editoriales tradicionales y equívocas.
El viejo truco de colocar en la portada mujeres semidesnudas no es inocente: coloca a la mujer en una vitrina para que los lectores la deseen y rebajen su condición de ser humano a la condición de un objeto sexual que puede ser anhelado, imaginado, morboseado y prostituido (en la medida en que los lectores pagan para comprar placer).
Lo mismo ocurre en la televisión, donde en ciertos programas se privilegia la imagen de la mujer desde la seducción que ella es capaz de provocar por su forma de vestir, por su cuerpo o por el rol que desempeña en algunos programas o realitys shows.
Las redes sociales también contribuyen en invitar a los hombres a despertar su libido y sus deseos de satisfacerse mediante la pornografía, aunque sea mirando y escuchando actos sexuales que aparecen en aquellas.
Cuando se informa que un hombre agrede a una mujer (le grita, le golpea, la hiere o la mata), esta resulta doblemente victimizada porque la prensa no usa el lenguaje adecuado sino que se llena de adjetivos, frases hechas, tópicos, lugares comunes o muletillas.
La red ONU Mujeres precisa este tema:
“Se ve en películas, en programas de televisión o de radio, o al hojear las páginas de una revista o navegar por Internet. Independientemente del medio de comunicación elegido, hay muchas posibilidades de encontrar estereotipos que perpetúan la discriminación de género.
En todo tipo de medios de comunicación, las mujeres suelen estar delgadas y aparecer sexualizadas.
Hablan menos que los hombres. Tienen menos opiniones. Y en la industria del entretenimiento todavía es más difícil que desempeñen un papel protagonista o de profesional, o incluso como mujeres que trabajan para ganarse la vida.
Un proyecto de investigación en el que participaron más de 100 países reveló que el 46 por ciento de las noticias, tanto en medios impresos como en la televisión, promueven los estereotipos de género. Solamente el 6 por ciento hace hincapié en la igualdad de género. Fuera del escenario, y según otro estudio mundial que abarcó 522 organizaciones de medios de noticias, los hombres todavía ocupan el 73 por ciento de altos cargos directivos en el sector de los medios de comunicación. Pese a que las mujeres representan la mitad de la población mundial, menos de una tercera parte de los personajes con líneas de diálogo en las películas son mujeres. La ciberviolencia ha extendido el hostigamiento y el acoso a las mujeres y las niñas en el mundo digital”.
Como consecuencia extrema de las violencias contra el género femenino, en el Ecuador, el dato más reciente de la Fiscalía dice que en el país hubo 29 femicidios entre el 1 de enero y el 30 de junio de 2020. Es decir, un promedio de 4,8 casos por mes.
¿Cuánto tienen que ver los medios de comunicación en estas violencias? Mucho. Lo primero es que el rol que desempeña una mujer en los sets de televisión siempre es complementario al de los hombres y nunca, o casi nunca, es ella el centro del programa o la protagonista. Y lo segundo es que se utiliza a la mujer como adorno mientras que al hombre se le dan todas las ventajas para que sea el “rockstar” de la programación.
El Manual de Urgencia (Mujer, Violencia y Medios de Comunicación) editado por una organización española (Madrid, 2002) establece con claridad lo que la prensa no debe hacer cuando suceden hechos de agresión que van desde la violencia verbal hasta el asesinato.
Los malos tratos son un delito, un problema social y nos concierne a todos y a todas. Los malos tratos no son un asunto privado ni doméstico ni un suceso fortuito o desgraciado.
Veamos, según este Manual de Urgencia, cuáles son los puntos donde hay que poner énfasis y qué recomienda este documentos a los periodistas:
-Evitar los modelos de mujer que lesionen su dignidad.
La industria de la cultura difunde un modelo de mujer que atenta contra su dignidad (figura objeto, subyugada). Haz lo posible por evitar esos estereotipos. Hay que ampliar la representación de las mujeres en los medios para evitar su victimización. También hay mujeres ingenieras, transportistas, pintoras, mineras, médicas...
-Los malos tratos contra las mujeres atentan contra los derechos humanos.
Los malos tratos son un delito, un problema social y nos concierne a todos y a todas. Los malos tratos no son un asunto privado ni doméstico ni un suceso fortuito o desgraciado.
-No confundir el morbo con el interés social.
Una víctima de malos tratos puede ser un buen testimonio, pero nunca un gancho publicitario. El infoespectáculo no es el formato adecuado para este tipo de violencia.
-La violencia contra las mujeres no es un suceso ni una noticia convencional ni urgente.
Lo urgente es resolver el problema. Investiga, date un tiempo para la reflexión y contextualiza la información en lo que se conoce como "violencia contra las mujeres". No la incluyas en la sección de Sucesos o en la crónica roja.
-No todas las fuentes informativas son fiables.
Habla con todas, pero selecciona con criterio. No todo el mundo puede hablar de todo. Hay testimonios que aportan y otros que confunden. Los antecedentes sobre buenas relaciones en el seno de la pareja, por ejemplo, inducen a explicar la violencia como la consecuencia lógica de una situación de deterioro o, por el contrario, como un "arrebato puntual".
-Dar información útil, asesorarse previamente.
Noticia es un caso de malos tratos con resultado de muerte, pero también las deficientes actuaciones judiciales o policiales, los castigos ejemplares, las víctimas que han logrado rehacer su vida y muestran una salida. Además, las opiniones de expertos ayudan a ubicar adecuadamente el problema. Es conveniente no instar directamente a la denuncia desde los medios, sino a obtener información previa. Hay riesgos que son evitables.
-Identificar la figura del agresor, respetar la dignidad de la víctima.
El agresor debe ser identificado claramente, si no con su identidad, dadas las cautelas judiciales, sí en cuanto a su comportamiento. Se trata de ayudar a otras mujeres a identificar la figura del maltratador. En cuanto a la víctima, no se puede mostrar sin su permiso, ni en momentos de tensión emocional. Respeta su dolor y espera a que recupere la autoestima y el equilibrio. Será más útil y menos morboso.
-La imagen no lo es todo, no caer en el amarillismo
La imagen debe respetar la dignidad de la persona. Los recursos estéticos y la narrativa habitual de los reportajes de sucesos no deben utilizarse en la realización de noticias sobre violencia contra las mujeres. Hay que evitar la criminalización de las víctimas cuando se utilizan recursos de ocultación. La reconstrucción de los hechos que abunda en detalles escabrosos o los primeros planos de caras amoratadas o llorosas, no ayudan a identificar el problema y sólo provocan morbo o la conmiseración de la víctima.
- Las cifras pueden referirse a distintas realidades: informarse y explicar
Los datos hacen referencia a distintos tipos de violencia y a distintos ámbitos territoriales: víctimas fuera de una relación de pareja, víctimas que pierden la vida tras un periodo de convalecencia y suicidios provocados por los malos tratos que solamente cuenta como suicidios.
- Los estereotipos y los tópicos frivolizan y banalizan
Atención a los adjetivos, las frases hechas o los tópicos: introducen dosis incontrolables de frivolidad. Calificativos como "celoso", "bebedor" o "persona normal", o frases como "salía con amigas" o "tenía un amante" desvían la atención de las verdaderas causas de la tragedia y provocan un error de lectura.
Los medios de comunicación deben repensar sus líneas editoriales y sus maneras de presentar a la mujer. Deben reflexionar sobre el papel que dan al género femenino.
Sin embargo, no es una tarea fácil en una sociedad patriarcal. Los dueños y directivos de los medios deben tomar conciencia de que “educar, informar y entretener” en la trilogía convencional que se les asigna dentro de la sociedad, lo primero es autoeducarse, es autocriticarse, es reflexionar acerca de cómo asumen la crónica roja, es cómo lograr la profundización de la temática de la violencia de género.
La agresión a la mujer requiere de un tratamiento más digno, más respetuoso, más cuidadoso, más sensible, más delicado. Eso es educar a una sociedad machista que está obligada a mirarse en un espejo de cuerpo entero y entender sus miserias y sus pecados.
[PANAL DE IDEAS]
[RELA CIONA DAS]




NUBE DE ETIQUETAS
[CO MEN TA RIOS]
[LEA TAM BIÉN]




[MÁS LEÍ DAS]



