Docente de la Universidad Andina Simón Bolívar. Trabaja en Letras, género y traducción.
“No hay dónde perderse”, dice Rafael Correa reiteradamente en su arremetida contra la Universidad Andina en su último enlace. “No hay dónde perderse”, al referirse a la supuestamente arbitraria manera en que la institución ha elegido a su rector de manera “ilegal”. No hay dónde perderse, como quien, obseso, invoca un mantra cuando se ha extraviado y cierra filas ante una verdad que no admite la duda.
Aquí viene un episodio decidor del ejercicio sostenido de laxitud en los argumentos que suele hace el régimen para gobernar. En su ataque a la UASB, los elementos que Correa elige para argumentar, su ilación y manipulación no sólo dan cuenta del abuso de poder que conocemos, también es preocupante la cada vez más notoria imprecisión de sus afirmaciones.
1.“La universidad se dice extranjera, pero para recibir plata es nacional. Cuando quieren son internacionales, insultan al país.” Aún parece necesario aclarar que la UASB es una institución creada en el marco de la Comunidad Andina y que, como tal, responde a la ley ecuatoriana tanto como a su condición de organismo internacional. Al tratarse de una universidad pública, la UASB recibe dinero del Estado, pero no en función de su obediencia, sino por derecho. No se esta haciendo uso indiscriminado de privilegios, se está respondiendo a esta dualidad.
2.“En el consejo superior hay por lo menos cinco extranjeros. Cómo no sentirse insultado cuando un boliviano, un peruano, un colombiano...¡diez tipos alzando la mano!”, dice Correa y baja el nivel de exposición hasta llegar a afirmaciones con tintes xenófobos. El Consejo Superior de la Universidad Andina es andino (disculpas por la redundancia, pero parece que no se entiende), y el voto en un pleno es parte de sus procesos. El presidente ha olvidado que así era cuando se podía argumentar y votar libremente en la Asamblea Nacional o dentro de su mismo partido, por ejemplo. Lo que Correa considera un desaire a la viril soberanía de la nación es un ejercicio básico de democracia, y sí, hay miembros de los países andinos, se argumenta y se levanta la mano, como la que levantó Gustavo Jalkh, uno de los “diez tipos”, a favor de Raúl Vallejo en la votación. Sin embargo, una vez contados los votos, 6 a 4 en favor de Montaño, el mismo Jalkh, en calidad de vocal principal, firmó el acta que ratificaba el resultado de la consulta previa realizada en la UASB, 9 a 1 para Montaño.
En ese pleno, vale decirlo, los miembros del consejo superior examinaron los perfiles de los candidatos y vieron que Montaño cumplía los requisitos. En este exabrupto Correa revela lo que ha olvidado: que vivimos en democracia, nótese que este verbo se conjuga igual en presente y en pretérito.
3. “No se puede tener PhD de la misma universidad, para evitar un máster de cartón.” Ayala “quiso dejar a su sucesor, que no cumplía con la resolución de directorio, por eso deciden imcumplir la ley ecuatoriana”, continúa Correa. César Montaño Galarza es un académico vinculado a la UASB como estudiante, docente y director de área hace 20 años. Además del acoso a la institución, impedirle ser rector viola su derecho a trabajar en un cargo para el que cumple los requisitos. Montaño fue un candidato impulsado por el cuerpo docente cuyo apoyo por parte del personal administrativo y el estudiantado creció al punto de darle 9 de cada 10 votos de la comunidad. Reducir el problema a una falsa “sucesión” es un insulto a una comunidad capaz de emprender sus propios procesos, pero quién puede entrar en mentes déspotas que no ven que las personas, tanto como las comunidades, son capaces de conducirse con autonomía.
En cuanto al título de doctorado de Montaño, el informe de minoría del Consejo de Educación Superior presentado en el pleno el día viernes 29 de enero y firmado por cuatro de sus miembros es más que contundente. Vale la pena leer este extracto:
“Puesto que la LOES fue promulgada el 12 de octubre de 2010, el requisito de doctorado para ser rector comenzó a regir en Ecuador cinco años después, esto es, el 12 de octubre de 2015. Antes de esa fecha, cualquier candidato a rector sólo debía cumplir con el requisito de maestría, sobre lo cual la LOES no establece restricción alguna en cuanto a la institución que emite el título.” Y más adelante: “En conclusión, del examen de los hechos y de las normas específicas aplicadas para la designación del Dr. César Montaño Galarza, se concluye que la institución de educación superior ejerció legal y responsablemente su autonomía mediante la decisión del Consejo Superior que nombró rector de la Universidad Andina al Dr. Montaño. No existe por tanto razón jurídica alguna para desconocer o invalidar su nombramiento como rector de esta institución de educación superior.”
Por supuesto, ni Correa ni René Ramírez tomaron en cuenta este informe ni se mencionó durante la sabatina, cuando Ramírez obedeció el razonamiento del presidente con esta intervención: “Hay que hacer cumplir la norma nacional porque Ecuador es un país soberano, presidente.” La soberanía aguanta todo, comodín perfecto para ocultar la falacia, presidente.
Por otro lado, en esta entrevista a El Telégrafo, Ramírez menciona al Tribunal Andino de Justicia: “si existe una nueva resolución del Tribunal la analizaremos.” El Tribunal Andino se pronunció una semana antes, el día 22, por medio de la resolución AN-01-2016, donde afirma que las recomendaciones Parlamento Andino para la Universidad Andina son eso, sugerencias, y no son vinculantes. Correa también menciona al Parlamento en la sabatina: “ha ordenado a la universidad”, imposible, porque el Parlamento no gobierna sobre ella. Argumentos varios, todos a medias esbozados, para articular una justificación que es insuficiente.
Por último, Correa sentencia: se van del país. Es decir, hay que responder a la ley ecuatoriana porque la UASB es nacional, ¿pero se va como las ONG internacionales que clausuró el mismo Correa? Confuso. Por otro lado, ¿cómo se va una comunidad de miles de personas, quieren impulsar un éxodo? ¿Está usted dispuesto, señor presidente, a expulsar a estudiantes de Ecuador, Bolivia, Colombia que han hecho de su estancia en Quito parte de su proyecto de vida? No han medido, en sus palabras, las dimensiones de esta amenaza, pero estas son las consecuencias que puede traer una obstinación tiránica.
La máxima autoridad académica del país, René Ramírez, vio renunciar recientemente a la comisión gestora de la Universidad de las Artes, posesionada hace apenas un año: “la capacidad de definición de políticas y la toma de decisiones de la Comisión Gestora se vieron crecientemente socavadas, volviendo insostenible nuestra posición”, dicen los miembros de la comisión a El Comercio. En la Flacso se empiezan a sentir remezones ante la creciente disconformidad frente a una línea oficialista que se ha presentado a sí misma como única la tabla de salvación de la institución, según se percibe. El escándalo Yachay reveló que la idea del gobierno nacional para la universidad ecuatoriana es una pirámide conformada por élites ajena a la realidad, lo cual no toma en cuenta el ya precario acceso a la educación para la población. Por otro lado, ¿quién rinde cuentas del enorme fracaso del proyecto IAEN? Categorías, ránkings, exámenes de ingreso, ahora la espectacularización de la academia en premios formato Oscar, han sido lamentables formas de administrar la universidad ecuatoriana. ¿Con qué legitimidad actúan entonces quienes hacen de los organismos de control de la educación superior entes de vigilancia, nada más?
En su discurso de recepción de un doctorado honorario por parte de la Universidad de Antioquia en diciembre, la filósofa Martha Nussbaum dice: “Ansiosas de lucro nacional, las naciones y sus sistemas de educación están descartando descuidadamente habilidades necesarias para mantener vivas las democracias. Si esta tendencia continúa, las naciones de todo el mundo pronto estarán produciendo generaciones de máquinas útiles, en lugar de ciudadanos completos”, y continúa: “Los políticos tienden a tener imaginación a corto plazo, y no están pensando bien, a menudo, sobre lo que es necesario para crear democracias estables y fructíferas. ¿Qué vamos a tener, si estas tendencias continúan? Naciones de personas con formación técnica que no saben cómo criticar la autoridad, útiles creadores de lucro con imaginaciones torpes.”
Para eso está la universidad, por eso la defendemos. En un país en el que hay presos políticos, pueblos ancestrales agredidos, en donde el derecho a disentir está criminalizado y los derechos humanos, sexuales, laborales van en franco retroceso, en donde las personas son desacreditadas por opinar, la universidad es necesaria para aprender de la sociedad civil, formular preguntas, generar pensamiento crítico, pensar en un nosotros capaz de convivir con respeto. Al defender la universidad, defendemos nuestra obligación de imaginar algo que no sea esto, que no sea torpe, y pensar seriamente en la posibilidad de construirlo, aun contra nuestro propio escepticismo.
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