
La fractura en la administración entre funcionarios correístas y funcionarios anticorreístas no existe, así como ninguna frontera claramente establecida que los separe. Por esto resulta casi imposible prescindir de todos los antiguos funcionarios tanto como fundar un nuevo Estado plenamente distinto de los anteriores.
Hace poco se anunciaron los nombres de algunos ministros del frente social. Luego se nombrarán a sus funcionarios inferiores, entre viceministros, subsecretarios, directores y asesores. Pero no se podrá dejar vacía cada cartera de Estado porque cada una cuenta con su personal. Por esto, la administración pública del novel gobierno de Guillermo Lasso tendrá de todo en su frondosa nómina, incluso a funcionarios de otros gobiernos. Eso de la descorreización del Estado es una cruzada muy compleja.
El ejemplo más esclarecedor, aunque también el más extremo, es el intento de desnazificación de la Alemania posterior a la derrota del régimen de Adolf Hitler en la II Guerra Mundial en el mayo de 1945. Después de la victoria de los ejércitos aliados, los Estados Unidos, el Reino Unido y Francia acordaron desintoxicar del nacismo a la Alemania derrotada. Pero el intento resultó fallido. Konrad Adenauer, primer canciller de la República Federal de Alemania fue el primero o el más importante alemán en oponerse. Hans Globke, jefe de gabinete de Adenauer, quien además redactó las leyes antisemitas del gobierno de Hitler, procedía del nacismo. Lo mismo sucedía con Walter Scheel, presidente de Alemania y condecorado con la Cruz de Hierro al mérito militar, la misma que portaba Adolfo Hitler, que era nazi. De la misma forma, la Operación Sujetapapeles del Servicio de Inteligencia y Militar de los Estados Unidos extrajo a centenares de científicos, empresarios y políticos de la Alemania Nazi.
Esto también sucedió en los niveles más básicos de la administración alemana. Tras el derrumbe del nacismo, miles de funcionarios públicos, médicos y personal sanitario, profesores secundarios y universitarios, además de otros profesionistas gubernamentales afirmaron haber sido obligados a reconocerse como nazis y que en realidad nunca lo fueron. Tal vez no cometieron ningún delito, pero lo hicieron con la intención de salvarse del escarnio público y para conservar sus posiciones de subsistencia en algunos casos y en otros, de poder.
Es lo que pasó en Ecuador en el tránsito del correísmo al morenismo: los altos y medianos funcionarios se mostraron opuestos a sus antecedentes correístas. Ya con Guillermo Lasso en el poder, los antiguos morenistas, correístas y más, negarán sus ancestros ideológicos y se alienarán al nuevo gobierno para conservar sus posiciones de poder, por privilegios o por subsistencia.
No me extrañaría que, ahora mismo, algunos de los otrora más rabiosos correístas ya se convirtieran al nuevo gobierno y hasta se encuentren repartiendo posiciones de poder en la próxima administración, como si no hubiera más ecuatorianos disponibles.
Son decenas de miles de funcionarios los que componen el Estado ecuatoriano, entre funcionarios con nombramiento y otros de libre remoción. El naciente gobierno de Lasso deberá nombrar a miles de estos en ambas categorías administrativas, de muchas más que señala la ley. Entonces será una tarea imposible para el novel gobierno eso de dedicarse a descorreizar el Estado como única tarea, y mucho menos el evitar la infiltración de funcionarios en la nueva administración.
Pero no me extrañaría que, ahora mismo, algunos de los otrora más rabiosos correístas ya se convirtieran al nuevo gobierno y hasta se encuentren repartiendo posiciones de poder en la próxima administración, como si no hubiera más ecuatorianos disponibles. Por decencia, esa gente debería dedicarse a otra actividad.
Es precisamente en esto que los asesores y operadores de Guillermo Lasso deberán volcar sus esfuerzos políticos, a pensar en los desafíos de la nueva administración, en las capacidades técnicas de un Estado tomado por el oportunismo y en las necesidades políticas del próximo gobierno. Hay centenares de miles de profesionales competentes regados en todo el país que jamás han sido tomados en cuenta en ningún gobierno nacional o local porque no tienen los padrinos que otros tienen para bautizarse una y otra vez.
El desengaño de la descorreización será inevitable y el nuevo gobierno tendrá funcionarios de todo origen. El verdadero reto consistirá en instalar severas normas éticas en la gestión del poder y de los recursos públicos para los próximos funcionarios, tengan el origen que tengan, en abrir las oportunidades para nuevos aportes sin padrinos y en impedir que los infiltrados correístas se conviertan, cómo intentarán algunos, en agentes para la desestabilización y en la piedra en el zapato rojo del próximo gobierno.
@ghidalgoandrade
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