Rafael Correa aprovechó al máximo el V Congreso del partido chavista, cuatro años después del último. Esa reunión, clave para el populismo de izquierda, fue una sesión casi espiritista celebrada en Caracas el sábado 5 de marzo pasado.
Ahí invocaron, recordaron, veneraron una y otra vez a Hugo Chávez, uno de los fundadores de la tendencia que ha lastimado los valores democráticos de los países donde sus amigos y seguidores han llegado al poder.
El encuentro, con Correa sentado en la mesa principal, sirvió para renovar los votos de un sistema autodenominado como antimperialista y anticapitalista. El propósito fue monumental: iniciar el debate y la construcción colectiva de la nueva línea política –táctica y estratégica- para el período 2022- 2030. Y esto viene acompañado de una renovación de las estructuras, fortalecimiento de los fundamentos, renovación de los argumentos, es decir, recuperar la razón ser la máxima fuerza de este grupo de totalitarios en Venezuela y América.
Pero, además, claro, para brindar su apoyo total al dictador ruso, Vladimir Putin, en su invasión a Ucrania. No faltaba más.
Video del evento en Caracas en donde se respaldó a Putin
Al acto principal, que duró dos horas, asistieron 2 500 personas. Todos delegados de poblaciones venezolanas, pero también de países de cuatro continentes.
Estuvieron Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Correa, Evo Morales, quienes se sentaron en la mesa directiva. Además, de los militantes de Venezuela, Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, España, Francia, Guatemala, Honduras, Hungría, Irak, Jordania, Kenia, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Bielorrusia, Rusia… Los embajadores de China, Rusia, Cuba… Toda la carne en el asador.
Correa, con dos órdenes de captura por delitos cometidos en Ecuador, habló y cantó en este evento que lo abrió Nicolás Maduro con un enredado saludo revolucionario, ultra contemporáneo y ultra luchón: Camarados y camaradas, cuadros y cuadras, invitados e invitadas…
Correa no estaba sentado ahí de gratis. Maduro ofreció un perfil del expresidente prófugo de Ecuador para hacer entender al auditorio de la importancia de su presencia en la sesión. Correa, para él, fue decisivo en la primera ola de esa ideología en América Latina, la revolucionaria. La segunda ola, es antineoliberal pero hay errores que no tuvieron los líderes de la primera ola. Los seres mitológicos del socialismo del siglo XXI, entre ellos Correa, fueron perfectos, fundaron el Alba, la Unasur, y demás inventos populistas.
Correa, con dos órdenes de captura por delitos cometidos en Ecuador, habló y cantó en este evento que lo abrió Nicolás Maduro con un enredado saludo revolucionario, ultra contemporáneo y ultra luchón: Camarados y camaradas, cuadros y cuadras, invitados e invitadas…
Ahora, cree Maduro, deben retomar el camino original y llevarlo hacia la resistencia. Y por eso estaba ahí Correa, junto a él, vestido de camisa blanca, con el logotipo de la marca país que creó su agencia publicitaria favorita: Uma.
En ese ambiente, donde transformaron el recuerdo de Chávez en una resurrección, Rafael Correa prometió frente a esa militancia, que también es la suya, que recuperará Ecuador.
“Quisiera disculparme ante ustedes. Yo me siento mal ante América Latina. Perdimos Ecuador. Perdimos por la traición y no lo pudimos recuperar en abril pasado por nuestros propios errores. Podíamos vencer. Pero recuerden, Bolívar perdió dos veces Caracas. En el exilio, en Jamaica, estuvo al borde del suicidio por la decepción. Lo importante es que nos roben todo menos la esperanza. Vamos a triunfar, recuperaremos Ecuador para su pueblo. Recuperaremos Ecuador para la Patria Grande. Y juntos, recuperaremos América Latina. ¡Que viva Venezuela! ¡Que viva el Comandante Chávez! ¡Que vivan todos nuestros héroes latinoamericanos! ¡Y hasta la victoria siempre compañeros!”, dijo Correa. Y fue respondido por el abarrotado auditorio, que finalizó el mantra comunista: “¡Venceremos!”.
Fue un derroche de dinero y poder, cuando millones de venezolanos han salido por la pobreza en la que viven. Tremenda fiesta roja cuando hay compatriotas de esos castro-chavistas, en las esquinas de Quito, pidiendo limosna o vendiendo baratijas para poder comer.
Pero más allá del desprecio por la realidad de los propios venezolanos, en Ecuador debe preocupar la promesa de Correa. Esa de recuperar para ellos el poder estatal. La que rudamente es apoyada y seguida por sus simpatizantes, la ‘izquierda’ garrotera, la ‘derecha’ torpe, los rabos de paja y los tontos útiles en redes.
Juegan para él. Para el chavismo. Para la recuperación… Juegan para el Plan 2030.
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