
Ex presidente de la Federación Nacional de Periodistas y activista político.
La mayoría de la Asamblea Nacional, el 3 de diciembre de 2015, escudada del pueblo por una operación policíaco-represiva, propia de una acción militar de guerra, aprobó las mal llamadas "enmiendas" constitucionales que, reforman estructuralmente el Estado ecuatoriano.
No configuran una "reforma", en el sentido progresivo de la palabra, al establecer severas restricciones a los derechos y garantías establecidos en la evolución jurídica de la República; son esencialmente inconstitucionales, de un integro sentido regresivo, se trata en consecuencia de contrarreforma.
Este "paquetazo" constitucional, es desde la perspectiva histórica, equivalente sólo a la Carta de la Esclavitud de Flores (1843) o a la Carta Negra de García Moreno (1869), se trata -como lo vamos a analizar-, de la Carta Fascista de Rafael Correa.
Reelección indefinida
El propósito matriz del paquete de "enmiendas" es la institucionalización de la "reelección indefinida", como figura jurídica capaz de habilitar el ejercicio continuo, ilimitado, infinito del poder político por Rafael Correa, lo que en su momento Pedro Moncayo frente a Flores y Juan Montalvo frente a García Moreno, caracterizaron como la dictadura perpetua.
La Constitución de 1843, promovida por Flores, buscó abrir las puertas a su tercera reelección, ampliando el período presidencial a ocho años e introduciendo la reelección. La Constitución de 1869, pretendió a través de la reelección habilitar una tercera presidencia de García Moreno y una ampliación del período a seis años. La "enmienda" originalmente pretendía permitir la tercera y sucesivas reelecciones al infinito de Correa.
Reelección un recurso monárquico anti-republicano
El 2012, el entonces presidente de Uruguay, José Mujica, en una entrevista con New York Times, caracterizó a la reelección como "un acto monárquico". La reelección implica la continuidad indefinida en el ejercicio del poder de una persona, la usurpación de la soberanía al pueblo y la privatización de la misma en beneficio y uso de esa persona. El poder, pasa a ser propiedad de quien lo ejerce, como ocurre en todo régimen monárquico.
En nuestra nación la "perpetuidad" en el poder, fue la forma característica del régimen colonial español, el Presidente de la Real Audiencia de Quito, ejercía el poder por delegación del rey de España. Este absolutismo fue disuelto y superado por la revolución independentista, que nos legó la Primera República con el nombre de Colombia, y en el contexto de su disolución, la Segunda República, Ecuador.
La república descansa en el principio que define que la soberanía, la fuente legítima del poder, radica en el pueblo, no en el rey. El poder es público, es de todos, no de un individuo. La reelección indefinida que privilegia el dominio del poder por un individuo, es monárquica, anti-republicana, implica por su esencia un crimen contra la revolución independentista, un regreso al pasado, a formas de ejercicio del poder superadas hace 200 años.
La reelección es anti-democrática
Las formas monárquicas de ejercicio del poder, que pretenden instituirse ahora con la "reelección indefinida", por su naturaleza son anti-democráticas. El concepto "democracia", por sus raíces griegas significa: Demos, pueblo, Cracia, poder, poder del pueblo. La democracia no permite la concentración ni la perpetuidad del ejercicio del poder en un individuo, ni el robo del poder al pueblo, elementos propios de todo autoritarismo, de todo absolutismo y de toda cleptocracia.
¿Qué tiene que ver la "reelección indefinida" propuesta por el correísmo de hoy con la promesa de la revolución ciudadana dirigida a que "el poder regrese al ciudadano" con la que ascendió al poder el 2006? Nada, es exactamente la antitesis. Implica la concentración del poder en el presidente, no en la ciudadanía. Contradicción que expone como el "correísmo" esta en abierta oposición, al programa de la "revolución ciudadana" del 2006:
La reelección indefinida, faculta a un individuo a usar los recursos del poder para reelegirse indefinidamente, a usurpar el poder al pueblo, a la ciudadanía, al ciudadano. Suprime la libertad de elegir y ser elegido y en consecuencia la libertad de sufragio. Elimina el principio de igualdad, impone una desigualdad absoluta en perjuicio de un ciudadano común que pretenda disputar la presidencia a un presidente en ejercicio de funciones y en uso y abuso de los recursos públicos a su favor. Liquida la alternatibilidad en el ejercicio del poder. Reduce la democracia a la pantomima de una papeleta electoral manipulada por quien ejerce el poder, y al hacerlo mata a la democracia. (1).
La reelección un recurso fascista
Las pesadillas fascistas del siglo XX, que instituyeron perversas dictaduras con pretensiones de perpetuidad, como las de Mussolini en Italia, Hitler en Alemania, Franco en España y sus réplicas de distintas magnitudes como la Pinochet en Chile o Videla en Argentina, advierten la gravedad de la perspectiva de un ejercicio perpetuo del poder.
La "reelección indefinida" que aparece en Ecuador con el disfraz del "socialismo del siglo XXI", comparte las obsesiones reeleccionistas no sólo de Flores y García Moreno en el Ecuador del siglo XIX, sino además las de Somoza en Nicaragua, Trujillo en Dominicana, Strossner en Paraguay, en el siglo XX. No es democrática ni socialista, se dirige como todo autoritarismo y fascismo a la privatización del poder en beneficio de un individuo.
Al examinar su correlación con las otras enmiendas, que incluyen la declaración de la comunicación como un servicio público para el control, vigilancia y castigo de la información, la subodinación de Fuerzas Armadas a la policía nacional para la represión interna, la mutilación de las competencias de la Contraloría para favorecer la impunidad en la administración de los recursos públicos, la eliminación de los derechos laborales de los trabajadores del sector público y su reducción a la condición de sirvientes, la supresión de los procesos de descentralización y la concentración del poder en el gobierno central, la eliminación del derecho a la consulta popular que usurpa la soberanía a la ciudadanía, se obvio colegir que Ecuador está frente al diseño de un modelo de Estado fascista del siglo XXI.
Ilegitimidad política
La Carta de la Esclavitud de Flores, la Carta Negra de García Moreno y la Carta Fascista de Correa, son un atentado y una traición a la República, que se gestó en la resistencia heroica a la monarquía española extendida desde la colonización en el siglo XVI hasta el 10 de agosto de 1809 y el 24 de mayo de 1822, día en el que Antonio José de Sucre comandando el Ejército Libertador, consagró la liberación e independencia definitiva de la nación.
La aprobación del paquetazo constitucional de espaldas a la voluntad popular, que se expresó simbólicamente en todo el país en abierto repudio al carácter fascista de las enmiendas, a más de que los sondeos de opinión revelan que un 85% demanda una Consulta Popular sobre la materia, revelan que no gozan de legitimidad política. Es tan ilegitima la contrarreforma constitucional, que el mismo Rafael Correa introdujo a última hora una disposición transitoria para asegurar al país que no se presentará a la reelección el 2017. (1)
La Carta de la Esclavitud de Flores fue sepultada por la revolución del 6 marzo de 1845, que abolió la esclavitud. La Carta Negra de García Moreno, fue también sepultada por su asesinato el 6 de agosto de 1875 y la subsecuente revolución alfarista que declaró la libertad de indios, nacionalizó la tierra, creó el Estado laico, estableció el derecho a la educación, entre otros logros.
La Carta Fascista de Correa, abre el conflicto entre un modelo de Estado fascista del siglo XXI, frente a los derechos republicanos, democráticos, humanos y sociales construidos en la historia de la nación, y la necesidad de su profundización. Inexorablemente seguirá el curso que le corresponde, el pueblo ecuatoriano no se reconciliará con la usurpación de su soberanía. La correlación de fuerzas más temprano que tarde favorecerá inevitablemente a la voluntad popular.
* Mensaje a la Nación, es una serie de artículos sobre las "enmiendas" constitucionales aprobadas el 3 de diciembre de 2015.
(1). La disposición transitoria introducida por Rafael Correa en vísperas del segundo debate de las mal llamadas "enmiendas", expresa su decisión de no presentarse en las elecciones del 2017, pero no suprime la esencia anti-republicana, anti-democrática y fascista de la norma.
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