
Las redes sociales están polarizadas. Pero allí no se ganan las elecciones. Para comprobarlo, pregunté en una encuesta sobre el voto de los cuatro presidenciables que aparecen en todas las mediciones: Guillermo Lasso, Andrés Arauz, César Montúfar y Yaku Pérez.
Al momento de redactar esta nota ya han participado casi 10 mil cuentas e interacciones totales, con casi 30 mil impresiones. Pero estos números no muestran a ganadores y perdedores, sino que señalan una maniobra perfectamente instalada en las redes sociales del internet para polarizar las preferencias.
Al parecer, se intenta colocar en la opinión pública la idea de que habrá solo dos candidaturas viables, que estas candidaturas están polarizadas y que elegir a otros será desperdiciar el voto. Pero ¿qué dice la historia al respecto?
El voto de las polaridades es un voto populista. Ecuador ha tenido tres etapas de voto populista desde el retorno a la democracia: la primera está entre 1978 y 1984. La segunda, entre 1988 y 1998. La tercera, entre 2002 y 2017. Cada una responde a sus propios elementos coyunturales. Todas estas pasaron por momentos de aparición, auge y caída. En la actualidad, el voto populista se encuentra en un momento de caída. Lo dicen los números: en el 2002 consiguió el 52% de los votos, en el 2006 el 70%, en el 2009 el 94%, en el 2013 el 72%, en el 2017 el 64%. ¿En 2021, el 40%?
Esta trayectoria acampanada responde a una operación estadística denominada como distribución normal o campana de Gauss. Esto, que se explicó en otra ocasión, demostraría que casi siempre hay un margen de voto populista, una cierta concentración del voto en la cúspide de la competencia y al menos cuatro candidatos en ese lugar y no dos, como se intenta imponer en la opinión pública.
Si el 84% de las preferencias electorales se concentra entre los cuatro finalistas como lo muestra la Historia, y si 1984, 1998 y 2017 fueron los momentos más bajos para el voto populista. ¿Qué coincidencias se encuentran en esas ocasiones?
En 1984 resultó electo el socialcristiano León Febres Cordero, férreo opositor al presidente democristiano Osvaldo Hurtado. Febres Cordero derrotó al socialdemócrata Rodrigo Borja. Hurtado enfrentó la crisis fiscal provocada por el endeudamiento contraído en 1973 por el régimen militar de Guillermo Rodríguez Lara. Además, redujo la inversión pública de su antecesor Jaime Roldós, impuso medidas de austeridad y detuvo la presencia del Estado en la economía. En 1981 estalló la crisis económica y las movilizaciones sindicales a nivel nacional. Febres Cordero aprovechó esta circunstancia impopular para forzar el retorno de la centroderecha al poder presidencial.
En 1998 se convirtió en presidente el entonces exitoso alcalde de Quito, Jamil Mahuad, apoyado por un acuerdo no electoral entre la Democracia Popular y el Partido Social Cristiano. Consiguió la presidencia tras una reñida disputa con el expresidente de la Junta Monetaria en el Banco Central, el empresario bananero Álvaro Noboa, apoyado por la organización política del recientemente derrocado Abdalá Bucaram, el Partido Roldosista Ecuatoriano. El caos del gobierno roldosista y su derrocamiento hundieron en una profunda crisis política al país. Mahuad enfrentó la difícil crisis económica heredada, dolarizando la economía, instalando medidas de inclusión económica con bonificaciones solidarias y firmando la paz permanente con el Perú para reducir las inversiones en armamento militar.
En 2017 consiguió la presidencia el ex vicepresidente Lenin Moreno del movimiento populista Alianza País tras una ajustada competencia frente al banquero Guillermo Lasso. El gobierno de Moreno enfrenta el ajuste fiscal por las fuertes deudas heredadas, el levantamiento popular de octubre de 2019 como consecuencia de las medidas de ajuste, el desplome de los precios del petróleo y de los ingresos tributarios, la contaminación de la corrupción heredada, además de los gastos para la contención de la actual crisis sanitaria mundial.
En tres circunstancias electorales hubo entre 3 y 4 candidatos que concentraron el 80% de los votos en la cúspide, no 2. Entonces queda claro que aquí hay un plan para imponernos una imposible votación bipartidista.
En estos tres casos, los candidatos elegidos tuvieron que enfrentarse a circunstancias de ajuste fiscal, crisis económica, desplome de los empleos y contradicción de los mercados internos. Pero además, Febres Cordero soportó el Taurazo de 1986, Mahuad el derrocamiento de 2002 y Moreno el intento de golpe de Estado en 2019 protagonizado por sectores infiltrados en las protestas populares.
En estas tres circunstancias electorales hubo entre 3 y 4 candidatos que concentraron el 80% de los votos en la cúspide, no 2. Entonces queda claro que aquí hay un plan para imponernos una imposible votación bipartidista.
¿Que quién tiene las características profesionales, personales, vocacionales, ideológicas para enfrentar esta nueva crisis de empleo, salud, educación, seguridad y honestidad que instalaron los gobiernos anteriores? Eso se verá durante los próximos meses de campaña electoral.
Lo que es una realidad es que no son solo 2 los candidatos que se disputarán el 84% de los votos, que no serán uno por cada uno de los extremos políticos, y que las redes sociales no ponen presidentes.
Las redes sociales del internet representan una fracción mínima de electores privilegiados que tienen los recursos suficientes para pagarse tecnología, internet y hasta para crear cuentas falsas. Ahí no está el país. El Ecuador está más allá de la simulación bipartidaria que inventan los extremistas.
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