
La semana anterior, PLANV anticipaba la división en opositores y gobiernistas sobre la iniciativa del Ejecutivo sobre el diálogo nacional. Analistas como Ricardo Cobo, por un lado, y Ramiro Aguilar por otro, advertían dos fenómenos: el primero que la dicotomía correísmo-anticorreísmo, que fue el combustible electoral de la candidatura de Guillermo Lasso, había pasado a la historia, decía Cobo. El segundo, que la presencia del alcalde de Quito, Mauricio Rodas, en el Palacio de Gobierno no era consecuencia del mero afán de conversar, sino que podía significar el claro indicio de un nuevo e "impredecible" cambio de timón del alcalde, cuya agenda propia iba a a evidenciarse en poco tiempo, señalaba Aguilar.
Los hechos les dieron la razón a ambos, cuando la semana pasada, el bloque de la alianza CREO-SUMA, que fue conformado cuando ambas agrupaciones llegaron con una lista conjunta al Legislativo, simplemente implosionó a la primera oportunidad, a propósito de la Ley que, se dice desde CREO, está hecha con la única intención de liquidar las aspiraciones políticas del magnate.
De los 39 votos con los que CREO anunció como punto de partida para el enjuiciamiento político de Jorge Glas, apenas 18 se mostraron como el voto duro del ex banquero.
Indignado, Lasso ha roto la alianza con el partido de Rodas, cuyos cuadros e ideario conservador recuerdan tanto a la vieja DP de Jamil Mahuad y Alexandra Vela, y de esta forma, ha evidenciado que lidera una facción de la oposición cada vez más sola en una agenda que no comparten sus antiguos aliados de campaña.
Más allá de los epítetos, era evidente que el alcalde de Quito no tenía la menor intención de atarse a la agenda de Lasso, en especial, porque muchos de los políticos del llamado Compromiso Ecuador pensaban, con la lógica que llevó al poder a Correa en 2007, que había que votar por "cualquiera menos aquel". El debate de la Ley sobre paraísos fiscales fue la ocasión propicia para dejar a Lasso en el camino, evidenciando lo que muchos en el amplio espectro de opositores, desde Pachakutik hasta cierto empresariado, creen como verdad revelada: que ido Correa del país todo volverá a ser "como antes".
La actual soledad del señor Lasso evidencia que la lógica de quienes optamos por el voto nulo en su momento fue adecuada: el apoyo coyuntural al binomio Lasso-Páez no era una alternativa válida al correísmo, y, además, Moreno se cuidó mucho durante la campaña de confrontar con su mentor político y de destapar sus cartas antes de tiempo.
La decepción, entonces, recorre de derecha a izquierda: decepción por un Lasso que parece haberse esfumado como líder nacional, por un lado, y por un Moreno que resultó tener una agenda propia, denunciada por el correísmo más ortodoxo en los primeros 30 días.
Es prematuro pensar que Alianza PAIS esté agónica, pero es evidente que el CREO de Lasso, con su estrategia de sumar apoyos coyunturales y pretender conciliar egos y propuestas incompatibles está simplemente desplomándose sobre sí mismo, lo que permitirá que otros sectores aspiren a convertirse en el centro de gravedad de la oposición.
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