
PhD. Sociólogo. Catedratico universitario y autor de numerosos estudios políticos.
En la entrevista que Jorge Fontevecchia le hizo a Jaime Nebot en Perfil, medio digital argentino (30 de abril de 2023), me enteré que quienes nos dolarizaron fueron Jaime Nebot y Jaime Durán Barba. De los aciertos todos se sienten padres. Sin embargo, Nebot demoró meses antes de apoyar la dolarización propuesta por Jamil Mahuad.
La situación que el presidente Mahuad tuvo que enfrentar desde el inicio de su gestión era crítica. Hubo problemas heredados en distintos campos: el internacional, el económico, el político, el social. Todos, de alta complejidad. En ellos estaba inmersa una diversidad de actores cuyo poder, intereses y actitudes limitaban las posibilidades de diálogo. Las competencias del presidente no le permitían prescindir de estos actores. Mahuad optó por la negociación en estos distintos frentes.
El acierto de Mahuad fue entender la interconexión de esos problemas y la necesidad, por tanto, de actuar sobre ellos de manera sincronizada. El manejo económico no debía interferir en las negociaciones de paz. La amenaza de una guerra con el Perú exigía la unidad más amplia del pueblo ecuatoriano, algo que podía dificultarse con las medidas económicas duras que la crisis exigía adoptar.
La firma del acuerdo de paz de Ecuador con Perú, tras múltiples escollos, a los 77 días después de haber asumido Mahuad la presidencia de la República, provocó reacciones de júbilo. Alfonso Espinoza de los Monteros, el acreditado presentador de noticias que gozó siempre de alta respetabilidad por sus cualidades profesionales y humanas, sintetizó el reconocimiento del país hacia su presidente. Destacó su liderazgo innovador, su capacidad de negociar con apertura, su firmeza para las decisiones y su “conciencia para asumir riesgos”.
La paz con el Perú hizo posible la disminución del gasto militar y la reducción del número de soldados conscriptos. Esta decisión presidencial habría sido apoyada por los altos mandos de las Fuerzas Armadas dada la terrible situación económica del país. Sin embargo, un año más tarde un grupo de oficiales en servicio activo de las Fuerzas Armadas desencadenó un golpe de estado que derrocó a su gobierno.
El dilema de Mahuad frente a la hiperinflación fue dramático: perder su capital político por el congelamiento parcial de los depósitos de la gente para evitar que estos fueran engullidos por la hiperinflación, y privilegiar su capital político por encima del futuro de la población, al “no congelar los depósitos y dejar que todo se fuera al diablo.”
La hiperinflación produjo la estampida del dólar. Mahuad optó por su sacrificio político. Dispuso el congelamiento del 50 por ciento de los depósitos y de los créditos bancarios y el incremento sustancial de los precios de los combustibles. Sometió a una auditoría internacional a todo el sistema bancario ecuatoriano. Ello condujo al feriado bancario.
Nebot, en el Congreso, se opuso a esas medidas y las calificó de “inhumanas”. Las medidas desataron la protesta social. Los conductores del transporte público parquearon sus vehículos en las principales calles de las ciudades más grandes del país. El Congreso aprobó los nuevos impuestos con el rechazo del PSC y el PRE. A cambio, Mahuad ordenó la reducción del precio de los combustibles, lo que permitió negociar el paro de los transportistas, los trabajadores petroleros y los indígenas. Los sectores productivos de la costa rompieron el diálogo con el Gobierno y le declararon una guerra total.
Mahuad, como lo afirmaron algunos columnistas, demostró ser un ejecutivo ejecutivo “al tomar decisiones gravísimas, trascendentales, sopesando prudentemente la realidad, a la par que asumiendo audazmente riesgos, sin mayores dilaciones”.
El episodio de la batalla contra Fernando Aspiazu, accionista mayoritario del Banco del Progreso, muestra el atraso político de la oligarquía guayaquileña y la mezcla de los intereses económicos privados con los de tipo político, por azuzar la pasión regionalista en contra de un gobierno de la sierra. León Febres Cordero, alcalde de Guayaquil, pretendió dar órdenes al presidente Mahuad para que dispusiera la apertura del Banco del Progreso cerrado por decisión del Banco Central. Según Febres Cordero el Banco Central se iba contra la banca de Guayaquil para favorecer a la banca serrana. Mahuad defendió la institucionalidad y respetó la autonomía del Banco Central y se negó por tanto a disponer la reapertura del Banco del Progreso, a menos que se capitalizara, como lo dispuso el Banco Central.
Este diferendo puso en riesgo el acuerdo con el FMI. El encargado de la misión del Fondo habría comentado en una reunión privada que no podía creer lo que veían sus ojos: “que un banco en problemas, sobre el que caían sospechas de malos manejos, pudiese convertirse en una causa política y produjera la desestabilización de un país”.
Mahuad en una reflexión a solas, se decía: “congelamos los depósitos y los créditos y anunciamos la auditoría internacional simultánea y total del sistema financiero. Sin embargo, la izquierda nos acusa de proteger a los banqueros”.
Pero esto no era todo. El vicepresidente Noboa declaró, de acuerdo con el diario El Universo: “Existen vivos y sapos que pretenden pescar a río revuelto para desestabilizar al país. (…) sería él como vicepresidente quien sucedería al primer mandatario”.
Así dolarizamos el Ecuador es un libro que deberían estudiar los candidatos a la presidencia y a la Asamblea Nacional. El tiempo que van a tener es casi el mismo del que tuvo Mahuad para hacer todo lo que hizo. Gobernar es una tarea difícil; demanda mucha preparación, conocimiento, experiencia, creatividad y pundonor. Hace falta tener un equipo de primera.
De agosto de 1998 en que asumió el poder a enero del 2000 se produjeron múltiples peripecias, sin embargo tomó una decisión -el reemplazó el sucre por el dólar- que no ha podido ser revocada, ni por los enemigos de la dolarización. Por ello fue derrocado por un golpe de estado. También por la firma de la paz de la que vergonzantemente se hizo responsable el Congreso y que alineó a las Fuerzas Armadas con la conspiración. Las trascendentales decisiones que tomó en tan corto tiempo sobrevivieron la asonada. No en vano hay quienes quieren usurparlas después de 23 años.
La relación del gobierno de Mahuad con los militares tampoco es clara. La firma de la paz ocasionó un desasosiego en sus filas. Fabián Alarcón no aceptó atenerse al Protocolo de Río. José Ayala Lasso, entonces, ministro de Relaciones Exteriores era partidario de reconocer la validez de dicho Protocolo. La designación de Benjamín Ortiz como ministro de Relaciones Exteriores no tomó en cuenta su preparación en este campo.
Este tema también era parte de la pata política. Mahuad pudo haber jugado de otra manera. Su propio derrocamiento implica falencias en el manejo de la pata política. Ello atañe a la pata social. La opinión pública no respaldó la política de Mahuad. Hubo la sensación de una vacilación del Presidente, y la sospecha de que su decisión por la dolarización vino tarde y forzado por un deterioro de su capital político.
Sin duda las decisiones tomadas fueron de gran trascendencia, tanto la firma de la paz con el Perú como la dolarización. No han podido ser revocadas. Pero el costo político fue muy alto para el gobierno, como lo demostró su caída.
La experiencia que trata el libro Así dolarizamos el Ecuador tiene un gran valor educativo. Muestra la complejidad de gobernar en medio de una crisis en varios frentes. Mahuad, tuvo la capacidad para navegar contra corriente. Sus aciertos y errores revelan los obstáculos que tuvo que enfrentar y los recursos de los que se valió para sortearlos.
Es un libro de teoría de gobierno aplicada que debe ser asimilada críticamente y contrastada con teorías de gobierno abstractas que no aterrizan en la realidad.
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