
Ecuador está en una real emergencia, no solamente por las afectaciones de El Niño, la crisis política y la inseguridad. Sino porque un grupo no perdona a los votantes que eligieron a Guillermo Lasso para ser Presidente.
No soportan que perdieran en las urnas la línea, bien planificada, que fue diseñada por el chavismo y el castrismo.
Muchos no hablan de eso. Porque ellos, los perdedores de la Presidencia, se han encargado de inhabilitar las críticas a Rafael Correa y toda su estela de atropellos, condenando una supuesta persecución que no debe ser acompañada por las élites, por la ciudadanía, por nadie.
El resultado es que esas élites se callaron, se compraron una falsa sensación de vergüenza al ser anticorreístas. Así también ha pasado por gran parte de la ciudadanía.
La argucia de los perdedores del 2021 es que no hay que culpar al pasado de lo que vivimos ahora. Y eso es falso. Si estamos como estamos es por las acciones y las omisiones de las autoridades del pasado. En lo político, en la seguridad, en lo económico (donde estamos tarde en varios asuntos internos y externos).
Pero, del lado de los Socialistas del Siglo XXI, obviamente, continuaron con los ataques, con lapolarización, con los insultos.
Así, cualquier cosa que haga el Gobierno es rápidamente anulada por los seguidores de la ‘Iglesia correana’, sean de carne y hueso o miles de troles en redes sociales (de los que todavía no sabe quién les paga). Todos muy bulliciosos.
El Ecuador todavía no sale de la época correísta. Es una realidad evidente. Ellos quieren recuperar el poder para hacer lo mismo que ya hicieron. Incluso lastimar el dólar, que ha brindado estabilidad al Ecuador
Lo hacen señalando con el dedo acusador. Uno que está cargado de manipulación y de propaganda. La estrategia les ha funcionado y quedan pocos defensores de la incipiente democracia que sobrevive en el país.
El Ecuador todavía no sale de la época correísta. Es una realidad evidente. Ellos quieren recuperar el poder para hacer lo mismo que ya hicieron. Incluso lastimar el dólar, que ha brindado estabilidad al Ecuador y que no ha permitido que vivamos una realidad como la de Argentina, la de Colombia y, en especial, la de Venezuela.
Ya lo dijo el exlíder prófugo en el caso de Venezuela: ir a la dolarización es un suicidio.
Correa y sus más fieles seguidores no han abandonado el chavismo, el comunismo, el populismo. Nada, ni las derrotas en las urnas ni la Justicia, los ha cambiado.
Pero, el Ecuador no está lleno de gente tonta o sin pensamiento. Ya se abrirá paso el ánimo que contagió a millones para elegir a Guillermo Lasso.
Ellos no han cambiado, solo se han radicalizado. Y nos quieren imponer la agenda de siempre. La que viene de fuera de nuestras fronteras.
El correísmo que ha sostenido el partido y la línea tiene una gran responsabilidad por delante. Y esta tiene que ver con regresar al pasado o caminar hacia el futuro. Si ellos se quedarán de nuevo en la segunda o tercera línea, o serán los protagonistas de un cambio hacia los acuerdos sobre la mesa, por el bien de las mayorías. Si se dejarán imponer una agenda de un líder que no ha pisado el Ecuador en varios años por la orden de captura que pesa sobre sus huesos.
Por eso, vale la pena preguntarse: ¿Dejaremos que vuelva del correísmo duro, rudo? ¿Dejarán los nuevos líderes de esa tendencia que les impongan las reglas del juego? ¿Ser cabeza de ratón o cola de león? ¿En verdad lo extrañan?
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