
El presidente Lenín Moreno conoce bien las fortalezas y las debilidades de sus coidearios. Es fundador de Alianza PAIS, es su alta autoridad, conoce a sus militantes y simpatizantes. Sabe cómo se plantan en el terreno político, judicial, económico.
Pero sus nuevas ideas para el país tienen grandes obstáculos. Sus mismos simpatizantes le colocaron líneas rojas que él no ha podido pasar. Líneas rojas que impiden que el país empiece a liberarse del autoritarismo que marcó al Ecuador durante 10 años. Dejar atrás la era del correísmo.
Ahora es el mediocre, el traicionero. El equivocado seguidor de las propuestas de la derecha. Y tantos otros adjetivos y calificativos, habituales de los expertos manipuladores verdes y ovejunos, que le han hecho paralizarse ante sus buenas intenciones. Finalmente la línea dura de PAIS impuso sus líneas rojas.
Ni siquiera la buena voluntad que le acompañó en varios discursos donde prometía el cambio han sido suficientes para ruborizar a los más leales correístas y hacerlos avergonzar por sus palabras en contra de la sociedad civil y su clamor de cambio.
Hasta el momento no hay victoria política que se pueda celebrar. Los aires de alivio por no atenazar duramente a la prensa, conversar con los empresarios, con los indígenas, no son suficientes para enfrentar la corruptela de cuello blanco, la mano dura con los críticos y el despilfarro que acompañó durante años el gobierno de Rafael Correa.
El presidente Lenín Moreno parece que desperdicia el momento adecuado para cambiar el país. Hacerlo grande, en verdad. No ha podido llenar la mesa vacía que le dejaron en lo económico, no ha logrado iniciar el cambio de la Ley de Comunicación, no ha convertido el ala económica y política de su gobierno. Continúa con el alto gasto en sueldos del sector público… con la misma visión de que el Estado es el motor de la economía de un país. Sigue con el mismo Secretario de Inteligencia ampliamente cuestionado por aparecer en los Panama Papers y por supuestos actos de espionaje a voces críticas en la era de Correa. Permanece el mismo Vicepresidente, sin funciones pero ahí está. El mismo Consejo de Participación, el mismo Fiscal General, la misma Justicia que condenó a decenas de anticorreístas.
El tiempo para el presidente Lenin Moreno se acaba para poder conocer cuáles serían sus verdaderas actitudes frente a los grandes problemas nacionales. Al final de la campaña presidencial se hablaba entre los altos funcionarios del correísmo del temido Plan de los 100 días. Este consistía en un cambio radical de políticas y funcionarios. Pues hasta ahora vemos las mismas caras.
Hoy, 14 de agosto, van 82 días. El presidente Lenín debe recordar que hay un país que requiere respuestas urgentes y se ha mostrado inconsistente. Puede perder lo ganado en este corto tiempo de Mandato. Por eso en estos días que le restan para llegar a los 100 de gobierno se abre el momento para el quiebre. Uno que incluso no sea únicamente de cambio de personajes en el quehacer de la política de su Gobierno sino en la propia Asamblea, donde PAIS asegura tener 74 miembros entre los cuales están los que impusieron las líneas rojas. Los más rabiosos deben quedar fuera si no se enderezan hacia un cambio que nos haga olvidar el alto costo de la vida, el desempleo, la corrupción, la droga en las calles, la falta de educación para los jóvenes...
Pero no solamente él debe recordar el clamor de un mejor Ecuador, si no también la oposición. Hace algunos años una portada de la revista Vanguardia titulaba ‘Oposición, bien gracias’. Pues ahora con el cambio de estilo en la manera de gobernar no parece que están bien… sino re-bien. Están expectantes de lo que pase con Lenín y PAIS, salvo las excepciones de siempre.
La oposición también cumple un papel y hay que recordar a los contradictores tres puntos: uno, que no ganaron las elecciones, que ganó Alianza PAIS; dos, que los grandes asuntos nacionales no se deciden en las ruedas de prensa, los sets de televisión o de la radio. Y, tres, que los votantes sabemos que en política no hay acólitos gratuitos… siempre hay detrás la búsqueda de algún privilegio económico o político. Los ojos están también sobre ellos.
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