
El presidente Lenín Moreno ha trinado sobre el reportaje que revela los aportes ilegales a su campaña presidencial. En resumen dice que si algo pasó… no tenía conocimiento. Que una nota de prensa no es suficiente y que los supuestos involucrados deben dar toda su colaboración para la investigación. De hecho, esa es la línea argumental para los diversos voceros que tiene el Gobierno. Repiten y repetirán que Moreno no sabía de la trama corrupta de financiamiento.
Sin embargo, y al tratarse de su propia campaña presidencial, tiene una responsabilidad política que no la podrá evadir con un tuit o con una publicación en Facebook. Ni siquiera con una cadena nacional con argumentos cuánticos.
Ya tenemos historia en Ecuador. Uno de los motivos de la defenestración de Lucio Gutiérrez fue precisamente el financiamiento de la campaña presidencial y el tratar de evadir su responsabilidad.
Es una marca similar a lo que sucede en la revolución ciudadana, la correísta y la morenista. De hecho, ya se identifica un hilo conductor en los últimos 13 años. Hay cuatro características que se repiten en prácticamente todas las campañas y que configuran un caso perfecto de corrupción. El antídoto para esto es únicamente Justicia.
Uno de los motivos de la defenestración de Lucio Gutiérrez fue precisamente el financiamiento de la campaña presidencial y el tratar de evadir su responsabilidad. Es una marca similar a lo que sucede en la revolución ciudadana, la correísta y la morenista.
Las cuatro características son:
La primera: la necesidad. En campaña, se conoce por los reportes de las elecciones de la revolución ciudadana, la puerta para cobros ilegales se abría y la posibilidad de recoger dinero aparecía para algunos altos dirigentes. El motivo fue que Alianza PAIS necesitaba inundar el país con propaganda y algunos de sus caciques, se sabe ahora, recogían dinero por fuera de los reportes al Consejo Nacional Electoral con varios fines: enriquecerse, coimar y taladrar las mentes de los ecuatorianos con slogans vacíos. Esto viene desde el 2006 cuando los narcotraficantes de las FARC entregaron dinero (recordemos al Mono Jojoy hablando en la selva colombiana o las declaraciones de alias Chorizo) y llegamos hasta entrega de dinero, según el portal La Fuente, de empresas nacionales y extranjeras, entre ellas Odebretch. Siempre la entrega de plata a cambio de ‘favores’. O fue la Base de Manta o fueron jugosos contratos.
La segunda: la oportunidad. Evidentemente el control interno en Alianza PAIS fue nulo. Y los controles del Consejo Nacional Electoral y de la justicia son extremadamente débiles para determinar la procedencia y licitud de los fondos de todos los aportantes. Además, no hay reportes creíbles desde los partidos sobre las supuestas ayudas (no solamente de PAIS). Con esa enorme deficiencia de la democracia ecuatoriana y de los partidos, muy conveniente y rentable para algunos, hay una segura impunidad en la conducta delictual. Con esto, un político ambicioso se frota las manos y alista los bolsillos.
La tercera: la racionalización. Desde que se denunciaron aportes ilegales de las FARC no hay sanciones, ni electorales, ni penales. En realidad, lo único que existe es el origen de un enfrentamiento contra los periodistas, medios, activistas y pocos políticos que lo han denunciado. Ese fue uno de tantos pretextos para señalar a la prensa como un contendor político. Y, claro, la eterna victimización de los ‘pobrecitos revolucionarios’ ante la monstruosa prensa de la derecha y pagada por la CIA… Desviaron la atención de forma cínica, creando argumentos que les ayudaron a ocultar lo que en verdad hacían abusivamente. Entonces, para ellos, no hubo falta, sino que es la pelea que dan para cambiar el país.
La cuarta: la tolerancia. Todavía no está aclarado el financiamiento de los narcotraficantes de las FARC en 2006, cuando Rafael Correa y Moreno eran un solo puño. Arroz Verde (en la era Rafael Correa) y el informe Lucas Majano (en la era Lenín Moreno) han sido denunciados. Pero, hasta el momento, sólo Arroz Verde tiene las primeras repercusiones en la Justicia. El actual presidente Lenín Moreno se ha desvinculado del caso asegurando que, si hay algún ilícito, el no conocía. Pero nada más… Pese a que fue el principal actor de la campaña, Moreno quiere dejar atrás su participación como que no fue él quien estuvo en el excanal RTS, como que no se subió a las tarimas. Como que él no hizo varios cierres de campaña en varias ciudades, ni vio miles de banderas, afiches, globos y pantallas... No hacer frente es continuar con la tolerancia a la corrupción.
Para evitar que este comportamiento continúe en la democracia ecuatoriana, la Justicia debe tener la mano firme, los jueces supremos y la Fiscalía General. Y el presidente Moreno, irremediablemente, involucrarse. Ayudar a descubrir los detalles de entrega de dinero de su propia campaña señalados por el portal La Fuente. Claro, si es verdad que nada tuvo que ver en eso…
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