
Es licenciado en Sociología y Ciencias Políticas por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito; Magíster en Comunicación, con mención en Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación por la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador.
La izquierda y la derecha creen que conocen la verdad sobre la naturaleza humana.
Para la izquierda, las circunstancias determinan a la conciencia y no la conciencia a las circunstancias, es una forma bonita de decir que lo social predomina sobre lo individual, la libertad, así como la iniciativa personal deben someterse al estado, el único que sabe lo que es mejor para ti.
Para la derecha, la imagen de individuos justos y solidarios es falsa, incluso si el sistema es comunista o socialista la ambición humana y el egoísmo se imponen, por lo que es más importante que el sistema social funcione, regulando el comportamiento individual, a través de la competencia.
El mercado y los derechos de propiedad, cumplen con el cometido pues acepta que los individuos actúan por intereses egoístas y que utilizarlos es más realista que una sociedad utópica que erradique el deseo de poder.
El deseo de admiración y la tendencia natural al autoengaño contaminan cualquier sistema social.
Se puede resumir, intentando no caer en reduccionismos, en que el debate se genera entre los que piensan que es la sociedad la que debe estar por sobre el individuo y aquellos que consideran que la libertad individual es el mejor acicate para el desarrollo económico y social.
El psicólogo cognitivo Steven Pinker considera que ninguna de las dos visiones, la utópica izquierda y la trágica derecha son verdades categóricas, desde el punto de vista del conocimiento científico actual.
Debido a que la naturaleza humana está en el medio, puede ser egoísta como solidaria, violenta y amorosa, libre y conformista.
La visión utópica fracasa por que supone que la sociedad puede cambiar la naturaleza de las personas, según Pinker:
“La heredabilidad parcial de la inteligencia, la escrupulosidad y las tendencias antisociales, que implica que se originará cierto grado de desigualdad incluso en sistemas económicos perfectamente justos, y que, por consiguiente, nos enfrentamos a un equilibrio inherente entre la igualdad y la libertad” (La tabla rasa).
También señala otros factores, la tendencia a una “mentalidad tabú”, que ahora mismo lo vivimos con los que consideran las vacunas como moral y biológicamente inaceptables, que va de la mano con la facilidad humana para confundir moral con conformismo, obediencia o rango.
La preferencia por los parientes y amigos, tan propia de la corrupción, así como el dominio y la violencia en todo tipo de sociedad humana es una prueba de que ser de izquierda o derecha, pertenecer a un estado comunista, socialista o capitalista no cambia la naturaleza humana.
Por el contrario, la libertad de expresión, reunión y de prensa, características de sociedades democráticas, sí corresponden a la naturaleza humana; pues los individuos que se reúnen y comunican pueden confrontar el poder autoritario, a quién la diversidad de ideas le apesta, como lo comprueba la salvaje represión del régimen cubano a la inédita protesta social en Cuba.
La posición actual de Leonidas Iza, se ubica en esta arrogancia de pensar que la visión utópica del mundo es una verdad, que funciona como un arma con la cual aplastar a su enemigo, el gobierno.
Los que creen (un acto de fe) en Cuba se alimentan de la información que confirma sus posturas, forman grupos académicos, políticos, activistas que elaboran los discursos antiimperialismo, justifican con acrobacias argumentales los límites a la libertad de expresión, el control de las redes sociales, la vigilancia y la violencia contra los disidentes (burgueses contra la revolución) por el valor de una utopía, que vale más que la gente que la padece.
“Las personas buscan y consumen noticias para intensificar sus experiencias como fans, no para que sus opiniones sean más fundadas” (Pinker, Elogio a la ilustración).
Mientras más informada está una persona sobre la situación de derechos humanos en Cuba, más polarizada es su opinión, más argumentos elabora para justificarlos o contradecirlos y cualquiera que critique al socialismo es de derecha; mientras que, cualquiera que critique al capitalismo es de izquierda, aún si es un narco dictador como en Venezuela.
La personalidad humana es fundamentalmente situacional y no hay situación más extrema que el poder; cambia la psiquis, empujando a una deshumanización progresiva, un aislamiento de la realidad social y la consolidación del pensamiento de grupo que justifica lo bueno y lo malo, como ahora mismo ocurre con las denuncias de corrupción de varios asambleístas por Pachakutik: Ricardo Vanegas, Rosa Cerda y Darwin Pereira; su pertenencia a un movimiento social de los más importantes y humanizantes del país no les protege de la corrupción, lo mismo ocurre con Diana Atamaint y Guadalupe LLori, como muchas figuras del movimiento social, que olvidaron a los pobres por los cuales se organizaron.
La posición actual de Leonidas Iza, se ubica en esta arrogancia de pensar que la visión utópica del mundo es una verdad, que funciona como un arma con la cual aplastar a su enemigo, el gobierno.
Hablar a nombre del pueblo oculta el autoritarismo que conlleva imponer a otros una verdad.
La ceguera emocional de Iza conduce a un peligroso descuido, una amenaza más grande que el costo de los combustibles: el narcotráfico, que avanza como una gangrena pudriendo el país; ahora, lo urgente es recuperar las instituciones y llegar a acuerdos, antes de que no exista más el país. La democracia está en medio de las posturas radicales, el totalitarismo en uno de los extremos.
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