
En un reciente conversatorio, vía internet, con la catedrática uruguaya Gabriela Fernández Theoduloz acerca de la pandemia analizamos el caso uruguayo respecto al avance de COVID-19. Fernández habló de la “libertad responsable” como una propuesta del gobierno para enfrentar la crisis sanitaria evitando confinamiento. Pero…¿qué es la libertad en tiempo de pandemia? ¿Cómo entenderla y cómo ejercerla? ¿Existe la libertad en tiempo de pandemia?
Uruguay registra, hasta el 23 de julio, 1120 personas contagiadas y 34 fallecidas por coronavirus. En el mismo planeta, la potencia más grande, Estados Unidos, se acerca a los 4 millones de contagios y registra 150.000 muertes por el virus. Uruguay tiene una población de 4 millones de habitantes mientras la potencia del norte alcanza 328 millones de personas. La tierra de la libertad, cuyo presidente era parte de una cruzada para no utilizar mascarilla porque atentaba contra la libertad individual,vive una crisis sanitaria grave mientras un pequeño país de Sudamérica ha logrado controlar la expansión del temido virus. ¿Qué diferencia a los dos países además de la cantidad de habitantes?¿Por qué Uruguay es un país modélico respecto a la crisis sanitaria? y ¿Por qué Estados Unidos ha manejado con tantos errores la crisis sanitaria más terrible del siglo 21?
Uruguay pese a tener recursos económicos limitados, ha transparentado sus cifras. Realiza miles de pruebas PCR porque tiene un sistema de salud pública organizado que efectúa un monitoreo permanente de los contagiados (cerco epidemiológico efectivo). Además posee una ventaja gigantesca: la ciudadanía confía en el Estado. Sin necesidad de entrar en un confinamiento extremo aplica la propuesta de “libertad responsable”, la mayoría de la ciudadanía ha utilizado mascarilla y practica el distanciamiento social. El gobierno de Trump, en cambio, ha realizado millones de pruebas PCR, informa con rapidez las cifras de contagios pero no tiene un mensaje claro a sus conciudadanos porque hay graves divergencias entre alcaldes, gobernadores y presidente. Para colmo ha aparecido un movimiento supuestamente libertario llamado antimascarilla que cree que obligar a alguien a ponerse mascarilla va en contra de la Constitución.
Ojalá recuperemos algo de respeto por la otredad, el virus no ha retrocedido y como vemos es mucho más peligroso en sociedades desorganizadas y poco solidarias. Libertad responsable es una categoría clave, pero implica pertenencia, empatía, visión de futuro y ante todo idea de nación
Heráclito hablaba de conciencia y responsabilidad. Rousseau creía que la libertad se la podía ejercer mientras no afectemos la libertad del otro. Hegel relacionaba libertad con conciencia de necesidad y Sartre creía que el hombre estaba condenado a ser libre, porque estaba sujeto a miles de elecciones donde ponía en juego su posibilidad de construirse como un ser libre.
Biden, el candidato demócrata, ha capitalizado políticamente tanta desorganización de Trump al mando de una sociedad indisciplinada que refleja el caos de sus gobernantes. Tienes gobernantes racistas, tendrás ciudadanos racistas e irrespetuosos de la otredad, justo en un momento que requiere el máximo respeto al otro. Biden ha levantado como uno de sus pilares de campaña la idea del respeto a la ciencia, a la naturaleza y a los otros. El candidato demócrata aventaja con el 15% al republicano, Estados Unidos entiende, de a poco, que Covid-19 marca los tiempos y no un charlatán.
Libertad sin límites equivale a suicidio en época de pandemia, no respetar al otro es acelerar la cantidad de contagios, creer que todo es economía en un momento en que no existe claridad
sobre el inefable coronavirus resulta el peor negocio para cualquier empresario y para el crecimiento económico de un país.
Vayamos a nuestro querido Ecuador: ¿cuántos turistas extranjeros querrán viajar a Guayaquil después de verla transformada en un panteón urbano durante abril y mayo de 2020? ¿El caos sanitario provocado por tanta improvisación gubernamental, que ha cumplido al pie de la letra lo que le han dictado las Cámaras, no nos muestra como un país atormentado por la falta de institucionalidad? ¿Las cifras poco transparentes y las “curvas aplanadas”, tanta falacia del ministro de salud no han complicado más la crisis sanitaria? ¿No es demasiado fácil echarle la culpa de todo a una población desempleada y subempleada que vive aterrada y confundida? ¿Acaso nuestras élites económicas han construido hospitales o contratado médicos?
Ojalá recuperemos algo de respeto por la otredad, el virus no ha retrocedido y como vemos es mucho más peligroso en sociedades desorganizadas y poco solidarias. Libertad responsable es una categoría clave, pero implica pertenencia, empatía, visión de futuro y ante todo idea de nación. Si no nos sentimos ecuatorianos ahora, nunca seremos una nación, excepto claro está, para celebrar los triunfos de la Tri.
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