
La profesora de música venezolana Reymar Perdomo, quien tuvo que viajar a Perú para buscar mejores días, como miles de sus compatriotas, creó una canción que se ha convertido en el himno de los migrantes de su país.
Tituló a esa canción ‘Me fui’ y la interpretaba cuando se subía a los buses para pedir dinero. La letra habla de su propia historia, de cómo se resistía a creer que debía salir de su país para buscar un mejor futuro económico. Dejar a su madre, a la familia y los amigos. Son palabras muy crudas que muestran las circunstancias que debe vivir un migrante, más allá de los fríos números de los organismos internacionales o de las cancillerías de los países de la región.
“Y agarre mi guitarra y mi equipaje / Y dije: ¡Maduro coño e’ tu madre! / Y me fui. Me fui. / Con mi cabeza llena de dudas pero me fui. / Y aquí estoy, creyendo en mí. / Acordándome de todo aquello que un día fui”, dice la parte del coro. ‘Coño e’ tu madre’, es una expresión típica de Venezuela que muestra un rechazo absoluto a una persona vil. Al que es villano. Perverso. En este caso: Nicolás Maduro.
Dejar atrás la historia personal por motivos económicos o políticos siempre es una tragedia. Ya nos pasó a nosotros, los ecuatorianos. Y, ahora ellos, en el episodio venezolano, se han regado por América del Sur. Para exteriorizar ese sufrimiento no sólo está la canción de la profesora Perdomo, sino que han creado un hashtag, precisamente, con esa frase. En redes la gritan a viva voz, o lo hacen en grupo, entre vecinos migrantes, en fiestas, en la calle, en estadios. En América, Europa, Estados Unidos. Es sobrecogedor. En redes, #madurocoñoetumadre es tendencia permanente entre los migrantes de Venezuela.
Nicolás Maduro, ya calificado de dictador, asumirá el poder, nuevamente, el 10 de enero y hasta el 2025. Lo hace luego de las elecciones de mayo pasado, convocadas por la Asamblea Nacional Constituyente, controlada por él mismo y sus acólitos chavistas y maduristas. Esa Asamblea carece de legitimidad para varios gobiernos; por eso, al menos, 40 países desconocerán la posesión de Maduro como Presidente de Venezuela. Entre estos: Estados Unidos, Brasil, Chile, Colombia, Panamá, Perú… El gobierno de Ecuador todavía no decide qué hará. Reconocer, rechazar o insistir inocentemente en el diálogo...
No obstante, la realidad obligará al Gobierno ecuatoriano a tomar decisiones frente a las consecuencias y proyecciones sobre Venezuela. La Organización de las Naciones Unidas estima que este año pueden salir de ese país entre dos y tres millones de personas. Todo debido a las condiciones de pobreza, falta de alimentos, encarecimiento de los precios y ausencia de porvenir económico.
Las cifras que manejan los organismos internacionales indican que cada día migran unas 5 000 personas. Por eso vemos a miles de venezolanos en Quito, Bogotá, Lima… pidiendo limosna. Ya son los mendigos de la tendencia internacional del Socialismo del Siglo XXI.
Esa avalancha humana, a más del riesgo humanitario, conlleva una dificultad para los receptores. La ausencia de un control de la seguridad ciudadana en el régimen chavista-madurista no permite saber a los países receptores quiénes son los migran. La gran cantidad de personas, más la falta de datos certeros sobre antecedentes en Venezuela, hace que los que pasan a nuestro país, ingresen sin presentar record policial o algún documento fidedigno que muestre sus antecedentes judiciales y penales. Y, claro, los delincuentes se cuelan entre los honrados, que son la mayoría.
Además, los migrantes venezolanos no cuentan con apoyo del gobierno de su país en ninguna emergencia legal, sanitaria y mantiene un bloqueo de envío de dólares, que los hace vulnerables de la mafia militar que controla la divisa en ese país. El gobierno de Maduro ni siquiera surte de pasaportes a los consulados para entregar libremente a quienes lo requieran.
Pero hay esperanzas. La Contrarrevolución al Socialismo del Siglo XXI ya lleva un camino de tres años. 2016 y 2017 fue el inicio de la caída del populismo en Brasil, Venezuela y Argentina, especialmente, por la falta de recursos económicos y por lastimar la vida de la propiedad privada y el empleo.
Pero el 2018 fue nefasto para los autoritarios y asesinos. En Venezuela fue acribillado Oscar Pérez y Maduro se dejó ver internacionalmente como un criminal. En Nicaragua la ciudadanía levantó la voz contra Daniel Ortega y ahora el mundo lo ve como un represor, carcelero y delincuente. En Bolivia hay rechazo a Evo Morales por buscar perennizarse en el poder. Rafael Correa tiene orden de captura en Ecuador por el caso de secuestro. Los cuadernos de Kirchner revelaron las mañas de esa clase política. En Brasil llegó al poder el conservador radical Jair Bolsonaro. Y la Contrarrevolución continúa.
Esos cambios brindan esperanza. No sólo a muchos migrantes venezolanos, sino a los ciudadanos de varios países. Por eso al “Maduro, coño e’ tu madre”, algunos la acompañan otra frase lapidaria: “Este año es tu turno”.
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