
Master en Desarrollo Local. Director de la Fundación Donum, Cuenca. Exdirigente de Alfaro Vive Carajo.
Los regímenes populistas se asientan sobre tres pilares: autoritarismo, corrupción y nepotismo. En ese sentido, operan con lógicas muy similares a las de la mafia. Administran el saqueo de los fondos públicos. Para ello, aplican un eficaz esquema de reparto a cambio de sumisiones e incondicionalidades.
La reciente elección de la Vicepresidenta de la República sacó a flote la espiral de descomposición política en la que vivimos durante una década, y que fue hábilmente disimulada detrás de la bonanza económica. La crisis levantó los velos con que se tapó la inmoralidad. Hoy los chanchullos tienen que hacerse a plena luz del día.
No había otra consecuencia posible. El correato hizo del envilecimiento personal su divisa. Y, por obvias razones, la felonía es su gran herencia. Ya no asombran las traiciones ni los virajes de última hora, ni las justificaciones cínicas o absurdas. Los antiguos fanáticos de Correa no tienen ningún empacho en lapidarlo al calor de las conveniencias coyunturales.
Pero algo sí ha cambiado: lo que antes se presumía, hoy se huele. Los malos olores de la política empiezan a filtrarse. El hermetismo con que Alianza PAIS manejaba sus amarres se deshizo. Hoy entran en juego actores que ya no le deben fidelidad al gobierno. Por eso, tarde o temprano se conocerán las componendas que permitieron que la señora Vicuña fuera elegida arañando los votos.
No obstante, ninguna fuerza política puede quejarse hoy de la descomposición de la política, de los camisetazos, de los arreglos bajo la mesa. Todas, especialmente Alianza PAIS, han contribuido a que eso ocurra. La angurria burocrática sacrificó la ideología. Y ahora queda claro que fue el dinero, y no el supuesto liderazgo de Correa, el que mantuvo la cohesión del movimiento verde-flex.
También las demás tiendas políticas apostaron únicamente por estrategias electoreras. Listas de candidatos armadas con retazos no podían sino desgarrarse a la primera tensión. Por eso, el pronóstico para la Asamblea Nacional no es nada auspicioso: ya no funcionarán las mayorías móviles, porque se volverá una vez más a las negociaciones individuales. El toma y daca funcionará a nivel personal.
En estos tejemanejes, el gobierno, por salvar los muebles, dejó que se quemara la casa. Mal negocio. La terna para reemplazar a Jorge Glas fue concebida desde la más ramplona inmediatez. Moreno solo piensa en apuntalar la consulta popular, aun a riesgo de perder la perspectiva. Porque la Vicepresidenta no le aporta nada en términos estratégicos; ni como persona, ni como figura, ni como representante de algún sector político. Moreno tenía la oportunidad de replantearse la política oficial. Pero, al parecer, opta por las fórmulas más desgastadas.
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